En pleno
Núñez, una puerta negra sobre la vereda de la calle Manuela Pedraza abre paso a un universo paralelo de aires costeros y ambiente de
campo, que hoy habitan Carolina Sanchis (29) y Santiago Schatz (33) junto con su perro, Gaucho. Al fondo de un pasillo intervenido por plantas aparece su
PH de cien años, reciclado con los planos de él, que es arquitecto en el estudio Mass, y los detalles de ella, diseñadora y artesana. La fusión de ambos estilos resultó una convivencia exquisita entre muebles fijos, toques mediterráneos y pisos de cemento, bien minimalistas. Los espacios hogareños –el living, la cocina y la habitación– se tejieron alrededor de un patio interno que es el gran protagonista de la casa por ser escenario y showroom de Carolita Home (
@carolitahome), el emprendimiento de diseño "transparente" de Caro; así lo llama porque cada objeto y accesorio contiene emocionalidad. "Nací sorda y escucho solo a través de un aparato", cuenta. Las actividades manuales, desde chica, fueron su
refugio, aquello que no le exigió comunicarse, que para Caro siempre fue un esfuerzo: "Cuando tejía, era yo sola en mi mundo". Así floreció su delicado gusto estético, que se vio potenciado por vivencias que sensibilizaron su mirada. Fue el pasaje a Europa que le regaló su papá al recibirse el gran impulso para dar vida a su marca: "Sin ahorros, no podía hacer más que bajar del avión y volver", así que comenzó a tejer sin parar, para juntar la plata que le permitiera
disfrutar de la gran aventura. "Tapices chiquitos, mantas y también clases particulares de telar", recuerda, y la repercusión positiva no tardó en llegar.
Izquierda: el espejo en puente (Yugen) convive con la mesa de lapacho, hecha por Santi. La alfombra
vino desde Córdoba, y sobre la mesa, velas, cuadros y botellones artesanales (Apatheia Deco). Derecha: en el showroom, sandalias y ropa de su emprendimiento, junto a muñecos tejidos (Liebre de Marzo), una pequeña silla pintada a mano (Ana Vidal) y los canastos contenedores (Apatheia Deco).
Un panel de vidrio separa el showroom del living integrado con la cocina, ambos coronados con muebles heredados y objetos de diseñadores amigos, porque acá cada cosa tiene una historia. El mueble de cocina está hecho de cemento, que "le da el toque mediterráneo que tanto le gusta a Caro", dice Santiago. Para equilibrar esa solidez, en lugar de puertas, le pusieron cortinas de lino claro. El piso de microcemento gris y las paredes blancas fueron elección de él, que buscó simpleza. "Todo lo que hacemos es el reflejo de lo que sentimos –dice Caro–; gracias a mi discapacidad, me concentré mucho en la sensibilidad de las cosas". Para ella, ser distintos tiene su encanto, y esta misma filosofía es la que aplica a todos los objetos de su casa.
La reforma de una propiedad de más de cien años fue un desafío: "Lo antiguo tiene muchas limitaciones, no podía diseñar de cero". A Caro le hubiera gustado hacer aberturas tipo arcos de medio punto, "pero fue imposible porque una viga lo impidió", sin embargo, se dio el gusto con espejos semicirculares tanto en el living como en el showroom. El sillón del living está hecho de material y, por lo tanto, está fijo. Además, tiene un secreto: sirve como espacio de guardado al levantar los almohadones. Es que el living de su casa es también, en muchas ocasiones, el taller donde Caro dicta sus clases de telar.
La mesa, los bancos, las galponeras y hasta la bacha fueron restaurados por Santi, mientras que el mueble blanco es herencia de la abuela de Caro. El estante especiero (Yugen) convive con las flores de manzanilla y las espigas (Don Ramón Flores). Todos los objetos respetan el estilo campestre: el repasador tejido y los dispensers de vidrio (Fames Home), las cortinas bajo mesada (Decata Deco) y el canasto de alambre (Compañía Nativa).
La mesa tiene 200 años, la heredó de su abuelo. y las sillas están hechas por su mamá con técnica de telar, todas diferentes entre sí. El telar es de la cápsula que hizo Carolita en alianza con la artista textil Cristina Codern.
Cuando compraron el PH, en el techo había cielorraso. Santiago, de casualidad, se asomó y descubrió los techos altos, antiguos, que estaban detrás, así que no dudó en picar y ponerse a pintar. "Es uno de los detalles más lindos", dice Caro.
Unas escaleras livianas llevan a la segunda planta, donde está su habitación, con la misma impronta mediterránea que la planta baja. La cama es baja "para dar amplitud a la habitación, que es chica", dice Caro, y está ambientada con los mismos tonos que ella elige para sus diseños. Dos lámparas de crochet cuelgan del techo y coronan el espacio junto a un telar que hace de respaldo volador de la cama (de la cápsula de
@carolitahome con
@cristinacodern).
El ventanal grande abre paso a la terraza, que es el ambiente más rústico de la casa, con un piso de ladrillos colocados uno a uno por ellos mismos y varios cactus. Este es el lugar de encuentro con amigos, sobre todo en las noches de verano: "Somos muy anfitriones, hacemos pre, asados y fogones con el fogonero". También cuelgan la hamaca paraguaya seguido y así consiguen darle
un suspiro playero y campestre a la vida de ciudad.