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Fer Dente, Betular y Hairspray: el musical que promete ser el gran fenómeno teatral del año

Director, actor y creador, Fer Dente vive uno de sus mejores momentos: tras ganar el Hugo por Despertar de primavera, se prepara para estrenar Company y dirigir Hairspray, el musical protagonizado por Damián Betular que ya genera expectativa en el teatro porteño.


Fer Dente: "El treatro me salvó la vida"

Fer Dente: "El treatro me salvó la vida" - Créditos: Gaspar Kunis



Fer Dente es hoy uno de los grandes referentes de la comedia musical argentina. No solo es un hombre orquesta —y todo lo hace bien—, sino que descubrió la satisfacción de hacer brillar a otros y eso lo tiene alucinado. Creó el Instituto Argentino de Musicales y tiene una compañía que no solo llena salas, sino que también es premiada por la industria. Acaba de ganar el Hugo a mejor director por Despertar de primavera y se prepara para estrenar Company el 8 de enero en el Teatro Nacional.

Hablamos sobre el teatro —su lugar en el mundo—, las nuevas generaciones, el amor y el orgullo de poder gritar sin miedo quién sos.

Vos venís de la comedia musical desde siempre, pero en los últimos años hubo como un boom, ¿a qué se lo adjudicás?

Al público. Hay nuevas generaciones de espectadores que no tienen prejuicio, que son muy curiosos, muy exigentes, pero que no responden a demasiadas reglas. En Paraíso fiscal, el programa de actualidad que hago todos los días de 6 a 8 de la mañana en Olga, nos tocó analizar el comportamiento del electorado, y se habló mucho de esta nueva generación que empezó a votar, que está en una zona gris, que no es ni peronista ni antiperonista, ni radical, ni antirradical, que no siguen tantas reglas. Con las nuevas generaciones de espectadores pasa lo mismo. Ya no es más la obra en la que está el famoso o la que está en tal teatro. Para esta nueva generación de espectadores, es “está bueno o está malo”, no importa nada más.

Creaste el IAM, el Instituto Argentino de Musicales, ¿de dónde vienen esas ganas de generar un semillero de gente talentosa? 

Yo tuve oportunidades muy grandes de muy chico, que me permitieron avanzar varios casilleros rápido. Siempre fui muy consciente de la fortuna que eso significaba, y mi manera de devolver un poco eso fue formarme más, estar a la altura, seguir sacando ventaja, en el buen sentido, de esas oportunidades. Pero cuando cumplí 30 años, tuve una crisis, no sabía si seguir haciendo lo mismo o modificar algo... Y, con Ricky Pashkus, mi socio y prócer del teatro musical en Argentina, pensamos en construir un espacio donde los chicos se formaran. Van de tres a cuatro veces por semana, 6 horas por día, y ya empezó a dar sus frutos, como Albana Fuentes, de La sirenita, o Trinidad Montiel, de Despertar de primavera. 

¿Qué debe tener una persona cuando se sube al escenario para que la elijas? 

La buena formación se agradece mucho. No es la manera en que canta, baila o actúa. La buena formación te arma como un profesional. Es cómo te presentás, cómo escuchás, cuál es tu actitud. Hay un lenguaje particular, heredamos hábitos de la danza clásica, de la clase de ballet, del jazz, del teatro clásico... Hay un idioma propio que es muy difícil de enseñarle a alguien que nunca lo hizo. 

Fer Dente: "El treatro me salvó la vida"

Fer Dente habló de su regreso a la comedia musical. - Créditos: Gaspar Kunis

 

¿Cómo fue tu formación? ¿Cómo fue tu infancia?  

A los 8 empecé a actuar en el colegio, a los 10 entré al Club Italiano y ahí fue como un gran descubrimiento. A los 14 entré a la escuela de Hugo Midón y a finales de ese año quedé seleccionado para la obra Derechos torcidos. Ahí conocí todo un mundo increíble y decidí que iba a ser actor, sin ningún tipo de garantía, decidí que ese iba a ser mi camino. 

