
Pasá a la acción: las 5 claves para crear la vida que querés
La sobrecarga de estímulos, el miedo y la autoexigencia pueden paralizarnos. En su nuevo libro, la experta en liderazgo y bienestar Sofi Contreras comparte claves prácticas para reconectar con tus prioridades, simplificar tu día a día y accionar desde un lugar auténtico y consciente.
28 de julio de 2025 • 10:57

Pasá a la acción: las 5 claves para crear la vida que querés - Créditos: Getty
No hace falta que le pongamos mucha metáfora: el mundo en que vivimos no para. Sobreinformación, millones de estímulos al mismo tiempo, responsabilidades y compromisos que crecen, agendas que desbordan. Y solo días con 24 horas. La sensación es conocida; a veces sentimos que estamos corriendo sin rumbo o, por el contrario, paralizadas sin saber por dónde empezar. Porque tampoco tiene tanto sentido hacer, hacer, hacer... si no somos conscientes de hacia dónde queremos ir. O para qué.
Por eso, charlamos con Sofi Contreras, experta en liderazgo, tecnología y emprendimiento, sobre su nuevo libro, Pasá a la acción (Planeta), en donde nos invita a detenernos, mirar hacia adentro y, desde ese lugar, accionar de forma consciente y transformadora. Te compartimos algunas claves de su método personal para poder diseñar una vida que se sienta propia y disfrutable, incluso en nuestro día a día.
5 claves para hacer realidad la vida que querés

Pasá a la acción: las 5 claves para crear la vida que querés - Créditos: Mariana Otero
1 . Crear tu propia definición de éxito y definir tus “no negociables”
¿En qué pensás cuando alguien te dice “ella/él es una persona exitosa”? ¿Qué atributos, actitudes o hábitos se te vienen a la mente al imaginar a alguien así? Tomate unos segundos para intentar tus propias respuestas antes de seguir leyendo.
OK, es probable que hayas pensado en algo de todo esto: alguien con mucho dinero y/o poder, alguien con fama, un estado físico hegemónico, una agenda siempre ocupada o un trabajo o educación de prestigio. ¿Por qué asociamos el “estar ocupadas todo el tiempo” con ser exitosas? “Consideramos que invertir mucho tiempo en algo equivale a más autoestima y más validación de quienes nos rodean, así como a mejores resultados. El primer gran aprendizaje alrededor de la productividad es que ser más productivas no es hacer más, es hacer mejor. El segundo es que estar ocupada todo el tiempo no es sinónimo de éxito”, dice Sofía.
Además, esta noción va cambiando en las distintas etapas de la vida, porque muta con nosotras, con nuestras experiencias y aprendizajes: ¿o acaso pensás lo mismo del éxito ahora que a tus veinti? Probablemente no. Entonces, el primer paso para diseñar la vida que querés es repensar esta pregunta clave: “¿qué es el éxito para mí hoy?”. Y sí, ya sabemos que puede ser difícil responder a esta pregunta. Por eso, nuestra experta propone, en primera instancia, identificar tus “no negociables”, ya que al ser humano –y a nuestro cerebro especialmente– le resulta más fácil identificar lo negativo. Y una vez que tengamos clara la lista de “noes”, el siguiente paso es transformarla en una lista de “síes”: lo que sí queremos en nuestra vida. Esta lista de deseos positivos es la que nos permite definir eso que Sofía llama un “martes cualquiera” ideal, o sea, cómo se ve un día disfrutable que queremos vivir, en lugar de solo enfocarnos en grandes hitos futuros. “Por ejemplo, en mi caso, ‘no quiero trabajar más los fines de semana’ o ‘no quiero más despertarme con despertador’, fueron algunos de mis ‘no negociables’ del pasado, que a mí me cambiaron la vida entera”.
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Para pasar a la acción
• ¿Qué palabras describen el éxito para vos hoy? ¿De dónde provienen: son ideas tuyas o heredadas? ¿Sentís que alguna no te pertenece realmente?
• Armá tu lista de “no quiero” y luego reformulala en tus “sí quiero”. No busques la perfección; podés arrancar con acciones chiquitas y concretas.
