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Paula Chaves: su intimidad con Pedro Alfonso, los consejos de maternidad y su nuevo rol en Olga

Una charla íntima con Paula Chaves sobre sus nuevos desafíos en Tapados de laburo, sus mantras de maternidad, su vínculo con Pedro Alfonso y las herramientas con las que cuida su salud mental.


Paula Chaves en el Four Season para OHLALA

CHAQUETA DE CUERO (HELENA DAKAK), CAMISA (HELENA DAKAK, $168.000) Y PANTALÓN DE CUERO ($365.500, HELENA DAKAK), ZAPATOS (GIANNI DI PAOLO, $174.200). - Créditos: St: Romina Giangreco / Fotos: Mica Bianchi



La agenda de Paula Chaves está a full: conduce todos los días Tapados de laburo en Olga, junto con Nacho Elizalde, Luli González, Evelyn Botto y Mortedor. Pero cuando llega a la produ de fotos, todavía le queda energía. En esta charla, nos cuenta sus desafíos de hoy: balancear trabajo y familia en esta nueva etapa profesional, levantar la voz en temas de maternidad y mantenerse atenta a lo importante.

¿Te cambió mucho la rutina, ¿o no?

Sí, por un lado, está buenísimo, porque tener algo todos los días ordena, pero vivo haciendo mil malabares. Por suerte Pedro no está haciendo un programa diario. El año pasado él hacía un diario y yo no. Tratamos de compensar: si uno está más a full, el otro afloja, y viceversa.

Imagino que pasar de la tele al mundo streaming es una transformación, ¿en dónde sentís ese cambio?

En las malas palabras, en el streaming está todo permitido. De repente mandan una guasada y yo soy chica de tele e indefectiblemente me desencaja. En cuanto al contenido, siento que pueden abordarse otros temas, se puede profundizar en temas más random. La tele es más masiva, no da tiempo a poder desarrollar, es todo muy al palo, y en el streaming yo siento que se permite ir más lento, no sé, me pasó la primera semana, que hicimos el programa de Milo J, y hablaba súper pausado. Yo pensaba: esto en la tele no se puede, estaría el productor hablándote por la cucaracha, que hable más rápido porque no levanta. El pibe era re tranquilo, un divino, dijo cosas espectaculares y le respetamos sus pausas.

Pero ¿a la vez también están chequeando que eso esté funcionando en comentarios?

Se chequea. Yo nunca fui loca del rating ni de los viewers. Sí vas leyendo en el chat a ver si a la gente le copa o no, pero no todo el tiempo. Arrancamos hace dos meses con Tapados de laburo, que es un programa que va de 2 a 4 de la tarde, y estamos buscando un poco la identidad, la esencia. Somos como una familia disfuncional, pero, al mismo tiempo, nos llevamos bárbaro. El streaming, a diferencia de lo que yo pensaba, requiere cierto orden, no es que vale todo.

Paula Chaves en el Four Season para OHLALA

BLUSA DE GASA (LALA&NINI, $180.000) Y MINIFALDA DE CUERO (LALA&NINI, $275.000).  - Créditos: St: Romina Giangreco / Fotos: Mica Bianchi

¿Sentís que estás pudiendo sacar tu voz?

Yo siento que siempre pude hacerlo. En mis redes sociales siempre cuando tuve que ir a alzar la bandera por algo, cuando tenía mis puerperios megaprofundos, pude alzar la voz por las mujeres que no tenían partos respetados o hablar del parto después de una cesárea. Y en la tele lo mismo, las veces que quise hablar de ciertos temas, pude. Yo siempre me mostré bastante como soy. Y acá, tal vez estos temas no interesen tanto, porque es otro el público, son mucho más jóvenes, pero bueno, me pasa por la calle que me encuentro generaciones que no me seguían y que ahora me empezaron a seguir.

Si no son esos temas que en otro momento te convocaron, ¿qué sentís que traés vos al streaming ahora, qué banderas levantás?

Todavía estoy muy tranqui. Traigo algunas cosas, voy tanteando el terrero. El otro día vino una psicóloga a hablar de las fobias y ahí sí siento que hay algo para decir, la salud mental es un tema que está bueno abordar en los medios de comunicación. También, ponele, yo no sé tanto de música. Es mi rol el de no entender de qué están hablando, soy otra generación, tengo 40.

¿Qué aprendés de los centennials de tu mesa?

