
"Soy la primera que tuvo hijos": cómo se reconfiguran los vínculos con las amigas
La maternidad transforma los tiempos, las prioridades y también las relaciones. Qué hacer cuando tus amigas aún no transitan lo mismo.
14 de octubre de 2025 • 14:52

"Soy la primera que tuvo hijos": cómo se reconfiguran los vínculos con las amigas - Créditos: Getty
Nuestro grupo de amigas es, sin dudas, un lugar de refugio e identificación. Dentro de él tenemos un rol, quizá más de un apodo y códigos que solo nosotras entendemos. Lo alimentamos a lo largo de años compartidos, lo cuidamos con experiencias vividas, charlas eternas y tiempo de calidad. Esto forma parte de una construcción de pertenencia.
Pero cuando llega la primera maternidad en un grupo de amigas, nace junto con ese bebé una nueva dinámica. De repente, los horarios, las conversaciones y hasta los lugares de encuentro pueden cambiar y se rompe algo de ese antiguo paradigma. Se inaugura –sin quererlo– una nueva etapa para todas y, en especial, para esa pionera que rompió el esquema y que, de a poco, va transitando en paralelo todo esto en un sube y baja emocional y también hormonal.
¿Te pasó o te está pasando? Acá, algunas claves y herramientas para no sentirte una outsider... y asimismo que ellas puedan abrazar tu nuevo rol.

