Newsletter
Newsletter

Por qué las fiestas activan conflictos familiares y cómo atravesarlos mejor

Comparaciones, reclamos y tensiones reaparecen en Navidad y Año Nuevo. Una guía para entender qué se juega en los encuentros familiares y cómo celebrarlos con menos presión y más autenticidad.


familia celebra navidad

Claves para pasar una Navidad en familia sin conflictos que arruinen la celebración. - Créditos: Getty



Diciembre trae ese combo de mesas compartidas y cierta dosis de tensión que late bajo la superficie. “¡No quiero ver a mi familia!”. “Estoy peleada con mi hermano”. “No me banco la Navidad”. Si alguna de estas frases te resuena, no estás sola. Las fiestas pueden tener un peso emocional enorme, sobre todo cuando se cruzan con las expectativas culturales de “la familia unida, la mesa perfecta y la foto feliz”. Pero ¿qué pasa cuando el reencuentro con los tuyos se siente más obligación que alegría?

Muchas veces, lo que callamos para no desentonar, lo que negamos para mantener la paz o las exigencias (autoimpuestas) terminan complicando la armonía en estas fechas que, en teoría, invitan a celebrar. Así, la cena navideña o el brindis de fin de año pueden transformarse en un campo de batalla emocional: queremos el amor que no siempre estamos dispuestas a dar y reclamamos derechos que no solemos respetar en los demás.

 

Desde la mirada de las constelaciones familiares, la clave está en reconocer los roles y los lugares dentro de nuestro sistema, para poder disfrutar del encuentro sin quedar atrapadas en las viejas dinámicas. “Las constelaciones ayudan a comprender la configuración sistémica en la que nos estamos moviendo para observar cómo fluye (o no) el amor entre los integrantes del clan que se reúnen en torno a la mesa familiar para compartir sus dichas y sus miserias”, explica Guillermo de Zan, nuestro experto consultado para esta nota. 

Porque nadie está obligado a reunirse, pero muchas veces tememos quedar afuera, y entonces preferimos enojarnos con nosotras mismas antes que decepcionar a los demás. Y ahí perdemos la alegría. 

La invitación es, entonces, a poner conciencia en el amor que nos mueve: ir —si queremos ir— desde nuestro lugar de hijas, hermanas, madres o tías, sin reclamos ni cargas ajenas. Quizás esa sea la clave: dejar de buscar la familia ideal para empezar a ver con más ternura a la que tenemos, con sus luces y sus sombras.

Las fiestas como “espejo”

adulto con niña celebrando navidad

Qué nos enseñan las constelaciones familiares para vivir las fiestas en paz. - Créditos: Getty

Lo que no se resolvió durante el año, en diciembre se amplifica. No es casual: las fiestas funcionan como un gran espejo emocional que refleja lo pendiente, lo que callamos y lo que aún duele. Las constelaciones familiares —una herramienta terapéutica creada por Bert Hellinger— nos permiten ver esas dinámicas invisibles que se tejen en los vínculos, esos movimientos profundos que muchas veces repetimos sin darnos cuenta. 

A través de esta mirada, podemos observar los roles que cada integrante ocupa dentro del sistema familiar y cómo fluye (o se bloquea) el amor entre ellos, abriendo la posibilidad de sanar desde la comprensión y no desde el juicio. De algún modo, las celebraciones de fin de año son tradiciones que se repiten por lealtad más que por verdadero sentido. Así, en esas mesas donde todo luce perfecto, suelen reactivarse los “conflictos de siempre” que quedan escondidos bajo el mantel. 

Cuando los órdenes del amor (pertenencia, jerarquía y equilibrio) no están funcionando, sentimos el peso de la obligación, vamos por deber o para no sentirnos en deuda. Y si bien cada familia tiene sus propios modelos y desórdenes, algunos se repiten: roles desdibujados, desequilibrios entre el dar y el recibir, exigencias que pesan más que el disfrute. Pero cuando logramos pedir lo que necesitamos, expresar el afecto y reconocer lo que sí hay para compartir, el encuentro se suaviza. La armonía no llega por tener la familia ideal, sino por animarnos a ocupar nuestro lugar con amor y autenticidad.

Sanar lo que se repite

En muchas familias, los conflictos que se repiten generación tras generación tienen su raíz en lealtades invisibles: lazos inconscientes que nos atan a historias pasadas, a destinos de dolor o sacrificio que alguien antes vivió. A veces repetimos sin darnos cuenta aquello que otros no pudieron resolver, como si, al hacerlo, les rindiéramos homenaje. Por ejemplo, enfermarse para acompañar a quien sufrió, fracasar para no superar a alguien querido o quedarse para cuidar lo que no nos corresponde. Detrás de esas dinámicas hay un amor profundo, aunque ciego, que busca asegurar pertenencia y mantener el equilibrio dentro del sistema familiar. 