Nuevas miradas... Yo a los 20 estaba con el chip de que algo tenía que estudiar. Para mí siempre estuvo buenísimo estudiar, y a veces me encuentro con ellos y me dicen: “No, mejor darle más tiempo a YouTube, o ser youtuber”, y yo como que en un punto los escucho porque entiendo que es lo que se viene. Está bueno no casarse con nada y adaptarse a diferentes cosas, ¿no? Creo que el aprendizaje que me traen, sobre todo, es ver que también hay otra mirada del trabajo, de la carrera.

“De los centennials aprendo nuevas miradas. Creo que el aprendizaje que me traen es ver que también hay otra mirada del trabajo y la carrera”.

¿Sos consumidora de YouTube?

No, todavía no. No me da el tiempo. Después de dormir a los chicos veo un capítulo en Netflix y me caigo desmayada. No soy mucho de estar con el teléfono, me quema la cabeza tanta info todo el tiempo. El otro día tuve un encontronazo en el programa: ellos me decían que estaba buenísimo ver YouTube a partir de los 7 años, y yo decía que no, que era mejor jugar en un árbol. Son chicos que se criaron viendo YouTube, que dicen que les abrió la cabeza y les mostró un montón de otras cosas, y yo con otra mirada: para mí los chicos de esa edad tienen que jugar.

Bueno, ahí volvés a traer cierta bandera o valor de crianza, el criar sin pantallas...

Eso sí. Pero no digo que esté mal que otros lo hagan. Es la elección de cada uno, y cada madre y cada padre determinará qué es lo mejor para sus hijos. Entiendo que todos tenemos realidades distintas. Hoy por hoy, yo elijo no darles a mis hijos la tecnología, pero porque tengo un sistema que me funciona de esta manera y el tiempo para ocuparme. También los tengo acá gritándome en la cabeza y a veces digo: “Enchufémosles un iPad”. Pero bueno, es difícil también porque la tecnología te atrapa. Hemos intentado graduarla y no. Desde noviembre del año pasado decidimos que sea cero. Tele ven, una peli en Netflix, pero ni YouTube ni celu.

Y ellos, ¿te hacen alguna demanda al respecto?

No, Oli capaz, que es la más grande, cumple 12 ahora, y ya algunas amigas tienen. Trato de explicarle que yo voy a intentar cuidar su niñez lo máximo que pueda, porque sigue siendo una niña, más allá de que todo evolucionó. Igual tiene sus espacios, va a comedia musical, hace baile dos veces por semana, no es que vive en una burbuja. Pero si está en casa, se juega, o lo que sea, o se aburre. Hay que enseñarles a no hacer nada.

Paula Chaves en el Four Season para OHLALA

SACO, PANTALÓN, CAMISA Y CORBATA (SASTRERÍA GONZÁLEZ, $629.993, $349.993, $160.993 Y $65.000).  - Créditos: St: Romina Giangreco / Fotos: Mica Bianchi

Los adultos no sabemos tampoco.

Yo apago el teléfono y me cuesta un montón no hacer nada. Igual, ahora estoy tomando el hábito de entrar a casa y apagarlo. Todavía me cuesta, pero también lo hago para educar con el ejemplo. Porque si no les doy tecnología, pero estoy el sábado tirada en la cama con el teléfono, en Instagram, es un mensaje contradictorio, más allá de que yo a veces puedo fumar y ellos no fuman.

Claro, hay cosas que son de adultos.

Hay cosas que son de adultos y punto. Un teléfono liberado para una nena de 12 años... no me parece. El que creó el teléfono dijo: “Dénselo a los 14 años”.

El teléfono acortó la niñez y el tiempo que usan los juguetes, ¿viste?

En casa les encantan los imantis, esos cuadraditos con imán, juegan a armar sus “vidas”. Oli tiene su vida tipo más chic, con cosas doradas, Baltazar es el más meticuloso y Filipa va haciendo lo que puede, compartiendo, negociando entre ellos... A veces los veo negociar y digo: “Esto es maravilloso”.

¿Qué otros mantras te fue dejando la maternidad?

Una va aprendiendo todo el tiempo. Antes capaz que era más de juzgar otras maternidades, pero hay que entender que cada una atraviesa el proceso. Y esto lo aprendí mucho en la formación que hice de doula, una no es nadie para juzgar. Cada maternidad es distinta. A cada una le pega como le pega. Veo la Paula de antes y digo:
“Pará”. Me pasó algo muy fuerte con la maternidad y en esto de querer transmitir este fanatismo, esta pasión... Lo mío era más que nada para despertar a las mujeres: “Nadie más puede decirles cómo parir, o sea, vos lo podés elegir”. Mi descubrimiento que necesitaba compartir era que ya no teníamos que obedecer al ambo blanco. El ambo blanco sabe qué hacer ante una intervención necesaria, pero estamos todas yendo a la intervención innecesaria que nos hacen creer que es necesaria, porque hay todo un negocio atrás de esto. No puede ser que estemos en el 75% de cesáreas. Y hay que hacer cumplir la ley que nos ampara, podemos elegir cómo parir, ya sea que lo hagamos de manera privada, con una obra social o en el hospital público.

