
ContentLAB para Maybelline New York
Siempre tuve una extraña atracción hacia culturas diferentes de la occidental. En marzo del año pasado tuve la oportunidad de viajar a Marruecos y descubrir una cultura extraordinaria. Fuimos con mi mamá y mi hermana a Fez, una de las más tradicionales y antiguas ciudades de Marruecos y que aún conserva intactas las tradiciones. Mi primera impresión fue de asombro al ver que todavía existen lugares donde la gente vive con lo mínimo y su vida gira en torno de la cría de animales, el trueque, el Corán y el orden familiar del modelo patriarcal. Marruecos es un país con tierras muy fértiles, variedad de climas, excelentes especias, cueros, pero paradójicamente es muy pobre porque sólo un 30% de la población terminó sus estudios, en su gran mayoría hombres y más del 50% de la población no sabe ni leer ni escribir. Me llamó la atención ver cómo a pesar de la pobreza todas las viviendas contaban con antenas satelitales con acceso a más de 100 canales. Otra paradoja de esta sociedad. Por otro lado, internarse en las callejuelas de una medina (pequeña ciudad rodeada de muros y compuesta por más de 15.000 calles y pasadizos en muchos casos) es una experiencia extraordinaria, el único medio de transporte disponible dentro de la medina es el burro, y es impresionante ver cómo chicos de apenas 6 o 7 años te siguen durante todo el recorrido para vender baratijas a precios en euros, o dólares si no queda otra opción.... hablándote en por lo menos cuatro o cinco idiomas hasta dar con el tuyo y decir un referente a tu país, en nuestro caso nos habrán repetido el nombre Maradona unas 20 veces.
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