"Soy la primera que tuvo hijos": cómo se reconfiguran los vínculos con las amigas - Créditos: Getty
FOMO & DUELOS
Atravesadas por todo el caos interno y externo, la angustia de no poder cumplir con determinadas expectativas, la lactancia y las noches sin dormir; nos damos cuenta de que esa revolución nos impacta a nosotras..., pero no a nuestras amigas. Y el choque de ver que ellas siguen con su vida, sus preocupaciones, proyectos laborales o viajes puede hacernos sentir afuera. Pensar que dejamos de ser esa que éramos, tener que cancelar un cumpleaños porque el bebé tiene fiebre o llegar muertas de sueño a una comida con la intención de no fallar, aunque sin estar del todo ahí..., puede vivirse como estar en otro canal. E incluso, sentirnos incomprendidas cuando –desde el amor– ellas nos insisten para que no nos perdamos ese plan genial.
Pero lo que no saben, y no siempre decimos, es que hay momentos en los que no queda casi espacio físico ni emocional para otros vínculos. Y esto nos genera sensaciones encontradas. El enojo puede ser una emoción común porque, en lo más profundo, también estamos duelando a nuestra antigua identidad, la que nuestras amigas nos espejan. “El movimiento de la maternidad implica un duelo de un yo que se reconstituye, se despide de su forma anterior y con él se reconfiguran sus vínculos; se puede reconstruir nuestra identidad con la mirada y el sostén de quienes quieran y puedan estar a nuestro lado en esa transformación”, dice Gabriela Müller, una de nuestras expertas consultadas.
Entonces, ¿por qué no hacer al otro parte de nuestro proceso y dejarnos acompañar? Las amistades sólidas evolucionan. No necesitamos estar viviendo los mismos procesos para sentirnos acompañadas o comprendidas. “A veces tenemos prisa por volver a la normalidad. Pero esa realidad ya no existe y hay que construir una nueva para darle otro sentido, porque la vida no es estática”, dice Manuela Bunge, psicóloga y coach ontológica. Y así como nosotras evolucionamos, nuestros vínculos también lo hacen. No sirve querer ser la de antes por el temor que nos genera la situación actual.
SOSTENER A LA QUE SOSTIENE
La que cuida también necesita que la cuiden. Parece obvio, pero no lo es. A veces, con la maternidad nos volvernos muy vulnerables y lo que necesitamos no es complejo sino todo lo contrario. Aparecen las necesidades más básicas: tener tiempo para bañarse, comer, dormir, o simplemente un rato de soledad. Como amigas, es fundamental entender eso para ponernos al servicio, ser ese lugar seguro para la otra, y abrir preguntas simples: “¿Qué necesitás?, ¿De qué manera te puedo acompañar? o ¿Cómo te puedo ayudar?”. Estos son puntos de partida clave para poder sostener a la mamá que se está dedicando a sostener a su bebé.
A la vez, también es importante que la mamá pueda deconstruir el rol de “todopoderosa”. Muchas veces, la desconexión con nuestro grupo de pertenencia tiene que ver con que no nos abrimos a hablar. Creemos que tenemos que cargarlo todo solas o que la otra no lo va a entender. Es fundamental poder compartir lo que te pasa sin miedo y buscar compañía, animarte a pedir lo que necesitás. ¿Cuesta? Sí. Pero también vale la pena. Porque el vínculo, indefectiblemente, va a mutar. Pero qué alivio cuando les damos la posibilidad a nuestras amigas de sostenernos, dejarnos cuidar y mostrar que no lo podemos todo. Y qué lindo cuando podés encontrarte con ellas, parada desde otro lugar, con la confianza y sabiduría del camino recorrido juntas. Porque cuando nos abrimos, el vínculo se resignifica y se fortalece.
¿Cómo nos reacomodamos? , por Manuela Bunge, psicóloga y coach ontológica
- Sincerate con lo que te pasa. Es normal experimentar soledad, miedo o incomprensión. Compartí con tus amigas desde la vulnerabilidad, sobre cómo te sentís respecto a lo que te está sucediendo. Buscá confidentes, amistades cercanas con quienes tengas confianza para abrirte y que ellas sean tus voceras en el grupo.
- Creá un código de ayuda o “batiseñal”. Piensen un código de grupo para ese momento en que necesitás ayuda y no sabés cómo expresarlo. Puede ser un emoji, un gif, sticker, foto o red flag. Algo que las identifique como grupo y que todas sepan que cuando mandás esa señal, es que no estás pudiendo con algo.
- Generá nuevos hábitos para mantenerte conectada. Tanto vos como tu bebé necesitan espacio. Buscá momentos para vos y tus amigas: café exprés, caminata, conocer nuevos lugares para ir a comer o tomar algo. Diseñen juntas una nueva dinámica social.
- Abrí y compartí tu mundo “mami”. Para tus amigas también es un mundo desconocido. Date a conocer como mamá y mostrales tu nueva realidad. Invitalas a tu casa cuando estés lista y permití que otros sean parte de eso también.
- Buscá nuevos espacios de pertenencia y apoyo. Sumate a espacios de maternidad para compartir con quienes atraviesan lo mismo. No reemplazan a tus amigas, pero complementan tu red de apoyo.
Carta a la amiga de una madre reciente, por Paola Roig, psicóloga perinatal (@paoroig)
Amiga, sé que hablamos de que las cosas no iban a cambiar. Sé que te dije que yo no iba a ser de esas. Que yo iba a seguir siendo la misma, que íbamos a seguir siendo las mismas. Sé también que a veces no entiendes que llegue días tarde a escuchar tus audios, que te conteste una semana después, a medias y con llanto de fondo.
Que me cueste encontrar el momento para tomar una cerveza, que te pida que te acerques a casa porque quiero estar cerca de mi bebé. Quiero decirte que yo también soy nueva en esto. Que yo también me estoy conociendo. Que también estoy sorprendida y asustada a veces sintiendo que el mundo tambalea bajo mis pies. Noto también que a veces no sabes cómo ayudar, qué decirme, qué contestar o qué cara poner.
Que no sabés si dejarme tiempo o sacarme a rastras de casa. Y quiero decirte que necesito poco. Necesito que me escuches, que veas mis lágrimas y me digas que todo está bien, que lo estoy haciendo bien. Necesito hablar de eso tan gordo que me ha sucedido, contarte mi parto, hablarte de lo desgastante que es dar la teta, y de lo oscuras que son las noches. Necesito decirte lo precioso que es mi bebé y lo maravilloso de todo esto.
Necesito también que me hables tú, que me cuentes de tus viajes, tus logros, tus ambiciones, tus inquietudes, tus amores, tus locuras y tus fiestas. Necesito también reírme y llorar contigo. Quiero que sepas que estoy en plena revolución, que me estoy encontrando, que me estoy reconociendo, y (re)construyendo. Y quiero contarte que, si te apetece, me gustaría que lo vivieras conmigo, siendo esa ancla que necesito, para transitar la locura que viene.
Testimonios: ¿cómo fue tu experiencia?
- Mila Josch, fue mamá de Uma a los 32. “Mi maternidad coincidió con momentos clave en la vida de mis amigas: una enfermedad, un casamiento y una mudanza. Transitaba el posparto en pandemia, con dificultades de lactancia y falta de sueño. Valen, mi marido, fue mi gran sostén. A veces me costó sentirme acompañada por ellas, pero entendí que cada una vivía lo suyo y eso me ayudó a no sentir enojo”.
- Ayelén Lazzaro, fue mamá de Vito a los 27. “En ningún momento me sentí excluida de mi grupo de amigas por ser mamá, pero como ninguna era madre, me refugié en mi hermana, que acababa de tener a su hija. Mis amigas me acompañaron desde otro lugar: Vito era el ‘bebé de todas las tías’, me ayudaban y compartíamos momentos de relax. Volví a trabajar a los seis meses y recuperé vida social. Tener un referente cercano fue clave, y en mi caso fue mi hermana”.
- Lucía Otaño, fue mamá de Paco a los 25. “Mi embarazo fue la novedad del grupo: éramos chicas y la mayoría estaba en otra sintonía. Después del parto, aparecieron miedos, angustia de no saber si iba a poder con todo, sumado a una lactancia difícil que terminó en mastitis. Si bien me acompañaron hasta donde pudieron, mis amigas seguían con su ritmo y yo, por horarios y logística, quedaba fuera de muchos planes. Con el tiempo entendí que la amistad no se perdió, solo se transformó”.
Expertas consultadas
Gabriela Müller, Lic. en Psicología, especializada en psicoterapia gestáltica.
Manuela Bunge, Psicóloga y coach ontológica.
En esta nota:
SEGUIR LEYENDO


13 ideas originales para regalar en el Día de la Madre 2025
por Redacción OHLALÁ!

Escapadas para el Día de la Madre: 6 opciones para un descanso cerca de CABA
por María Celina Lundin

Día de la Madre: el mejor regalo es tiempo (y una siesta)
por Nannu Rosas

Día de la Madre: más de 20 regalos para todos los gustos y bolsillos
por Redacción OHLALÁ!