Paula Chaves en el Four Season para OHLALA

SACO, PANTALÓN, CAMISA Y CORBATA (SASTRERÍA GONZÁLEZ, $629.993, $349.993, $160.993 Y $65.000).  - Créditos: St: Romina Giangreco / Fotos: Mica Bianchi

“Con Pedro, hicimos terapia de pareja el año pasado. Uno no puede vivir en color de rosa toda la vida, las crisis son parte del proceso”.

¿Esto lo aprendiste post Oli?

Sí, yo con Oli tuve una cesárea. Me dijeron que tenía presión alta, que mi bebé no se movía. Me abrieron y me la sacaron. Fue espectacular el encuentro con Oli, igual. Pero hoy pienso, bancame ahí, que mi cuerpo sabe hacer lo que sabe hacer. No lo induzcas si no hace falta, no me apures. Descubrí eso y es como que me fanaticé en intentar contarles esto a todas. Pero puede que en esas ganas de informar me pasé en esto de juzgar a madres que elegían distinto. Siempre desde el amor, pero sin darme cuenta de que, al final, cada una hace lo que puede. De hecho, me tocó acompañar a muchas mujeres que me escribieron por Instagram y me llamaban en sus trabajos de parto... Y mujeres que han logrado partos después de cesárea me decían: “Me acordé mucho de las cosas que me dijiste”.

¿Hoy qué te enorgullece de tu maternidad?

Maternar ya es un montón. Me enorgullece poder hablar con mis hijos. Oli el otro día me refutaba cosas y le dije: “Mirá, Oli, yo estoy aprendiendo a ser mamá con vos. Bancame. Me voy a equivocar”. Como vos te equivocás como hija, yo no pretendo que vos seas de una forma. Estamos aprendiendo las dos. Obviamente que yo soy la mamá, marco los bordes, ponemos límites con Pedro y somos de estar mucho encima, pero hay un diálogo abierto en casa. Me da orgullo también permitirme equivocarme y pedir perdón. Yo les pido perdón a mis hijos.

¿Y con Pedro cómo sos, sos de pedirle perdón?

Sí, muchas veces es como “tenés razón”.

Y en todos estos años, ¿tuvieron crisis?

Sí, re. Incluso hicimos terapia de pareja el año pasado. Uno no puede vivir en color de rosa toda la vida, las crisis son parte del proceso.

¿Cuáles creés que son las fórmulas que ustedes encuentran para superar esas crisis?

Para nosotros, el amor y la diversión son fundamentales. Tenemos nuestros momentos en que son batallas campales y guerras frías, porque delante de los chicos es como todo un fingir demencia, como los países que se atacan fríamente. Los chicos no se dan cuenta de nada, porque esas son cosas de adultos. Y la terapia el año pasado nos sirvió un montón, porque no estábamos encontrando el punto de encuentro entre los dos. Yo cedí un poco, él cedió un poco y nos encontramos. Pero ¿qué pasa? Había mucho amor de base, nosotros la pasamos muy bien juntos, nos amamos mucho. Estamos todo el tiempo abrazándonos, dándonos besos, vivimos como novios. Y ese es el clima que se vive en casa, más allá de que están estas guerras frías. Pero está bueno también bancarlas, y la terapia nos hizo re bien. No hace falta estar en plena crisis a punto de divorciarse para ir a terapia.

Paula Chaves en el Four Season para OHLALA

TOP STRAPLESS Y FALDA CON FLECOS (CARAFISTUDIO, $940.000), ANILLO Y AROS (SÍNTESIS DESIGN).  - Créditos: St: Romina Giangreco / Fotos: Mica Bianchi

¿Qué te enamora hoy de Pedro? Me imagino que después de la paternidad una se va enamorando de otros aspectos de su pareja que quizá no conocía...

