
El miedo al éxito: la trampa invisible que nos impide crecer, según una experta
Una nota de Paula Echeverria, experta en Terapia Transformacional Rápida, para OHLALÁ! Es una reflexión sobre cómo el miedo a brillar puede convertirse en un freno silencioso que nos impide avanzar.
16 de noviembre de 2025

¿Existe el miedo al éxito? Cómo enfrentarlo. - Créditos: Getty
¿Existe realmente el miedo al éxito o es un mito para explicar un montón de situaciones y reacciones que no tienen otra explicación? ¿Cómo podría alguien tenerle miedo a algo que, según podemos pensar, todos deseamos?
Bueno, a veces lo que más nos cuesta no es superar los fracasos, sino tolerar la posibilidad de que las cosas salgan bien. Aunque parezca paradójico, el miedo al éxito es una de las formas más sofisticadas de autosabotaje: un freno silencioso que se activa justo cuando estamos por lograr aquello que deseamos.
Detrás de ese temor no hay falta de ambición ni pereza, sino algo mucho más profundo: miedo a perder la identidad que se construyó antes de tener éxito.
Porque el éxito —aunque socialmente se lo anhele— desarma estructuras internas. Nos exige ocupar espacio, recibir reconocimiento y dejar de pedir permiso para brillar. Y eso puede resultar incómodo para quienes crecieron creyendo que destacar era peligroso, egoísta o que generaría rechazo.

Paula Echeverria - Créditos: Prensa
Ese éxito, supuestamente anhelado, implica muchas veces tantos cambios o situaciones que no sabemos cómo resolver a futuro, que la mejor manera de evitarlo es no llegar a ese escenario.
Ojo, no suele mostrar la cara tan fácil este miedo. Normalmente se disfraza de perfeccionismo, indecisión o esa eterna sensación de que “todavía no estoy listo”. También puede adoptar la forma de procrastinación o de una culpa silenciosa que susurra: “no merezco tanto” o “¿qué van a pensar los demás?”.
Desde afuera, incluso, suele verse como prudencia o exceso de autocrítica. Pero, en realidad, muchas de esas conductas son mecanismos de defensa ante la idea inconsciente de perder amor, pertenencia o aprobación si se llega demasiado lejos. Por eso tantas personas, justo cuando algo está por salir bien, bajan el ritmo, rechazan oportunidades o encuentran razones racionales para no avanzar.
Cómo detectarlo
Llegar a la conclusión de que lo que nos frena es el miedo al éxito no es sencillo. Nadie se levanta un día y dice “tengo miedo de triunfar”. El descubrimiento aparece cuando se repite un patrón: cada vez que algo se encamina hacia el logro, surge un obstáculo inesperado. El entorno, además, puede reforzar esa dinámica sin quererlo. Frases como “bajá un cambio”, “te exigís demasiado” o “no todo es trabajar” suenan protectoras, pero muchas veces devuelven a la persona al punto de partida.
Recién cuando alguien logra conectar las piezas —cuando comprende que no teme al fracaso, sino a lo que viene después del triunfo— empieza la transformación real.
El siguiente paso es repensar el éxito, encontrarle nuevos significados. Dejar de verlo como una amenaza y empezar a considerarlo una expansión natural de lo que uno ya es. En ese proceso, el trabajo con la mente subconsciente resulta clave. La Terapia Transformacional Rápida (RTT, por sus siglas en inglés), por ejemplo, se enfoca en identificar el momento y la razón por los cuales se formó la creencia de que “destacar es peligroso”, y reemplazarla por una nueva asociación más saludable. Cuando esa raíz cambia, las acciones fluyen solas. Ya no es necesario forzar la motivación, porque la resistencia desaparece. En esos casos se comienza a actuar desde la libertad, no desde la obligación.
No todos quieren el éxito
También existen personas que, después de alcanzar un nivel alto de éxito, deciden dar un paso atrás. A veces lo hacen por vértigo, culpa o miedo a la soledad que puede traer el reconocimiento. Pero otras, porque descubren que prefieren una vida más tranquila. Eso no siempre es un retroceso. Lo importante, ahí, es entender si la decisión nace del miedo o de la libertad. Si se elige achicarse para no incomodar, el miedo sigue ganando. Pero si la elección es consciente y serena, se convierte en una forma más madura de éxito.
Superar el miedo al éxito no es cuestión de fuerza de voluntad, sino de entrenamiento emocional. Rodearse de personas que ya estén en el lugar al que uno aspira llegar puede marcar la diferencia. El entorno, allí, puede funcionar como terapia o sabotaje.
También ayuda detectar con honestidad qué se teme perder si se tuviera éxito —afecto, tiempo libre, vínculos, anonimato—, porque muchas veces ahí se esconde la verdadera traba. La exposición gradual es otra herramienta efectiva. En ese sentido, se recomiendan acciones como mostrarse un poco más cada día, aceptar elogios, tomar decisiones que incomoden. De esa manera, nuestra mente aprende —por repetición, de a poco— que crecer no es peligroso.
El miedo al éxito, podemos concluir, es una trampa elegante. Nos hace creer que nos estamos cuidando, pero en realidad estamos achicándonos o evitando crecer. Sin embargo, al atravesarlo, lo que aparece no es más presión, sino más calma. El verdadero éxito no es tener más, sino sentirse en paz con lo que uno es, incluso cuando brilla.
Por Paula Echeverria, experta en Terapia Transformacional Rápida, gentileza para OHLALÁ!
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