Algo similar ocurre con los excluidos, los distanciados y los duelos no resueltos: cada vacío dentro del clan deja un hueco que alguien, en generaciones posteriores, intentará llenar. Así, vemos hijas que actúan como madres, hermanos que se vuelven padres sustitutos o parejas que se distancian por no poder elaborar una pérdida. Cuando el dolor o la exclusión no se reconocen, el alma familiar busca compensar esos desórdenes, generando malestar o repetición. Por eso, más que forzar la reconciliación perfecta, se trata de darles un lugar en el corazón (y en la mesa) a quienes forman parte de nuestra historia, incluso si no están presentes.

Nombrarlos, recordarlos o simbolizarlos nos permite incluirlos y, con eso, aliviar el sistema. Integrar, más que resolver, puede ser la clave para celebrar en paz.

Mommy vs. daddy issues 

Muchos de los conflictos que se activan en esta época suelen tener raíces en nuestro linaje: algunos vienen del lado materno, otros del paterno. Y aunque hablamos en un sentido simbólico, por ejemplo, cuando no podemos “tomar” a nuestra mamá (o a alguna madre del clan), ciertas cualidades quedan bloqueadas o dormidas. A veces, eso se nota porque ocupamos lugares que no nos corresponden: como hacer de mamá de nuestra mamá o cuidar a nuestros hermanos como si fuéramos ella.

Si sentimos que algo de esto se repite en nuestra vida, puede ser útil mirar quién, en nuestro árbol, fue dejado afuera, juzgado o silenciado. Darles un lugar en el corazón es una forma de restaurar la fuerza que viene de atrás y abrir espacio para que la vida fluya con más amor. 

No hay familia perfecta

La forma más simple, aunque no siempre la más fácil, de ordenar el sistema familiar es ver y aceptar a cada integrante en su lugar, sin intentar cambiarlo ni juzgarlo, y permitiéndonos habitar el nuestro con amor y sin culpa. 

¿Cómo percibir si estamos en orden? Imaginate de pie en un campo abierto, con el sol iluminándote desde atrás y un lago brillante enfrente. Detrás aparecen tus padres, abuelos, bisabuelos, y todos los que vinieron antes, ocupando su sitio y transmitiéndote su fuerza. A los costados, hermanos y hermanas; delante, hijos, hijas y proyectos. Al mirar ese reflejo completo en el lago, sentimos la plenitud de pertenecer a algo más grande, y la gratitud por la vida que nos atraviesa. Como un mantra, podemos repetir: “Como un ser libre, pleno y feliz, elijo la vida, elijo vivir y elijo la vida que quiero vivir. Y como yo, quienes me acompañan. Gracias”.

Cuando logramos sentir que cada quien hace su parte y lleva su propio destino, el alma familiar se relaja y nosotros también. Entonces, las reuniones dejan de ser terreno de reclamos y se vuelven espacios de gratitud y perspectiva. Porque, al final, cada quien hace lo que puede con lo que tiene. 

Quizás este año la mejor forma de vivir las fiestas en paz sea recordar que no hace falta sostenerlo todo ni hacerlo perfecto. Que está bien decir “no”, delegar o incluso elegir pasarla distinto. Que cada quien encuentre su lugar o, como dice de Zan, “su propia palmera o su arbolito”, para celebrar la vida a su manera, con menos exigencia, más alegría, liviandad y autenticidad. .

Claves para sobrevivir al brindis: algunas ideas para afrontar algunas situaciones típicas

  • “¿Y vos para cuándo?”

Nunca falta la tía que, copa en mano, te suelta: “¿Y vos, nena? ¿Para cuándo la panza?”. Cada generación tiene sus propias formas de medir el éxito y la felicidad. Y aunque esos comentarios pueden tocar fibras sensibles, no siempre vienen desde el juicio, sino desde el amor y el deseo de verte “feliz”.

¿Qué hacer? Podemos responder sin sentirnos atacadas ni obligadas a justificar nuestras elecciones. Repetí para vos: “Honro sus formas. Y elijo hacerlo distinto, con amor y respeto”.

 

  • “Tu hermano es CEO y vos...” 

Quien compara puede estar repitiendo una historia no resuelta con sus propios hermanos, o cargando una lealtad invisible. Y aunque en la superficie parezca una frase casual, en el fondo puede estar expresando una necesidad de equilibrio: repartir entre los hijos lo que ella siente que nunca tuvo.

