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La maternidad en Envidiosa 3: una mirada real y sin mandatos

Envidiosa 3 pone la maternidad en primer plano con una mirada honesta y sin mandatos. En esta nota, una reflexión de Criemos Libres sobre esta serie que revela las presiones sociales que atraviesan las madres y abre una conversación necesaria sobre culpa, deseo y crianza real.


Detrás de este universo visual está el trabajo de la firma argentina María Páez.

Detrás de este universo visual está el trabajo de la firma argentina María Páez. - Créditos: Gentileza prensa



La tercera temporada de Envidiosa llegó para patear el tablero. No solo consolida su lenguaje ácido y ágil para hablar de los vínculos contemporáneos, sino que también se atreve a poner en primer plano un tema todavía lleno de mandatos y culpas: la maternidad. Y lo hace con una sensibilidad que pocas ficciones locales habían logrado hasta ahora.

En el centro de esa mirada está Caro, interpretada por una enorme Pilar Gamboa, que desarma con una naturalidad brutal las expectativas que el mundo deposita sobre las madres. Su personaje se corre del estereotipo de la “madre ideal” para mostrar algo mucho más auténtico: el caos, la contradicción, el cansancio, el deseo propio, la culpa y la fuerza transformadora que aparece cuando una empieza a nombrar lo que siente.

 

Uno de los momentos más comentados de la temporada fue retomado esta semana por Criemos Libres, la comunidad que acompaña la crianza respetuosa desde un lugar real, empático y sin mandatos. En su posteo de Instagram escribieron: “Estoy un poquito cansada”, una frase que condensa el agotamiento físico y emocional que tantas mujeres viven en silencio.

La escena de Envidiosa a la que hacen referencia expone algo universal: la presión de la mirada ajena sobre cada decisión materna. Si dar la teta o no, si dar la mamadera, si colechar, si volver al trabajo pronto, si “ya debería…” dormir, comer, gatear, hablar. Todo parece estar sujeto a evaluación. Criemos Libres lo resume perfectamente: “Siempre puede haber alguien opinando sobre lo que ‘deberías’ hacer”.

Caro: un personaje que habla por muchas

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Pilar Gamboa logra que Caro sea incómoda, amorosa, honesta, contradictoria y profundamente real, todo al mismo tiempo. Ella encarna a esa mujer que intenta maternar sin perderse a sí misma, que ama a su hijo pero no quiere que su identidad quede reducida a ese rol. Que necesita espacio, que se debate entre la exigencia y el deseo, y que termina revelando lo más importante: no hay una única forma correcta de ser madre.

Envidiosa 3 le da voz a una mujer que aprende en el camino. Y, en el fondo, eso es lo que hace cualquier persona: nadie nace sabiendo. Sin embargo, las decisiones de las madres suelen quedar bajo un escrutinio público mucho más feroz que el de cualquier otra experiencia vital. Como si, a diferencia del resto, ellas debieran traer el manual incorporado. Si todos aprendemos a atravesar nuevas situaciones sobre la marcha, ¿por qué a las mujeres se les exige saber maternar desde el primer momento? Es ahí donde la ficción dialoga de forma directa con quienes, del otro lado de la pantalla, sienten que también están —simplemente— “un poquito cansadas”.

Cuando otra serie dice lo que pocos se animan: el caso Valeria

Esta conversación no es nueva, pero sí cada vez más visible. Valeria, la serie española estrenada en Netflix en 2020 y seguida por públicos jóvenes y adultos, aportó una de las escenas más compartidas del último tiempo sobre maternidad y pareja. En ella se ve, por un lado, la culpa de Carmen (interpretada por Paula Malia) por desear volver a conectarse con su trabajo después de haber sido madre y, por el otro, la necesidad de su pareja de estar más presente en el hogar. La situación que se retrata propone un mensaje clave: la crianza no es una competencia por “quién hace más”, sino una construcción en equipo. Y eso requiere diálogo, empatía y acuerdos que cambian en cada etapa.

Ficciones que acompañan, preguntas que quedan

En un presente en el que las redes sociales parecen estar desbordadas de opiniones ajenas, mandatos y recetas universales, resulta reconfortante que la ficción empiece a abrir otros relatos: más vulnerables, más honestos, más humanos. Tanto Envidiosa 3 como Valeria coinciden en algo esencial: maternar —de un modo u otro— es siempre una experiencia transformadora, pero no debería vivirse en soledad ni bajo el peso constante del juicio. Hablar de eso, mostrarlo sin idealizaciones, reírse, incomodarse, problematizarlo también es una forma de alivio colectivo.

Y así, como en el posteo de Criemos Libres, la pregunta queda flotando, abierta, interpelando a quien mira: ¿Alguna vez te sentiste juzgada por tus decisiones de crianza?

 

"La maternidad es como una dinamita" (Envidiosa)

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