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El actor uruguayo que brilla en La sociedad de la nieve y a quien comparan con Adam Driver

Enzo Vogrincic interpreta a Numa Turcatti en La Sociedad de la Nieve, la última película de Netflix que se convirtió en una sensación absoluta. Desde los máximos desafíos hasta el boom en las redes sociales, hablamos con el actor sobre su experiencia.


Charla en exclusiva con Enzo Vogrincic, el protagonista de La Sociedad de la Nieve.

Charla en exclusiva con Enzo Vogrincic, el protagonista de La Sociedad de la Nieve. - Créditos: Gentileza de Netflix.



Entrando en el Top10 de las películas más vistas a nivel mundial de Netflix, La Sociedad de la Nieve se convirtió en un fenómeno internacional y -desde su estreno en el cine y llegada a la plataforma on demand- se convirtió en el tema de conversación más recurrente de todos. Con un elenco de actores uruguayos y argentinos, un excelente trabajo de producción cinematográfica y con una historia que sigue conmoviendo a millones de personas alrededor del mundo, tuvimos la oportunidad de charlar con Enzo Vogrincic (Numa Turcatti) sobre cómo fue la experiencia.

Hay muchos puntos que te conectan con Numa, tu personaje. ¿Sentís que esto te ayudó a construirlo?

Hay toda una idiosincrasia por haber nacido en la misma región, por supuesto, y eso me acercó al personaje. Numa me convocó desde un lugar personal: la historia de los Andes es una historia que ya conocía y es de alguna manera parte de mi vida. La historia forma parte del lugar donde nací, del lugar en el que vivo y del imaginario colectivo. A la hora de interpretar a Numa, tuve ciertas herramientas que otro actor con otro origen no hubiese tenido.

Charlaste con amigos y familiares de Numa, ¿qué rescatás de esa experiencia?

Ahí había algo muy lindo: cuando hablaba con algún familiar o algún amigo, llegábamos a un punto de la conversación donde a ellos les costaba mucho hablar, se quebraban. Lo describían con tantos detalles que se emocionaban. Ahí es cuando yo pensaba, "¿cómo me recordarán mis amigos cuando ya no esté?" Al final, ¿qué quedará de mí en el otro? Fue lindo ver eso de Numa, cómo él dejó una impresión increíble en la gente y alguien que lo recuerda no puede no emocionarse y no extrañarlo.

Tengo entendido que pudiste ir a su casa y recorrer sus escenarios cotidianos…

Sí, conocí su casa. La recorrí con sus hermanos. Me fueron llevando habitación por habitación: hicimos una especie de tour, de lo que se acordaban de Numa y de las anécdotas de su niñez y adolescencia. Pensá que ellos nunca habían hecho esto antes, de hecho no están acostumbrados a hablar de Numa con personas de afuera de su entorno familiar. Y hacerlo para una película de este calibre debe haber sido algo muy extraño para ellos. Es algo muy personal y de repente estaban conversando conmigo, que no me conocían, llamándome “Numa” por momentos. “Vos dormías en esta habitación”, me decían. Eso fue muy fuerte, porque vos empezás a revolver y revolver y el pasado vuelve, tiene sus cositas, uno se tiene que enfrentar ahí a las emociones cuando afloran.

Es un personaje y una historia en las que el desgaste emocional y físico son claves para poder contarla, ¿cómo fue tener que pasar por todo eso?

No había manera de contar esta historia sin sufrir. Cuando contás una historia como esta, donde la seguridad no existe, donde los personajes están en un contexto de absoluto peligro, donde lo único que hay alrededor es muerte -y en breve tu propia muerte- esa sensación es imposible de actuar a no ser que lo estés dimensionando y viviendo, pero claro, ahí ya no lo podrías filmar porque estás en peligro. Por eso el director provocaba nuestras reacciones. El frío, el hambre, la incomodidad. Y cuando dejábamos de sentir frío, nos consultaba si podíamos meternos hielo debajo de la ropa. Entramos en una zona de “sufrimiento”, entre muchas comillas, porque el sufrimiento es algo muy grande y puede haber niveles de sufrimiento, pero una actividad que para vos es normal, que es actuar, te está siendo interferida constantemente por pensamientos de “tengo hambre”, “quiero conversar con el de al lado y no puedo”, “tengo frío”. Y ahí es cuando uno empieza a tener mal humor, a sentirse mal y empezar a no tener la misma energía que antes. A dimensionarlo y vivirlo en carne propia.

Arrancaron a trabajar 2 meses antes de la filmación de la película, ¿cómo fue la experiencia?