2. Evitar las trampas de tu cerebro: hacelo simple y decí que no
Si querés zafar de lo que Sofi llama la “productividad tóxica” –esa noción de productividad que valida estar siempre ocupada y con la agenda explotada como sinónimo de éxito–, entonces también hay que aprender a evadir ciertos trucos a los que nos va a exponer nuestra mente. Vayamos a un ejemplo: ¿qué pasa con nuestras resoluciones de año nuevo una vez bien entrado el año? ¿Cómo se sostienen? ¿Por qué –por ejemplo– pagamos una membresía anual de un gimnasio y después de un tiempo dejamos de ir? ¿Por qué nos cuesta sostener esos hábitos que sabemos que nos demandan cierta incomodidad o esfuerzo? Muchas veces creemos que ese “compromiso previo” que asumimos al pagar un año entero de gimnasio nos va a ayudar a sostener la motivación y la acción. Pero spoiler alert: en la práctica, esto no funciona así.
Y las razones están en nuestra biología: nuestro cerebro está diseñado para obtener placer inmediato –que activa la liberación de dopamina, el neurotransmisor que nos hace sentir bien–, y es por eso que esos beneficios que son más a largo plazo no son priorizados por nuestra mente. Si nuestro cerebro tiene la opción de entrenar versus la opción de mirar Netflix en el sillón, ¿cuál creés que va a elegir? La respuesta es obvia.
Para que te evites estas negociaciones con tu cerebro, Sofi Contreras da algunas claves prácticas:
Volvelo lo más simple que puedas. Cada vez que tengas que afrontar una tarea o proyecto nuevo, tu objetivo debería ser simplificar al máximo las acciones. La pregunta para hacerte es: ¿cómo puedo hacer simple mantener esto en el tiempo? Ya sea un proyecto laboral o la decisión de comer más saludable, respondé esta pregunta y vas a tener algunas puntas para empezar a accionar.
Practicá el JOMO. A nuestro cerebro le encantan los shots de dopamina, y la cultura de la inmediatez en que vivimos pareciera exacerbar esa sensación. Vemos todo el tiempo cosas en las redes sociales, nos gusta scrollear hasta el cansancio, hay tanto estímulo que nuestra mente sufre de FOMO. Ahora apliquemos el pensamiento contrario: ¿qué pasaría si empezáramos a hacer un cambio de mentalidad que nos permita disfrutar de pequeños momentos en el presente? ¿Cómo lo logramos? Probá sacando todas las notificaciones del celular, programá algunos detox digitales aunque sea por un día (nadie se muere por no tener Instagram o TikTok durante 24 horas). Vas a poder notar la diferencia en foco y atención, además de poder destinar ese tiempo de scroll a una acción más relevante para vos.
Conocé tu cronotipo. Los cronotipos son formas de manifestación de nuestros ritmos circadianos, y eso es lo que define en qué momento del día tenemos más foco y energía para accionar o enfrentar tareas complejas. Eso explica por qué algunas personas son ideales para trabajar a las 6 de la mañana, mientras que otras encuentran sus picos productivos por la noche. Básicamente, existen tres cronotipos: los matutinos o “alondras”, los intermedios o “colibríes” y los nocturnos o “búhos”. Podés conocer cuál es tu cronotipo haciendo un simple test (buscalo en Google) y así saber cuáles son tus horarios más productivos.
Decí que no (y no des explicaciones). No hace falta que lo expliquemos demasiado: nos cuesta decir que no (y a las mujeres, especialmente). Queremos complacer, queremos agradar y pertenecer. Pero todas esas veces que decimos que sí a las demandas de otros..., ¿nos estamos diciendo que no a nosotras mismas? Nuestra experta nos ofrece dos enfoques prácticos: el “no suave”, donde decís que no a lo que te proponen, pero ofrecés una alternativa que pueda ayudar a la otra persona, creando un “win win” (“gracias por la propuesta laboral, yo no puedo tomarla, pero te puedo dar el contacto de alguien que puede hacer este trabajo”); o el "no seco", que es directo, sin justificaciones (y mucho más difícil, claro). “‘No’ es una oración completa, justificar, muchas veces, es innecesario. Pruébenlo. ‘No, no quiero ir. No voy a ir. No, no puedo, chau’”, concluye Sofi.
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Para pasar a la acción
• Elegí una meta personal que sientas que estás postergando y preguntate: ¿cómo puedo hacerla más simple? Anotá debajo, al menos, dos formas concretas de simplificar ese proceso.
3. Armar un sistema cotidiano
Inspirada en metodologías ágiles del mundo tecnológico, Sofi Contreras desarrolló un método propio no solamente para proyectar, sino también para crear realidad, planificando la semana con las prioridades más importantes antes de que empiece. “Al tener un calendario con lo que sabés que tiene que pasar esa semana sí o sí, ya estás creando realidad, estás creando futuro”" sostiene nuestra experta. También hace una distinción clave entre las “metas” –lo que queremos alcanzar– y los “sistemas” –la serie de procesos que seguimos para alcanzarlas–, tomando este concepto del experto en hábitos James Clear, el autor del bestseller Hábitos atómicos.
