
Flecos, volados y flores: todas las tendencias de la Semana de la Moda de Londres
Repasamos las pasarelas más icónicas y todas las tendencias de London Fashion Week, para descubrir que este verano tendremos mucha textura, colores contrastantes y faldas balloon.
23 de septiembre de 2025 • 09:18

Los volúmenes y el corte balloon, tendencia en London Fashion Week - Créditos: Getty images
La London Fashion Week se llevó a cabo del 18 al 22 de septiembre y deslumbró con nombres consagrados, así como con apuestas jóvenes que gustaron. Se presentó un calendario amplio que incluyó presentaciones físicas y digitales. Entre los nombres del calendario se destacaron Simone Rocha, Marques’ Almeida, Burberry, Roksanda, Erdem, Trove, Emilia Wickstead, Harris reed y varios diseñadores emergentes que pasaron por fashion East y presentaciones city-wide.
London Fashion Week SS26 confirmó una vez más su identidad única: una ciudad que piensa la moda como laboratorio, donde lo romántico se mezcla con lo disruptivo, lo artesanal dialoga con lo urbano y cada colección propone un universo propio. Desde los jacquards domésticos de Simone Rocha hasta la teatralidad urbana de Marques’Almeida, la capital británica demuestra que la innovación no está en la grandilocuencia, sino en el detalle, la textura y la intención. Esta semana deja pistas claras: la feminidad se reinventa, los volúmenes se multiplican y los estampados clásicos regresan en versiones inesperadas. Londres no solo marca tendencias; las cuestiona, las resignifica y las convierte en un manifiesto visual para la temporada SS25/26.
En este repaso de lo que más nos gustó analizamos las tendencias más fuertes de la pasarela Primavera Verano y destacamos los desfiles de Simone Rocha, Burberry, Erdem y Bora Aksu, cuatro hitos indiscutibles de la propuesta británica.

Los volados estuveron presentes en muchas colecciones de London Fashion Week - Créditos: Getty images
Tendencias Primavera Verano en London Fashion Week
Fusión de lo doméstico y lo noble: textiles que remiten al patchwork, jacquards y motivos inspirados en la decoración hogareña llevados a prendas de estructura.
Romanticismo: volúmenes abullonados, encajes y volados pero con acabados ásperos, accesorios chunky, mezcla de dulce y perturbador.
Siluetas híbridas: blazers invertidos, superposiciones, vestidos fluidos combinados con piezas utilitarias. Sastrerías que se doblan sobre sí misma para crear formas “inacabadas”.
Estampados: a lo largo de las colecciones se observaron estampados florales, polka dots y una clara vuelta la tendencia “wallpaper meets wardrobe”, con estampados que parecen empapelados.
Paletas de colores: tonos jewel (esmeralda, zafiro apagado) mezclados con rosas empolvados y verdes menta lavados. El contraste genera un aire nostálgico, pero con un tinte moderno.
Texturas y detalles extremos: flecos XL, lanas con efectos “shag”, tejidos acolchados y mezclas de brillo mate/satén que buscan cuerpo y tactilidad.
Simone Rocha

Volados, transparencias y estilo gótico en Simone Rocha. - Créditos: Getty images
Simone Rocha reafirmó su firma: una estética que parece salida de un cuento gótico, pero con zapatos que podrían caminar por las calles de cualquier ciudad. Esta presentación empujó sus códigos -encajes, volumen y la yuxtaposición dulce/áspera- hacia versiones casi escultóricas, jugando con jacquards que recuerdan edredones y con accesorios que descolocan. La sensación general fue la de una diseñadora que quiere mostrar vulnerabilidad con decisión realizando piezas que parecen delicadas pero construidas para resistir. En términos de tendencias, fue el centro del romanticismo subvertido: materiales femeninos tratados con tacto experimental y una paleta que mezcló pasteles con notas ácidas.
Burberry

Estampado tartan y neo sastrería en Burberry. - Créditos: Getty images
Simone Rocha reafirmó su firma: una estética que parece salida de un cuento gótico, pero con zapatos que podrían caminar por las calles de cualquier ciudad. Esta presentación empujó sus códigos -encajes, volumen y la yuxtaposición dulce/áspera- hacia versiones casi escultóricas, jugando con jacquards que recuerdan edredones y con accesorios que descolocan. La sensación general fue la de una diseñadora que quiere mostrar vulnerabilidad con decisión realizando piezas que parecen delicadas pero construidas para resistir. En términos de tendencias, fue el centro del romanticismo subvertido: materiales femeninos tratados con tacto experimental y una paleta que mezcló pasteles con notas ácidas.
Erdem

Organzas bordadas, aplicaciones bordadas a mano y piezas con trabajo de costura que remiten al oficio (apliqués, crochet puntual). - Créditos: Getty images
Erdem presentó una colección que funcionó a la vez como libro de memorias y como ejercicio pictórico: la pasarela se articuló en torno a una figura museal y espiritual —con referencias a las médiums del siglo XIX—, así como a la colaboración con prácticas pictóricas. El resultado fue una narrativa sobre la multiplicidad de identidades femeninas: toda mujer como cúmulo de relatos y apariencias. El desfile apostó por la mezcla entre lo histórico y lo onírico, con un gesto romántico que no renuncia a la ironía.
Inspirado en figuras decimonónicas y en colaboraciones artísticas, el diseñador compuso looks que respiraban tanto archivo como presente. Vestidos columna, blusas de mangas voluminosas y faldas midi aparecían superpuestos, como capas de identidad que se solapan en la vida de cualquier mujer.
La artesanía fue protagonista: organzas bordadas, apliqués delicados y bordados manuales no se mostraban como un lujo ostentoso, sino como huellas de oficio. Las estampas florales parecían salidas de un lienzo húmedo, más cercanas a la pintura que al print. Y la paleta, dominada por tonos empolvados y suaves, reforzaba esa atmósfera onírica. El resultado fue una colección poética, de esas que se leen tanto en la pasarela como en el guardarropa, donde lo comercial y lo cultural encuentran equilibrio.
Bora Aksu

encajes, tulles y gasas en superposición; muchas piezas en negro o tonos muy oscuros trabajadas con puntillas y transparencias. El uso del encaje y las medias tipo arlequín refuerza el tono melancólico. - Créditos: Getty images
Si Erdem habló en susurros pictóricos, Bora Aksu gritó con voz rota. Su pasarela fue un desfile de muñecas quebradas: delicadas, pero inquietantes. Los vestidos románticos —marca registrada del diseñador— llegaron esta vez rasgados, con transparencias en tul y encaje, como si hubieran sobrevivido a una tormenta.
El negro fue el hilo conductor, salpicado de rojos intensos y marfiles gastados. Los accesorios —guantes largos, tocados de encaje, zapatos T-bar— reforzaron un aire teatral, casi gótico. Más que prendas, Aksu propuso personajes: heroínas de un cuento oscuro, fragmentadas pero poderosas.
La colección habla de la vulnerabilidad, de la fragilidad como estética y de la capacidad de la moda para poner en escena lo que muchas veces se esconde: lo roto también puede ser bello.
Textos gentileza: Inés Talpone.
En esta nota:
SEGUIR LEYENDO


Velvet: la textura que se impone en la temporada de otoño-invierno
por Virginia Gandola

Nico Furtado, Franco Masini y Juan Minujín fueron furor en París con sus looks
por Belén Sanagua

El extraño bolso que presentó Coperni e invoca la nostalgia de los 90'
por Belén Sanagua

De Gucci a Prada: las 10 tendencias que vimos en Milan Fashion Week
por Agustina Vissani