¿En tu casa qué te decían? 

En mi casa me decían que si no eras Francella o Darín, dormías debajo de un puente. Y siempre cuento que cuando trabajé con Hugo Midón conocí un montón de gente, coreógrafos, actores, directores, que no eran ni Francella ni Darín y que vivían mejor que mis papás. Entonces dije: “Bueno, pará, acá hay una posibilidad”. Ahí me volví loco, loco, obsesionado, buscando maestros, representante, castings, becas, porque yo vivía con mis papás y ellos no podían mantenerme eso. Fue una etapa en la que, aunque sabía lo que quería, se hizo eterno darle forma, hasta que apareció High School Musical y ahí empezó mi vida. 

Dirigís, actuás, bailás, enseñás, estuviste en la tele, ahora en streaming, ¿qué rol te enorgullece o disfrutás más?

El teatro es mi lugar, haciendo lo que sea. Olga me encanta, la paso espectacular, es un equipo insuperable, aprendo mucho, es un gran paréntesis divino en mi vida, pero lo otro es quien soy, 
mi casa.

 

Contanos de Company, ¿qué es? ¿Qué se viene? 

Estoy muy fascinado, la verdad. En lo personal, marca volver a subirme al escenario en un musical después de casi 4 años. La obra es una bomba. Es una comedia, la historia de un soltero de 35 años y su vínculo con la soledad. Es un gran musical, tenemos una orquesta en vivo con 10 músicos en el escenario y un elenco impresionante. Estoy muy orgulloso, y nosotros como compañía, como equipo creativo, venimos trabajando mucho y muy bien. Acabamos de ser muy mimados por los premios Hugo, que son los más importantes al teatro musical. Con Despertar de primavera ganamos como mejor musical, yo gané como mejor director, mejor coreografía, mejor dirección musical, los tres protagonistas premiados... 

¿Te da ilusión reencontrarte con el público?

Sí, mucha. Soy un malcriado, me siento muy mimado. Todos me hacen sentir como que soy su hijo, su amigo, su sobrino, su nieto o su hermano más grande, ahora que los más chiquitos también aparecieron. Uno sana un montón de cosas ahí.

¿Qué sanaste vos? 

Todo, el teatro me salvó la vida. Literalmente, me dio mi lugar. Hoy se habla de la importancia de los clubes para que los chicos no estén en la calle. Bueno, yo no estaba en la calle, pero mi casa a veces no era el mejor lugar para estar y el teatro fue literalmente mi vida, mi refugio, donde me encontré. No te podría decir que es donde me escucharon, porque en mi casa no es que no me escuchaban, pero yo no aparecía. Y en ese lugar aparecí, realmente, y me desarrollé. 

Hay algo lindo en esto que traés de aparecer y desaparecer, ¿qué les aconsejás a esas personas que se sienten invisibles?

Cuando era más chico, creía que se trataba de poner el foco en encontrar la vocación. Después, me di cuenta de que no todo el mundo tiene tan a mano la vocación. Si te pasa de descubrirla, es medio un regalazo... Yo de muy chico fui muy consciente de que eso era como “acá tengo la llave maestra”, esa que abre todo porque es la que ordena. Pero creo que uno aparece cuando encuentra lo que lo hace sentir bien, sea lo que sea. Cuando está en el lugar o cuando está con la persona... Estar en contacto con eso, con qué te gusta. A veces, de chico, yo también era muy purista y decía: “No, ¿cómo vas a estudiar algo que no te gusta y trabajar de eso?”. Y conociendo mucha gente, te das cuenta de que no para todo el mundo la vocación va ligada a lo que te da de comer. Y digo: “Buenísimo, buscá un trabajo que más o menos te resuelva, que te traten bien, que te paguen bien, pero que en otro lado encuentres lo que te hace feliz también”. Aprendí que hay mucha gente que es feliz realmente estando en su casa con su familia. Y está espectacular. Y ahora lo entiendo perfectamente, porque también mi vocación se empieza a acomodar en otro lado y empiezan a aparecer otras cosas. 

