Laura Wehle, de
@estiloginger, es diseñadora de interiores y su estilo se traduce en su casa, un PH en Palermo que
renovó íntegramente y llenó de espacios luminosos, donde el tiempo corre a otra velocidad. Se la ve como una persona paciente y espiritual, que necesita de sus rituales para sentirse en calma. En su brazo izquierdo lleva tatuada esa palabra, como un concepto que necesita y hace propio: "La C se dibujó como una ola, porque el mar puede ser turbulento o sereno, pero siempre hay que surfearlo con calma".
El sillón con funda de algodón, apta para niños y mascotas. Sobre la mesa ratona, relojes de arena y corales (Casa Esteña), velas y sus libros preferidos, entre ellos, Botanicum.
Para el refugio de su bebé, Lau optó por una
paleta de colores neutra, madera clara, tejidos naturales y un empapelado ilustrado de animales con sus crías (Picnic) en una de las paredes.
"Leer es una actividad que sucede en su cuarto: me siento en el piso, él a upa y le leo cuentitos que elige de su biblioteca. ¡Le encantan los libros!".
En cuanto a los muebles, eligió una biblioteca a la altura de su dueño (Mil Volando), estantes flotantes tipi (Nordi), una estantería de piso a techo para ropa, juguetes y objetos decorativos y una cuna sin barrotes cerquita del piso (todo Yoko), para promover el desarrollo de su autonomía, todo muy a tono con la filosofía Montessori. "Igual, la cuna la usa poco y nada", dice, aunque a ella también le gusta "colechar" con él. En ese sector del cuarto, acolchado y almohadón de tigre, otro amarillo con la cara de un león, alfombra mullida con serigrafía textil y banderines (todo, de Bambuco).
Originalmente, eran dos habitaciones chiquitas y oscuras. Con la reforma, lograron un cuarto súper cómodo y conectado con el verde de un mini "patio jungla" –como ella lo llama– que comparte con su vecina. "Mi cuarto es uno de mis lugares favoritos de la casa: es simple, silencioso y tiene una luz muy linda", nos cuenta.
La cocina la hizo de cero. Eligió madera, para darle calidez. "Es lo primero que ves al entrar a la casa, por eso no quería que fuera fría", cuenta. La barra con caballetes es súper funcional: divide los ambientes, suma superficie de apoyo y la usan todos los días para comer.
Sobre los estantes, vajilla de cerámica, verde en plantas y cuadritos botánicos y un dúo de lámparas metálicas que "le dan mucha onda al espacio".
Cuando cerró su negocio de deco, una seguidora de Instagram le dijo que "el alma emprendedora es difícil de domar" y así, surgió un nuevo sueño por cumplir, un lugar para dar charlas y workshops.
Hoy, Espacio Ginger es una realidad, para aprender, crear y potenciarse. Está en el segundo piso y tiene entrada independiente, lo que ayuda a dividir casa y trabajo. Para ese sector, eligió muebles blancos, lámparas boho y toques verdes, como las macetitas con suculentas (Pinna). El espacio tiene grandes ventanales y salida a esta terraza, que a Lau le encanta por su onda playera. En el fondo, uno de sus objetos preferidos: un Buda, al que le llevan ofrendas.