Black Rabbit: el oscuro drama familiar que llegó a Netflix con Jude Law y Jason Bateman

El atractivo de la serie radica en cómo alterna entre lo frenético de la vida nocturna —clubes, barras, fiestas, cocinas agitadas y negociaciones turbias— y los flashbacks que revelan de a poco las cicatrices de la infancia compartida. Esa tensión entre presente y pasado no solo aporta dinamismo narrativo, sino que también busca darle densidad emocional a personajes que están lejos de ser héroes. Black Rabbit plantea, en definitiva, qué significa realmente ser familia cuando la confianza se erosiona, y cuánto estamos dispuestos a sacrificar para salvar —o arruinar— lo que amamos.

Además de Law y Bateman, el reparto está compuesto con figuras que potencian la trama:

• Amaka Okafor como Roxie, la chef del restaurante, talentosa y con aspiraciones propias.

• Cleopatra Coleman en el papel de Estelle, una diseñadora de interiores que entra en la vida de Jake para sumar tanto deseo como tensión.

• Ṣọpẹ́ Dìrísù como Wes, músico y emprendedor que representa la otra cara de la ciudad: el brillo, la ambición y la seducción del éxito rápido.

• Troy Kotsur encarna a Joe Mancuso, un mafioso al que Vince le debe más de lo que puede pagar.

• Odessa Young es Gen, la hija de Vince, que introduce un costado más vulnerable y humano dentro del torbellino de traiciones.

Cada personaje cumple una función: ser espejo, obstáculo o ancla emocional para los Friedken. Y aunque no todos tienen la misma profundidad, aportan matices a una historia que necesita de múltiples frentes abiertos para mantener la tensión.

Más allá de los conflictos puntuales, Black Rabbit se apoya en la tensión universal del lazo entre hermanos. Jake y Vince son dos caras de la misma moneda: uno representa el control, el orden, la búsqueda de prestigio; el otro, la impulsividad, la deuda, el caos. En esa oposición se juega la esencia de la serie, que nunca deja de recordarnos que el amor fraternal puede ser también una maldición. La ambientación es otro de sus puntos fuertes: la Nueva York que muestra la serie oscila entre el glamur de los clubes VIP y los rincones más oscuros donde se cierran tratos peligrosos. Esa dualidad refuerza el carácter ambiguo de los protagonistas, atrapados entre la luz de lo que muestran y la sombra de lo que esconden.

La miniserie tiene ocho episodios que funcionan como un viaje sin frenos. Entre sus virtudes están la química entre Law y Bateman, la atmósfera envolvente y un guion que sabe cómo enganchar con giros y cliffhangers. En el debe, algunos críticos remarcan que el exceso de drama y traiciones puede saturar, y que ciertos personajes secundarios no logran la misma consistencia que los protagonistas.

Aun así, Black Rabbit se sostiene como un relato oscuro, elegante y atrapante, ideal para quienes disfrutan de thrillers urbanos con sabor a tragedia familiar. Una ficción que, sin revolucionar el género, entrega la dosis justa de suspenso y emoción para convertirse en una de las apuestas más comentadas de Netflix en este año.