Sí, cuando lo veía con los bebés a upa, era como el papá que siempre había soñado, y ahora me encanta verlo. Me pasa que para mí la base es poder reírnos y admirarnos. El admirar al otro también está bueno. En el teatro es espectacular lo que hace. Primero como actor cómico, después como guionista, como director. Lo veo y me fascina. Y se está poniendo cada vez más lindo. Yo lo veo del 2010 a ahora y digo: “Los años le van quedando bien, con 45 está mejor”.

¿Cómo vivís el paso del tiempo? Venís del mundo de la moda, que es tan cruel en ese sentido...

A veces me cuesta, pero tampoco me animo a hacerme nada, más que un bótox no me animo. Entonces digo, bueno, ya está. No vamos a poder detener nunca los efectos del paso del tiempo. Trato de cuidarme, pero por una cuestión más de salud, porque me gusta ir al gimnasio, porque me gusta comer bien y porque mi mamá me educó así, como cuidando la salud. En mi casa no había nada industrializado, primero porque no teníamos plata para comprar la patita de pollo de la bolsa, pero segundo también porque mi vieja siempre fue de la comida natural, sana, la comida real.

¿Y cómo cuidás tu salud mental?

Hice muchos años de terapia. Muchas terapias alternativas, hice biodecodificación, en el proceso de la formación como doula fui conociendo diferentes mujeres que abordaban diferentes espacios. Ahora no estoy haciendo nada porque ya me conozco mucho, ya siento que tengo como mi cajita de herramientas para afrontar diferentes situaciones. Trabajé mucho el amor propio, para mí es la base de todo. Me siento merecedora de todo lo que me pasó, laburé muchísimo para llegar a donde llegué y por tener todo lo que tengo, no me lo regaló nadie. Abrazo un montón de las facetas de Paula. También abrazo las cosas que me faltan o que siento que me hicieron mal en su momento, y trato de aceptarlas y de entender. En un momento tuve mucho ataque de pánico, ataque de ansiedad.

¿En qué momentos?

Cuando tenía 25 o 26 años. Por cuestiones familiares que habían pasado en ese momento, por el trabajo, por la vida misma, no sé. Pero siempre como queriendo combatir eso, y ahora me di cuenta de que una puede abrazar eso que le pasa y ya tener su caja de herramientas para poder afrontar esos momentos. Hoy por hoy, me agarra un ataque de ansiedad mínimo y yo ya sé cómo resolverlo. Respiro y como que no hay nada más importante que el aquí y ahora.

¿Hay algo de esa caja de herramientas que podrías compartir para otra persona?

No siento que sea la persona que pueda ayudar, sí puedo compartir desde mi experiencia, a mí me sirvió mucho entender que no tenemos el control de nada. Porque parte de todo lo que me pasaba a mí era por querer controlar: controlar mi salud, controlar la salud de mis hijos, controlar, controlar, controlar, el trabajo... No hay control de nada. Vivamos. Trato de cuidarme, de cuidar a mis hijos, de que todos estemos más o menos viviendo en coherencia, pero también disfruto. O sea, porque me la pasé mucho tiempo “con miedo a” y me perdí de disfrutar. No sé si es un consejo, a mí me sirvió mucho soltar el control. Por ejemplo, le tengo terror al avión, pero terror..., pero hace poco me subí con los cuatro al avión. Ellos ya saben que puedo llorar un poquito, descomprimo y sigo. Eso también, abrazar mis cosas, no las tengo que ocultar. “Sí, tengo pánico al avión, pero acá estamos”.

¿Qué es lo último que aprendiste sobre vos?

Ay, qué pregunta difícil. Esto que estábamos hablando recién, que, a pesar de no tener el control de nada, también puedo. Y que me voy a seguir equivocando con un montón de cosas, pero también es parte de la vida, desde que estamos vivos pasan cosas. A mí me tocó algo heavy, que fue perder a mi mejor amiga a sus 37 años, yo era más chica, por un cáncer de mama, y ahí me di cuenta de que no había vivido nunca eso.

Sí, nos empiezan a pasar esas cosas. ¿Y eso en qué sentís que te hizo como una bisagra?

En que estamos vivos y que van a pasar cosas. Y que es una cagada, sí, obvio que es una cagada, pero bueno, son cosas que pasan. Y que tal vez hay algo después, que no lo sabemos... Todo el mundo lo describe como algo espectacular y quizás esté en un lugar mejor. Y que ha dejado una enseñanza muy grande acá y que, de verdad, de vuelta, no tenemos el control de nada. Lo que tenga que ser va a ser. La partida de Lina me ayudó a vivir más liviana, a disfrutar de las pequeñas cosas, a vivir más liviano todo. Es ahora.

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