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Neurociencia: estos son 10 hábitos para entrenar a tu yo futuro

Entrena a tu “yo del futuro”. ¿Por qué es necesario entrenar al cerebro que anticipa el futuro?


10 hábitos para entrenar a tu yo del futuro.

10 hábitos para entrenar a tu yo del futuro. - Créditos: Getty



El dinamismo del mundo en el que vivimos induce transformaciones que hacen que nada sea exactamente igual que en cualquier instante del pasado. Asimismo, se suma la incertidumbre que trae aparejada de forma rupturista sucesos inesperados. Nada permanece inmutable, todo cambia y a ritmos cada vez más acelerados. Un ejemplo de esto son las nuevas tecnologías y las nuevas formas constantes de hacer las cosas. Por esto mismo es cada vez más necesario preguntarnos: "¿Qué queremos hacer en nuestro futuro?, ¿cómo gestionamos futuros inciertos de manera proactiva?, ¿en quién nos queremos convertir?, ¿a dónde queremos ir?"

David Bueno, doctor en Biología, escritor y catedrático de la Universidad de Barcelona dice, “el cerebro es el órgano del pensamiento y, desde la perspectiva del comportamiento, una de las funciones principales es la de anticipar futuros dinámicos y cambiantes y gestionar las incertidumbres que llevan asociados”.

Cerebro predictivo

El cerebro humano tiene una propiedad de la que carecen los animales, nos permite proyectarnos en el futuro, la prospección, la capacidad para imaginar lo que será para intentar hacerlo realidad, es una función esencial y protectora para nuestro cerebro y necesitamos promoverla. Ya lo dijo Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento.

¿Cómo nos gestionamos frente a las novedades?

Las diferentes formas de ver el futuro y de imaginarlo dependen de parámetros de funcionamiento cerebral asociados a características de personalidad como el optimismo, la confianza, la perseverancia y la resiliencia. Nadie puede predecir el futuro y menos el que nos espera, pero todos tenemos la capacidad de imaginar, cómo esperamos y cómo queremos que sea. Y de analizar de qué manera influyen las acciones que emprendemos ahora o las que llevamos a cabo en el pasado.

Para el cerebro, imaginar el futuro es como recordar el pasado de manera creativa. Es decir, utilizamos datos del presente y de nuestras experiencias pasadas, las combinamos de manera creativa y hacemos inferencias y de esa manera a veces acertamos.

Cualquier inferencia sobre el futuro es una proyección que parte de la incertidumbre y está claro que no todo el mundo ve el futuro de la misma manera. Hay personas que tienden a ver ese futuro de una manera más esperanzadora y otras que no. Y como neuroeducadora y entrenadora emocional siempre les comparto a mis alumnos la importancia y el tremendo impacto del componente emocional y de lo crucial que es educarnos todos en la esperanza, que es dar la oportunidad de cambiar, a encontrar una pequeña solución o alguna posibilidad de mejora y vivir con expectativas realistas, pero también esperanzadoras.

Sesgo del presente

Muy a menudo me preguntan, Gaby ¿cuándo veré el retorno de inversión de este cambio y transformación? Y creo que acá está la clave, dedicar tiempo al futuro, incluso cuando haya cosas más importantes que hacer en el presente y cuando además no hay un retorno inmediato y aparente de nuestros esfuerzos, con disciplina y perseverancia. Y esto es un gran desafío en estos tiempos donde buscamos la recompensa inmediata de todo lo que hacemos.

La mayoría de nosotros tenemos un sesgo con el cual tendemos a pensar que la persona que estamos siendo hoy, es la persona que seremos siempre. A veces, nos aferramos mucho a un rol, a una profesión y a una etiqueta y no dejamos margen alguno para el cambio y el crecimiento. Nos cuesta mucho ver el potencial de cambio en el futuro.

Hábitos para entrenar tu “yo del futuro”

  1. 1

    Desactivá el piloto automático. Sin este primer paso es imposible ser conscientes de la necesidad de dedicarle tiempo, reflexión y análisis crítico al futuro. La atención es el corazón de nuestra inteligencia.

  2. 2

    Observá a la persona en que deseas convertirte. Recordá que visualizarte siendo la persona en la que querés convertirte tiene un impacto directo en la formación de nuevas conexiones entre las neuronas.

  3. 3

    Abrazá el “todavía no”. Siempre estamos en proceso, entonces, ¿bajo qué mentalidad estamos eligiendo y decidiendo? Si nuestra narrativa está muy arraigada a una identidad del pasado o presente nos aferramos a una mentalidad fija.

  4. 4

    Escuchá tu propia narrativa interna. Las creencias limitantes que tenemos sobre nosotros mismos y nuestras propias habilidades, muchas veces pueden conducir a una falta de crecimiento y estancamiento.

  5. 5

    Generá y calendarizá espacios para pensar sobre tu futuro. Nuestras agendas son cada vez más demandantes y necesitamos pausar para explorar nuevas posibilidad y alternativas. Ya sabemos que lo que no agendamos, no lo cumplimos. Y si vos no lo haces, ¿quién lo hará por vos?

  6. 6

    Combiná todos tus conocimientos de manera novedosa. La creatividad es la capacidad de hacer asociaciones nuevas entre elementos que no están vinculados. Asociar recuerdos del pasado, analizar el momento presente y las necesidades percibidas para el futuro.

  7. 7

    Cuidá y gestioná tu emocionalidad. La gimnasia emocional es fundamental ya que sabemos que la confianza en nosotros mismos, el entusiasmo, el optimismo y la ilusión, tienen la capacidad de favorecer las funciones ejecutivas del cerebro, donde se inventa nuestro futuro y se crean nuevas posibilidades.

  8. 8

    Invertí en aprendizaje. El futuro es de los que aprenden no de los que saben. Muchas veces hay cosas más divertidas para hacer que estudiar, pero eso es una trampa. Si te imaginas en un futuro próximo, hace el ejercicio de preguntarte si quisieras haber estudiado tal cosa para ese entonces. También sabemos que el “no saber” nos hace muy humildes.

  9. 9

    Apoyate en mentores que ya hayan recorrido este camino de cambio, prospección y transformación. Esas personas que nos ayudan a accionar y a recorrer la brecha entre nuestro presente y nuestro futuro deseado, porque ellos ya lo recorrieron y de esta manera también potenciamos nuestro cerebro social.

  10. 10

    Valorá y agradecé los pequeños pasos diarios. Ya sabemos que la constancia hace milagros. Por eso este ejercicio de imaginar nuestro “yo futuro” requiere dedicación, voluntad, trabajo y perseverancia. ¿Y qué mejor que hacerlo hábito? Recordemos que el problema no es el tiempo sino donde ponemos las prioridades.

Desde mi experiencia diaria de acompañar tantas personas y equipos diversos y de todas partes del mundo, este ejercicio de prospección ayuda a bajar ansiedades porque la incertidumbre siempre estará presente en nuestras vidas, pero anticiparnos con conciencia y de manera proactiva le da un mensaje a nuestra mente de que estamos siendo protagonistas de nuestras elecciones y acciones individuales y que nos estamos preparando para ese futuro tan cambiante.

El futuro no es un lugar al que vayamos, sino uno que estamos creando. Los caminos se hacen en el andar, la vida es larga y podemos tener muchas identidades vocacionales y profesionales diferentes. Sigamos aprendiendo todo lo que podamos, combinemos los conocimientos de manera novedosa y hagamos uso de la plasticidad de nuestro cerebro. Con el realismo de la esperanza, recordemos siempre que el futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer.

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por Redacción OHLALÁ!


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