¿Cómo creamos, entonces, un sistema que nos acompañe en el día a día? Al suyo, Sofi lo llamó “los pasos del éxito”, que podríamos sintetizar en 5 pasos:
PASO 1: antes de arrancar la semana, definir lo que tiene que pasar esa semana. Sirve para visualizar concretamente tus prioridades y armar una imagen mental de lo que te depara la semana. Ahí podés poner tareas laborales y personales, desde “entrenar dos veces por semana”, hasta “almorzar con mi socia para planificar próximos pasos”. ¿Otra clave? “Un paso fundamental es definir una “prioridad estrella” semanal y diaria: es esa tarea que, al completarse, te hace sentir que ya ganaste el día o la semana. Además, tachar lo hecho libera dopamina y te da sensación de progreso”, confirma Sofi.
PASO 2: antes de empezar cada día, decidir qué tiene que pasar ese día. Esto es clave para que tu día se organice alrededor de lo que es importante para vos que pase, no para los demás. Hacelo antes de revisar celular, mails o whatsapps, porque ahí corrés el riesgo de entrar en un agujero negro de demandas externas.
PASO 3: hacer solo una tarea a la vez. Venimos de muchos años de sostener el multitasking como bandera –especialmente las mujeres– pero nuestra experta es categórica al respecto: “El multitasking no existe”. Simplemente porque nuestro cerebro no funciona así – aunque en la práctica creamos que podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo– y ya existen muchos estudios científicos que nos alertan sobre los efectos negativos de esta “falsa productividad”. Muchas veces, no estar con tu foco y energía al 100% en una sola tarea es lo que nos hace caer en las distracciones y en la procrastinación ad infinitum. No hay mucha ciencia: cuando estés haciendo algo, estate presente ahí, con tu cuerpo y tu mente y tus emociones.
PASO 4: tachar de tu lista las tareas hechas. No importa el método que uses: puede ser un cuadernito, una hoja, un tablero visual o una app, pero ya sabemos que tachar ítems de una lista genera un shot de dopamina y satisfacción que nos genera una sensación de logro y felicidad.
PASO 5: aprender de tu día. Al final de cada día, podés mirar con conciencia tu lista de tareas y evaluar qué lograste y qué no. Y si no lograste algo, poder hacer un insight acerca de qué podrías mejorar para la próxima. Quizá necesitás repensar tu sistema o la cantidad de tiempo o equipo que necesitás para lograr una tarea. Y atenti: hay veces que hasta nuestras propias hormonas pueden interferir en la concreción de nuestros planes. Todo lo que vivas como un “fracaso” de planificación, puede ser un aprendizaje para el futuro. “Lo más importante es aprender del día: revisar lo hecho, lo no hecho y por qué pasó, para ajustar la planificación y entender nuestros propios tiempos, porque muchas veces somos delirantes con el tiempo que nos demandan las cosas”, afirma Sofi.
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Para pasar a la acción
• Tomate 15 minutos de tu fin de semana para organizar y planificar la semana, bajo el siguiente tablero. Podés anotar cada tarea en un post-it, así podés ir moviéndolas de columna a medida que las vayas realizando.
• Al final de cada día, respondé estas tres preguntas:
+ ¿Qué logré hoy?
+ ¿Qué puedo mejorar mañana?
+ ¿Hubo algún imprevisto? ¿Cómo puedo anticiparme a él en el futuro?
4 . Abrazar las emociones que aparecen
Todos los procesos de la vida vienen acompañados de emociones (¡y a veces muchas emociones todas juntas!). Y cada una de estas emociones nos trae información muy valiosa a la hora de accionar y planificar nuestros próximos pasos. Sofía asegura que es clave que conozcamos el “ciclo emocional del cambio”, basado en un modelo de Don Kelley y Daryl Conner, que se ve algo así:
Por lo general, cuando empezamos un proyecto nuevo, sea cual sea, tenemos la emoción, la motivación y el entusiasmo al tope. Pero también sabemos que es difícil sostener esa energía inicial. “Al enfrentar la realidad o los obstáculos de un proyecto, enseguida podemos caer en emociones como la frustración, el enojo, la incertidumbre y el miedo. Pero acá viene lo bueno: sentir esas emociones negativas no solo es normal, sino que es una señal de que estás en el camino correcto, en algo que te importa. No las bloquees. Es fundamental perseverar, como en las relaciones o en los proyectos, en lugar de rendirse al primer obstáculo, recordando que el ‘éxito de la noche a la mañana’ esconde un largo proceso de trabajo y frustración. Siempre es mucho más fácil decir ‘no funciona, next’”, sostiene nuestra experta.
