A Vanina Ogueta, lo antiguo la seduce de un modo muy especial, y los desafíos también. Porque este PH de más de cien años estaba abandonado cuando lo compró con su marido, Ignacio. Fue una reforma en tres etapas la que le devolvió la vida: tiraron paredes para unir espacios, reutilizaron materiales y se enamoraron de los pisos, molduras y carpinterías originales, que, con solo una lavada de cara, quedaron como nuevos.
De la decoración se ocupó ella, que, además de diseñadora gráfica, es dueña de la tienda de deco para chicos
Piñolata. Con muebles –comprados en su mayoría por MercadoLibre– y detalles vintage, buenas ideas y toques de color, creó este refugio para tres (el año pasado llegó Fermín) que todavía mantiene el espíritu de otros tiempos.
¿Seguirá guardando secretos del pasado?
Tres en uno, a partir de la reforma. La cocina tiene una onda muy industrial con azulejos blancos con junta negra de 15 x 15 cm y un contenedor hecho con maderas recicladas de las puertas originales del PH, una campana en el centro (Multicocina) y muebles bajo mesada sin tirantes.
Para el comedor, eligieron dos clásicos: una mesa "Tulip" de Saarien (MercadoLibre) y sillas "Bertoia" (Entreformas), mientras que el living lo armaron con un sillón retapizado, almohadones con toques de color ($500, Piñolata), dos silloncitos antiguos y una silla "Acapulco". Define el espacio un armario art déco (MercadoLibre) que restauraron sus amigos de Nobles Pensamientos. "Aproveché para atesorar en sus estantes los recuerdos de mi abuela. Son objetos que no uso, pero me gusta verlos siempre".
En el dormitorio principal, Íker descansa sobre un acolchado a crochet multicolor ($4000, Piñolata) que combina con la pared naranja (Prestigio) y las mesas vintage, que compró en el Mercado de las Pulgas.
El cuarto de Fermín lo armaron en un cuarto chiquito y alargado. La cómoda y la cunita antiguas (MercadoLibre), un roperito de pino y bolsas jugueteras, hechas por su mamá con tela rayada comprada en Once. Una tabla de madera corta la altura de la pared, para sumar calidez al ambiente. Sobre la cómoda, conviven los muñecos de la infancia de Vanina con los nuevos de su bebé. "Si bien este cuarto tiene poquitos metros, nos pareció muy lindo por la luz que recibe desde el ventanal".
La mezcla de texturas y materiales define el estilo ecléctico: azulejos, ladrillo a la vista, molduras pintadas en un juego de dos colores y objetos amados, como las tazas heredadas que se destacan sobre el empapelado (Picnic) del mueble vajillero.
En esta muestra también, reloj (Tienda Palacio), números para colgar las llaves (Pehache) y objetos de su tienda Piñolata.
Este es el plus del PH. Como en el resto de los ambientes, conservaron los calcáreos originales y sumaron un nuevo piso con una trama en tres colores que ellos mismos diseñaron. Eligieron sillas "Acapulco", transformaron la antigua bacha en maceta e iluminaron el sector para las noches de verano: "Al prender las luces, se ilumina el ventanal y el reflejo de colores queda divino".
Dos detalles más: la puerta de entrada pintada de amarillo y el cuadro con firma de la diseñadora e ilustradora Mariel Billinghurst, sobre el mueble vintage que compró por Internet (Aqua Espacio de Diseño). Este rincón amueblado está en el patio techado, obvio.