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Puto y orquesta: esto es lo que tenés que saber sobre el show de Carlos Casella

Este viernes 11 de agosto en ND Ateneo Carlos Casella vuelve a hacer una función de “Puto y orquesta”, su espectáculo más personal: enterate por qué


Concierto romántico sobre un tipo de masculinidad.

Concierto romántico sobre un tipo de masculinidad.



Empieza el show y él aparece completamente desnudo sobre el escenario. Bueno, solo tiene los zapatos puestos. Su piel brillante, su figura escultural, sus movimientos exactos y su voz dulce arman una escena que es tan sensual, como íntima, como auténtica, como natural, como hipnótica. Quienes hayan ido a conciertos anteriores de Carlos Casella seguramente lo habrán visto desvestirse: el striptease entre canción y canción supo ser un estilo muy suyo, una estrategia garantizada para subir la temperatura y la adrenalina en los recitales. Ahora juega a la inversa. Y eso es ya, desde el primer minuto, una sorpresa. 

Casella parece distinto al de siempre, y es el mismo. Está desnudo, aunque no tanto. Eligió llamar a este espectáculo Puto y orquesta. “Es un título que causa fricción entre lo guarro y lo sofisticado -explica mientras toma un café y reflexiona sobre la provocación-. La palabra ´puto´ como insulto la doy vuelta y ya no tiene esa oscuridad sino que ilumina: me tiraste una bofetada y yo me la pongo como un chaaal -dice alargardo la “a”- Y me queda divino. ¿O no?”, pregunta con evidente vanidad porque ya conoce la respuesta. 

Pero hay más, porque ese atuendo simbólico que al comienzo del show deja verlo (casi) todo, es justamente una manera de lucir su masculinidad.  

Carlos Casella.

Carlos Casella.

Este concierto es como el lado B del consagrado Babooshka, donde reversionaba canciones que hasta entonces sólo habían sido cantadas por mujeres y les daba un nuevo sentido. Ahora, va hacia temas que dibujan su modo de ser varón. “Me salí del libreto y busqué en canciones las moléculas de mi masculinidad, las que me fueron estructurando así”, dice sobre este camino propio que reemprende en cada función.

Suena Amigo amor de Rocío Jurado, se escucha El diablo en el cuerpo de La Lupe, canta La distancia de Roberto Carlos, también Quereme, tengo frío de Marilina Ross, Dame alguna prueba de amor de Luis Miguel, hace una versión tremendamente conmovedora de Soy pan, soy paz soy más de Mercedes Sosa y se despacha con un gitanísimo Tengo miedo de Isabel Pantoja. 

“Recorro un territorio personal en el concierto”, aclara. “No es LA masculinidad Puto, sino UN tipo de masculinidad”. Sin intentar hacer un manifiesto, cierra la frase con contundencia y deja pensando.

Un tipo de…

Carlos Casella.

Carlos Casella.

Probablemente, para llegar a acá, tuvo que pasar el túnel del aislamiento pandémico; o quizás simplemente los 55 años de vida intensamente vivida, ¿quién sabe’. Como sea, fue en el encierro del 2020 cuando se gestó este concierto que se vuelve a dar el próximo 11 de agosto en ND Ateneo.
Puto y orquesta nace en la intimidad y ese cuerpo que se exhibe es el que eran tan peligroso en el contexto de su gestación: el que no podía abrazar ni ser abrazado, el que podía enfermar, el que debía resguardarse al máximo, el que imploraba ser amado quizás más que muchas otras veces. “Este concierto que es híper romántico”, describe.

Y lo es. Particularmente, hay una escena de amor en el show que es de una belleza apabullante: Carlos Casella baila con el coreógrafo Gustavo Lesgart y parecen una sola criatura, con dos cabezas. 

Gustavo, además de ser un gran artista, fue su pareja durante siete años. Eso pasó hace mucho, un cuarto de siglo ya. Y desde hace no tanto es su marido: fue en un día de confinamiento también cuando, por videollamada y en forma absolutamente inesperada, Carlos le propuso casamiento a Gustavo. Él aceptó. 

Son un matrimonio, no viven juntos y son ex pareja, pero están casados.

Mientras muestra fotos en la pantalla de su celular de la ceremonia nupcial, con apenas cuatro personas en escena, cuenta que casarse fue iluminar en un momento de mucha oscuridad, fue conectar con una manera de cuidado mutuo, de ser familia, de un amor que no tiene por qué existir bajo el mismo techo ni dentro del formato tradicional de la pareja o el parentesco. Una creación.

¿Cómo te lo digo?

Carlos Casella.

Carlos Casella.

No es un cantante y ya, Casella viene del teatro y de la danza -fue uno de los pioneros que formaron el Descueve en los años ´90-, dirige obras y diseña coreografías. Así que Puto y orquesta es mucho más que un concierto, se trata de un espectáculo performático, con arreglos y una puesta en escena, donde se conjugan varios lenguajes. “Es un viaje”, dice él. Y lo emprenden cuando hay tripulación; porque el elenco de músicos es un dream team que funciona como lo que le gusta llamar “concilio”. Están Pedro Onetto en el piano, Nicolás Rainone en contrabajo, Tomás Carnelli en guitarra y Bemjamín Báez en violonchelo. Estrenaron en el CCK y dieron un par de funciones, en distintos momentos, en el ND Ateneo a las que se agrega una nueva este viernes. “Lo hacemos con cierta ´esporacidad´”, indica Casella a sabiendas de que está inventando una palabra que no existe, con la impunidad que le otorga su naturaleza creativa.  

Además de haber curado un repertorio de canciones que conoce y resuenan con su yo de hoy, el repertorio de Casella también incursiona en cuatro canciones suyas. No son las que más fácil le salen. “Es que cantar una de la Pantoja, por ejemplo, me abre un imaginario inmenso, me lleva que me lleva a otro lugar y me divierte más entrar a otros universos para no frenarme en la expansión teatral, me sorprende a mí mismo lo que pasa. En las canciones propias voy a un terreno conocido, me dejan alejarme menos”.  

“¿Tenemos que amarnos  para conocernos o tenemos que conocernos para amarnos?” pregunta Casella desde el centro de la escena, ya con su camisa, su faja, chupines y saco de lentejuelas.

A medida que avanzaba la noche, Carlos Casella se fue vistiendo de a poco mientras cantaba. Varias de las prendas son diseños de Pablo Ramírez para el show, otras vienen de su guardarropas habitual. Las porta con la misma elegancia que lleva la alta costura de su cuerpo al desnudo. Se construye frente a una mirada y el clima se va aquietando hasta llegar al ambiente necesario para cerrar de un modo más introspectivo que explosivo. La promesa del viaje se cumplió.

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