Blonde: 7 curiosidades de la nueva biopic sobre Marilyn Monroe

Andrew Dominik dirige y escribe basado en la exitosa novela homónima de Joyce Carol Oates, un relato ficticio inspirado en la vida de Monroe y no una biografía real. El libro, publicado originalmente en 2000, ya había sido adaptado en la miniserie Blonde, protagonizada por Poppy Montgomery. “Leí el libro alrededor de 2002. Fue algo que se quedó en mi mente, pero el mayor atractivo fue la oportunidad de mostrar cómo el trauma infantil puede afectar la vida adulta”, confesó el realizador.

La película –un proyecto que el cineasta viene desarrollando desde 2008– es la primera producción con calificación NC-17 (solo para adultos) que se estrena a través de una plataforma de streaming. Netflix le pidió al director que bajara el tono del contenido sexual y, a pesar de ello, Dominik se “sorprendió” cuando se anunció dicha valoración, porque creyó que “habíamos coloreado dentro de las líneas”.

Naomi Watts y Jessica Chastain estuvieron vinculadas al proyecto, pero lo dejaron pasar. En su lugar entró Ana de Armas, quien estuvo nueve meses tratando de perfeccionar la voz y el acento estadounidense de Marilyn; un detalle que molestó al público en las primeras proyecciones de prueba del film en 2021. Además de la peluca rubia, la actriz usó lentes de contacto azules y prótesis dentales para parecerse más a la estrella.

Dominik creó una ‘biblia’ de imágenes repleta de referencias fotográficas que compartió con el elenco y el equipo técnico como guía (y ayuda) para recrear muchos de esos momentos icónicos de la vida y la carrera de la actriz que no podían estar ausentes. Imágenes famosas como la de Marilyn y su segundo esposo –el Ex Atleta (Bobby Cannavale), en referencia a Joe DiMaggio– sentados en la ventana, una toma diseñada para verse como un calco de la original.

Además de leer la novela, Ana vio las películas de Monroe y leyó varios libros, incluyendo el capítulo Beautiful Child que forma parte de Music for Chameleons de Truman Capote: un ensayo breve y bellamente escrito sobre la tarde que pasaron juntos. “Tenés la sensación de quién era ella en persona y cómo era su energía y su carisma”, contó la cubana, que también buceó entre miles de fotografías y videos aleatorios en YouTube.

El trabajo de maquillaje y peinado fue monumental, ya que las artistas encargadas tuvieron que recrear decenas de looks distintos para Marilyn y Norma Jeane. El proceso de cada mañana tardaba unas tres horas, donde Tina Roesler Kerwin y Jaime Leigh McIntosh debían “encontrar a Marilyn dentro de Ana”, según las indicaciones del director. Monroe tenía sus productos favoritos –además del clásico Chanel No. 5– y Kerwin pudo hallar algunas imitaciones de calidad, sobre todo para emular los colores y los labiales preferidos de la estrella.

El vestuario de Jennifer Johnson también sumó autenticidad. “Había que diseñar muchos de los vestidos y ella hizo un trabajo increíble. Superó el presupuesto, pero es un trabajo increíble”, bromeó el director. La idea de Johnson era homenajear a todos esos diseñadores de Hollywood que tuvieron la suerte de crear los looks más icónicos de Marilyn Monroe, como William Travilla (el vestido plisado de Seven Year Itch y el atuendo rosa de Gentlemen Prefer Blondes), Orry-Kelly (Some Like it Hot) o Dorothy Jeakins, quien la vistió en Niagara y The Misfits. Las escenas en blanco y negro representaron una dificultad extra para la vestuarista.