 

¿Qué cosas?

La familia, la pareja, la casa, el descansar... Millones de años estuve sin tener vacaciones, sin quererlas, sin ni siquiera contemplarlas como una posibilidad. Hasta que un año lo hice y dije: “Ah, mirá qué interesante...”. Y también esto de no haber estado actuando 4 años... Estuve haciendo un programa de televisión, pero el vínculo con la vanidad está en la diaria con lo que hago y me gusta saber que no necesito o no me muero si no estoy arriba de un escenario. 

¿Cómo es ese vínculo con la vanidad? ¿Qué pasa cuando dirigís? ¿Hay menos ego en juego?

Es otro proceso. El director como que se le juega todo hasta el estreno y ahí ya la obra es de los actores, y está muy bien que así sea.

En lo racional sí, pero en lo emocional, ¿no te falta el aplauso?

No, es como el orgullo del padre por el hijo, como “yo lo hice”. Por el amor que construiste y, a la vez, porque fuiste parte de ese camino, acompañaste, sostuviste. Si lo llevamos al término del aplauso, en vez de un aplauso, recibís quince, y son todos distintos, y cada uno tiene su camino. Igual, a mí nunca me pesó mucho el aplauso.

¿Qué es lo que sí te moviliza?

Es re cursi, pero es verdad, me pasa estando en el escenario, cuando sos un microsegundo consciente del engranaje del que formás parte y que está sucediendo todo como un reloj suizo.

 

Y el silencio del público azorado.

Eso lo valoro mucho más. A mí una tos me destruye. No sé dónde lo escuché alguna vez, pero me lo compré y, aunque no es tan así, me lo hice carne, que si alguien tose, es porque no está lo suficientemente conectado con lo que está pasando. Entonces, ahí me empiezo a flagelar. Para mí el teatro es conexión.

Habías protagonizado Despertar de primavera en 2010 y ahora la dirigiste. La sociedad cambió mucho, ¿la obra cambió?

En el año 2010 no existía la ESI, la ley del aborto, el feminismo o hablar de la violencia intrafamiliar. No es que no existía, no existía en agenda. Entonces, todo el mundo decía: “¿Qué es esto? ¿Qué chico se suicida porque en el colegio lo tratan mal? ¿Qué chica vive con un padre que abusa de ella?”. Los padres no querían llevar a sus hijos a ver la obra porque no querían tener que hablar. La obra te obliga a que hables, no hay manera. El gran cambio que yo veo es que hoy los padres arrastran a los hijos a ver la obra. Están desesperados por encontrar el espacio para hablar, y esta obra te lo deja servido. La historia no cambió ni media palabra, cambió el contexto y cambiaron los actores. Hoy los chicos tienen más recursos para contar esa historia, y eso cala en el corazón del espectador. 

¿Qué ves que traen a la sociedad estas nuevas generaciones?

Tienen más presión de resultado por las redes sociales. Digo: “Para estar en tal lado, tengo que tener seguidores, tengo que ser viral, tengo que esto, tengo que lo otro...”. Los veo más desesperados por encontrar un lugar rápidamente, y eso a veces atenta con que puedan conectarse con el presente y disfrutar lo que les está pasando, o enfocarse en lo más importante, que a esa edad es formarse, terminar de construir ese edificio. Que un edificio que puede ser de 20 pisos no lo abandonen en el segundo piso. Siento que es una nueva generación que tiene ese fantasma enfrente, que en muchos casos es verdad. Pero esto es largo, no hay que apurarse.

Se viene además otro gran proyecto como director: Hairspray, protagonizado por Damián Betular, ¿cómo surge esa idea?