5. Definir tus miedos y medir el costo de la inacción
Aun a pesar de todos estos trucos y pasos, podés sentir que en ciertos aspectos seguís procrastinando. ¿Y qué suele haber detrás de la procrastinación? Para Sofi, el hilo conductor es el miedo. “Entonces, en vez de definir tus objetivos, vos tenés que definir tus miedos para entender cómo accionar a partir de ahí”, señala. Para lograrlo, propone una metodología (adaptando una que escuchó en una charla TED de Tim Ferriss que se llama “Why You Should Define Your Fears Instead of Your Goals”).
“¿Cuál sería el peor escenario posible si hago esto?” es una buena pregunta disparadora. A partir de esa lista de miedos o escenarios amenazantes, podés pensar en cómo mitigar esos miedos o revertir las posibles consecuencias negativas. Y finalmente –y no menos importante–, medir el costo de la inacción: ¿cómo se verá tu vida en 3, 6, 12 meses si no accionás y te quedás como estás? Pocas personas piensan en esta última pregunta. “Nuestra mente es poderosa para crear escenarios de acción negativos, pero rara vez considera el costo que estamos pagando por quedarnos quietas”, concluye Sofi.
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LOS TRES GRANDES QUIEBRES DE MI VIDA, Por Sofi Contreras. @soysoficontreras
En la introducción de mi libro cuento los tres quiebres grandes que tuve en la vida y que fueron señales concretas para cambiar de rumbo. Todos los tenemos, son esas situaciones que nos dicen “despertate y hacé algo”.
PRIMER QUIEBRE: LA SALUD. Un día estuve sentada en la oficina trabajando durante todo el día en un evento con inversores y startups y sentí una molestia, que no identificaba de dónde venía. De pronto, me di cuenta de que ¡no me había levantado para ir al baño en todo el día! Ni había comido tampoco. Entonces, llegaba a casa y me comía absolutamente todo lo que encontraba. Era mi biología la que me decía: “Amiga, despertate”' Y yo no le prestaba atención, estaba muy concentrada, tenía toda mi energía volcada en mi trabajo. Esa fue la primera señal de que tenía que hacer un cambio.
SEGUNDO QUIEBRE: LA RUEDA. Al tiempo, me gané una beca para ir a estudiar a Estados Unidos en un posgrado de liderazgo en Washington. Uno de los primeros ejercicios de coaching que hicimos fue el “ejercicio de la rueda de la vida”, que consiste en un gráfico donde se representan las áreas de la vida (trabajo, salud, relaciones, amigos, ocio, desarrollo personal, amor, dinero) y una tiene que colorear el nivel de satisfacción que tiene en cada aspecto (ver recuadro). Cuando hice el ejercicio, tenía un pico gigantesco en la parte profesional y todas las otras partes de la rueda estaban hundidas. Y le dije a la líder del programa: “Diane, mi rueda no rueda”. Mi rueda estaba rota, destrozada. El área más floja eran las relaciones; hacía mucho tiempo que no hablaba con mis viejos o que no estaba en pareja, porque ni siquiera me importaba. Y ahí me cayó otra ficha, fue otro quiebre. Tanto que cuando volví a Argentina, renuncié al trabajo que tenía y empecé a setear mis límites. Aprendí a decir que no, algo que antes no me salía.
TERCER QUIEBRE: EL DINERO. Hacia fines de 2017, me había seleccionado una fundación para hacer un viaje a Israel con 50 mujeres líderes del mundo durante una semana. Después de ese viaje, me quedé una semana más para recorrer la ciudad. Las otras participantes también se quedaron, pero en el hotel en donde nos estábamos hospedando, que yo no podía pagar. O sea, yo ya tenía una carrera profesional y no me podía pagar el mismo hotel donde se estaban quedando personas que tenían mi misma trayectoria. Me fui a un hostel, que era lo que podía pagar. Y, acostada en la cucheta del hostel, pensaba: “¿Qué hago acá? No pertenezco acá”. Ahí me cayó la ficha del dinero, yo no buscaba dinero en ese momento de mi vida. Y ahí dije: “Bueno, vamos a cambiar esto”. Volví, renuncié a mi trabajo y me armé una consultora propia. Y hoy en día puedo ir al hotel que quiera en cualquier lugar del mundo.
Experta consultada: Sofi Contreras. Speaker internacional, consultora de negocios y emprendedora de impacto. @soysofiacontreras.
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