Armamos una especie de familia, la verdad que nos hicimos muy, muy amigos. Estábamos en medio de un rodaje hiper exigente, pero nosotros a la vez nos sentíamos como de campamento, disfrutando de esa experiencia y haciéndonos amigos. Nos mirábamos con complicidad, nos reíamos, y nos ayudábamos en cada situación. Era aliviador. Te encontrabas con uno, con cinco y siempre funcionaba. Hoy seguimos hablando, seguimos viéndonos y eso es hermoso, ayudó mucho para este tipo de rodaje y para esta película, que además es una historia de amigos.

La escena de la avalancha es tremenda, ¿cómo fue filmarla? 

Toda esa secuencia fue tortuosa, de las peores del rodaje. Estuvimos dos semanas encerrados en una especie de heladera que era el avión de metal, con mucha nieve adentro. Era como estar en un freezer, un momento donde ellos también sufrieron muchísimo. Y por eso te digo que no hay manera de contar esto sin atravesar un poco eso. Fue dificilísimo, pero filmar la salida fue hermoso porque veníamos de dos semanas de estar filmando encerrados en la oscuridad, y de repente filmar la salida y salir un rato al sol y solo caminar y respirar y descansar fue liberador. Pero también fue un momento agridulce, porque después de esa escena fuimos ocho menos, tanto en la historia como en la vida real. Y nos despedimos de nuestros amigos, ocho compañeros menos en el set.

Imagino que todo cambió muchísimo después de La Sociedad de la Nieve, ¿cómo era tu vida antes del estreno?

Yo fui siempre un hombre del teatro. Acá en Uruguay soñar con el cine es algo muy difícil. Pero un día, de repente, empecé a darme cuenta de que había había algo de mí que funcionaba con la cámara, algo que ni yo sabía respecto de mí. Creo que es algo que no puedes decidir, que simplemente sucede, la cámara te enfoca y hay algo de voz que transmite, comunica y eso al final es lo que funciona para el cine, ¿no? Y así, una cosa llevó a la otra, hasta que un día, en Buenos Aires, me topé de casualidad con María Laura Berch, directora de casting de La Sociedad de la Nieve. Yo estaba por una obra de teatro y en una de esas funciones -ella es fanática de Sergio Blanco, el director de la obra- teníamos una cámara que proyectaba atrás imágenes nuestras y ella vio algo y me pidió el mail y después me mandó la propuesta. Y bueno, acá estoy.

Hablábamos de cómo este es un personaje que marca un antes y un después, ¿en qué sentís que Numa cambió a Enzo, el actor?

Es una pregunta interesante. Yo creo que me dejó cosas buenas. Hay un aprendizaje, que es muy valioso para la vida, y es en relación a las amistades y en relación a la importancia de un amigo en la vida de uno. “No hay amor más grande que el que da la vida por los amigos”, esa frase que deja escrita Numa en un papel lo resume todo. También hay algo de su resistencia, de sus ganas de vivir a pesar de todo. De animar al otro, aún sabiendo que tú no vas a lograrlo. Es muy inspirador, sobre todo cuando tenés que estar todos los días en un set actuando desde ese lugar y con esa convicción.. La actuación es un proceso de descubrimiento, de exploración e introspección. Cada personaje tiene algo para enseñarte.

Con todo este boom, te volviste el nuevo éxito de las redes sociales... ¿cómo te pega la fama?

Por suerte siento que mi vida sigue siendo bastante tranquila, un poco la misma de siempre, con la única diferencia de salir a la calle y que alguien que no conocés te reconozca. En Uruguay es muy tranquilo y acá la gente sabe mantener una distancia, te ve y te sonríe, pero se mantiene lejos porque le da como pudor acercarse.

¡Ojo que en Buenos Aires no te va a pasar lo mismo!

Jajaja, sí, ahí es diferente. Todavía no me acostumbro y hay cosas que escapan de uno. Pero al final del día lo que me pone contento es que la película, de alguna manera u otra funciona, o sea, hay algo emocional con lo cual la gente conecta.

Así fue como estallaron las redes sociales. En muy pocos días pasaste a tener más de medio millón de seguidores.

Sí, es una locura. Pero me parece algo muy lindo compartir las emociones y que alguien que no me conoce me comparta, a la vez, su amor y su cariño. Y esto tiene que ver con la película y con lo que la película genera. Entonces ahí es cuando digo, ta, esto funcionó, esto valió la pena y tuvo un sentido para la gente.

Te comparan mucho con Adam Driver, ¿cómo se siente eso?

Todavía no sé cómo responder a esas cosas, o sea, insisto, no lo siento. Entonces, ta, me gusta el parecido con Adam Driver y me sirve porque es un gran actor que admiro mucho. Me gusta la fantasía y el chiste de actuar con él, pero bueno, no deja de ser una fantasía y no deja de ser solo un parecido gracioso. La verdad que por ahora lo vivo con bastante humor y me saca muchas sonrisas.

Me gusta lo que decís porque en este momento estás volando, pero con los pies bien firmes sobre la tierra…

Sí, es que no hay otra manera de vivirlo.

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