Venía muy obsesionado con el universo Betular y su figura divina,  eso que genera que todos lo amamos. Soy muy amigo de Luis y de Berni y cuando salí de conducir la alfombra roja del Cris Morena Day, volví pensando “hay que hacer algo con el musical y Olga”. Al día siguiente lo vi bailar a Betu y dije, “este hombre tiene que hacer Hairspray”. Porque el personaje que Betu va a hacer en Hairspray, que lo hizo Enrique Pinti acá, John Travolta en la película, es un rol pensado para una figura con una particularidad, porque toda la historia la lleva Tracy, la hija, que es la protagonista. Así que hice la unión de Club Media, mis socios, y Olga, se lo propusimos a Betu y aceptó de una. Hace meses que se viene preparando, la va a romper. Es muy conmovedor ver el compromiso con que se lo toma y ahí entendés por qué ocupa el lugar que ocupa en la industria. Vamos a armar una audición muy grande para buscar a la protagonista, lo vamos a rodear de un gran elenco. Estrenamos en mayo en el Teatro Coliseo y las entradas ya están a la venta. ¡Va a ser una bomba!

 

¿Cuál es tu deseo hoy?

Hoy mi deseo está 100% conectado con la creación. Seguir desarrollando esta compañía, que es mi gente, mi equipo creativo, mi productora. Hoy mi panza hace más ruido con proyectos pensados para otras personas que para mí, quiero seguir expandiéndome como director, que es donde más potente me siento. Estoy muy en construir lo mío, capaz porque me acabo de mudar, tengo mi primera casa.

¿Cómo viene la casa nueva? ¿Ya conviven con Pablo?

Bien, muy bien. Primero estoy terminando de asentarla, pero la idea es que Pablo se mude y convivir. Soy mañoso, pero con la convivencia las cosas se charlan y se cede. Nosotros ya pasamos mucho tiempo juntos y somos, en ese sentido, bastante parecidos. Estamos todo el día sin hacer nada y la estamos pasando joya. Vivir juntos es lo que más ilusión me da. Nos llevamos muy bien, nos divertimos mucho, somos mejores amigos. 

¿Cómo te atraviesa hoy la palabra “orgullo”? 

Por suerte, mucha gente trabajó y luchó mucho para que yo hoy pueda estar en este lugar de privilegio hablando sin maquillar nada, y no decir “mi pareja”, poder decir “mi novio”, hablar de Pablo, contar que vamos a vivir juntos. Por supuesto que yyo soy lo que soy y hace muchos años que decidí sumarlo como algo de lo que comunico dentro de mi vida. Hay otras cosas que no comunico. Cuando me di cuenta de que no tenía que ver con mi intimidad, sino con mi identidad, ahí dije: “Lo que es mi identidad, ¿por qué no lo voy a compartir?”. Lo que es mi intimidad sí decido cuándo lo comparto y cuándo no. Muchos se confunden: tu identidad sexual no tiene que ver con con quién te acostás solamente, no es hablar de tu intimidad. Hay mucha gente que no tiene sexo y que igual es gay, y mucha gente que no tiene sexo y es heterosexual. Es una cuestión de visibilizar. Yo soy un hombre gay cis blanco, estoy en el tope de la pirámide de beneficios. Pero el colectivo tiene un montón de diversidades, y muchas sufren mucho. Es solo un poquito de empatía, ¿no? Nadie elegiría formar parte de una minoría y es muy peligroso vivir tapándolo. Para el que lo vive y para el entorno. No hay chance de que eso no te pudra, porque es tapar quien sos.

 

Es un tiempo de poca empatía con las minorías...

El mundo está roto. Hay una frase que dice Ricky Pashkus que me encanta: “Todo lo que avanza trae venganza”. Y ahora está viniendo la venganza de todo lo que se avanzó. Después se avanzará de nuevo, y después vendrá la venganza de nuevo. 

¿Qué le dirías al Fer de los 15?

Me da mucha ternura pensarme a mí más chico. Pienso que me pasaron muchas cosas y era muy chico. Me daría un abrazo y me diría: “Estate tranquilo”. Disfrutaría un poco más.

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