¿Qué hacer? En el campo familiar, cada uno puede tomar su parte sin competir. Podemos responder con conciencia, sabiendo que estos dichos dicen más de quien compara que de quienes son comparados.

 

  • “Porque yo te doy todo”

Esta frase tiene una carga emocional enorme y suele doler, porque toca fibras muy profundas: la culpa, la deuda, la sensación de no estar “a la altura”. Pero lo que en realidad están pidiendo nuestros padres (aunque no siempre sepan decirlo) es reconocimiento. Que veamos su entrega, su amor.

¿Qué hacer? Cuando entendemos que el reclamo no es un pase de factura, algo cambia. Recordá esta frase poderosa: “Yo soy la hija. Vos sos el grande. Vos das, yo recibo, y agradezco lo que fue ofrecido”.

 

  • “Tu familia arruina las fiestas” 

Cuando dos personas se eligen, no solo se unen ellas: también lo hacen sus sistemas familiares. Y eso puede traer chispazos... o aprendizajes. La “familia política” no es más que el linaje que hizo posible que nuestra pareja exista. Gracias a ellos, esa persona está acá. Al entender eso, algo se ordena. 

¿Qué hacer? En vez de pensar “me arruinan las fiestas”, podemos intentar ver qué traen de nuevo, qué vienen a diversificar. Cuando elegimos a alguien, también elegimos su clan, con sus formas.

"Festejar tenernos", por Guillermo De Zan

Todo encuentro familiar tiene la posibilidad de evidenciar los patrones, modelos y programas bajo los cuales operamos casi en automático. Nos forjamos en el seno familiar y, de manera más o menos consciente, reproducimos los comandos que nos fueron legados por repetición o por oposición, pero solo mirando esas formas como única posibilidad. La oportunidad de observar si los órdenes del amor están vigentes o el sistema está desordenado es el mayor regalo que nos podemos llevar.

Si mi hermana mayor se pone en posición de madre de todos, si mi tío desplaza a mi papá, si me creo mejor que mi hermano para criar un sobrino, si rechazo o me resisto a tomar mi lugar..., todo eso es un indicio de por qué hay cosas que no están funcionando en mi vida.

Hay una frase de Ram Dass que dice algo así como “si te crees iluminado, ve a pasar una semana con tu familia”, yo diría “ve a pasar unas fiestas con tu familia”. Los enojos, las incomodidades, los juicios y lo oculto se potencian, ya que son sostenidos por varias personas del clan. La cercanía con lo que “molesta” pero pide ser reconocido e integrado aumenta la fricción y el malestar.

Si pudiéramos practicar la comunicación asertiva y decirnos lo que sentimos sin sentir culpa, bronca o temor a la exclusión, sin culpabilizar a alguien sino asumiendo responsabilidad sobre nuestro sentir, podríamos vivenciar encuentros más placenteros donde primen el afecto y la dicha del encuentro. Ahí reside la importancia de integrar a cada uno con sus formas y modos para entender el modelo y empezar a proponer otras maneras de encuentro. Honrar las tradiciones, pero creando nuestras propias formas de festejar tenernos.

Para seguir leyendo
Por amor al clan
Guillermo De Zan (V&R, $30.000).
Nos invita a repensar el legado de nuestros ancestros: si no aprendemos a honrar y reconocer a quienes estuvieron antes que nosotras, con su dolor y sufrimiento, su alegría y grandeza, seguiremos repitiendo aquello que nos hace daño hasta aprender de él. 

View post on Instagram
 

Experto consultado: Guillermo De Zan, psicólogo y especialista en constelaciones familiares. @guilledezan.

¡Compartilo!

En esta nota:

SEGUIR LEYENDO

Las frases de Navidad más lindas para enviar por WhatsApp estas Fiestas 2025

Las frases de Navidad más lindas para enviar por WhatsApp estas Fiestas 2025


por Emanuel Juárez

Navidad y Año Nuevo: dónde salir en Buenos Aires y no parar la fiesta

Navidad y Año Nuevo: dónde salir en Buenos Aires y no parar la fiesta


por Emanuel Juárez

Looks navideños: las mejores ideas para armar un outfit ideal de Nochebuena

Looks navideños: las mejores ideas para armar un outfit ideal de Nochebuena


por Redacción OHLALÁ!

Detalles cálidos para que tu mesa sea el corazón de las Fiestas 2025

Detalles cálidos para que tu mesa sea el corazón de las Fiestas 2025


por Emanuel Juárez

Tapa de OHLALÁ! de diciembre con Mora Bianchi

 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2025 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP