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Poodle skirt: la fascinante historia detrás de esta emblemática pollera

Divertida, voluminosa y muy decorada, así nació esta icónica pollera.


La falda caniche, un ícono de la moda con poca vida y mucha impronta.

La falda caniche, un ícono de la moda con poca vida y mucha impronta.  - Créditos: Getty



La moda casual, como bien lo expresa Miranda Priestly en The Devil Wears Prada, es consecuencia de una industria millonaria, con muchos puestos de trabajo y personas especialmente dedicadas a seleccionar esas prendas que terminan convertidas en furor y tendencia. Pero no siempre es así, como en todo, también hay una pizca de azar y, a veces, la necesidad de un momento especifico. Así nació la poodle skirt o falda caniche, emblema indiscutido de la década del cincuenta y la edad de la inocencia norteamericana.

La cintura ceñida y la amplitud de la falda eran la silueta icónica de la época, presente en vestidos y faldas de diferentes estilos y estampados. La poodle skirt era la favorita de las adolescentes, siempre combinada con sus suéteres a juego. Pero estas faldas con perritos y otras aplicaciones kitsch también se popularizaron entre las mujeres adultas –generalmente con diseños más sutiles y menos cursis–, un furor que duró poco más de dos años (entre 1952 y 1954), antes de convertirse en una prenda de exclusivo uso infantil o disfraz de Noche de Brujas.  

La poodle skirt en todo su esplendor.

La poodle skirt en todo su esplendor.  - Créditos: Chronically Vintage

Una fiesta navideña y el clásico “¿Qué me pongo?”

Todo comenzó en 1947, cuando la actriz y cantante Juli Lynne Charlot (por entonces de 25 años) fue invitada a una celebración de Navidad, pero al abrir su armario se dio cuenta de que no tenía nada ‘festivo’ para lucir… mucho menos habilidades para la costura o materiales adecuados para salir del apuro. Por suerte para ella, su mamá era dueña de una fábrica que utilizaba fieltro y de ahí surgió su idea: “Corté un círculo de fieltro, lo que me permitió armar una falda circular completa sin ninguna costura. Agregué algunas aplicaciones caprichosas de motivos navideños y el resultado fue tan atractivo que recibí muchos cumplidos durante la velada”, contó Charlot tiempo después.

También recibió varios pedidos y pronto lanzó su propia empresa de moda, que la mantuvo en el negocio hasta la década del ochenta. Juli pudo haber popularizado esta prenda simple y divertida, aunque el agregado (y el mote) de los caniches es el resultado de una acumulación de factores, entre ellos, los estereotipos estadounidenses sobre la cultura de la moda francesa, el entusiasmo por los nuevos textiles y las siluetas que surgieron en la París de la posguerra.

Caniches, moda y sofisticación francesa.

Caniches, moda y sofisticación francesa.

Una raza canina de aristócratas y nobles

Mucho antes de que Christian Dior presentara su New Look como el resurgir de la feminidad y la sensualidad en 1947, el caniche –con toda su sofisticación y estilo– era sinónimo de “francés” para los estadounidenses. Aunque no es una raza francesa per se, a los poodles siempre se los ligó a los circos y las cortes del país europeo, ni hablar de sus elaborados cortes de pelo tan propios del “esnobismo y la arrogancia francesa”.

Estos animalitos, y tantos otros, empezaron a formar parte de las estampas textiles a mediados de la década del treinta, ganándole la pulseada en popularidad a los motivos florales. Para 1945, los norteamericanos ya podían comprar vestidos y lencería con “estampado de caniche francés” o “gris caniche”, como se los conocía en tiendas y catálogos. Los canes también inundaron los objetos de decoración para el hogar como azulejos y papel tapiz, y se convirtieron en las mascotas favoritas de ciudadanos comunes y estrellas como Elizabeth Taylor, Claudette Colbert, Barbara Stanwyck y Elvis Presley.

Los diseñadores franceses se subieron a la ola y siguieron el juego. Dior confeccionó un broche de oro con forma de caniche y Cartier hizo lo propio con un broche de diamantes que lució Grace Kelly más de una vez. En 1951, Pierre Balmain adornó su pasarela con un poodle teñido de lila, una imagen que se replicó en películas como April in Paris y Funny Face. El “corte de caniche” también era furor en los salones de belleza, además del mejor complemento para las faldas amplias y los escotes altos de la época.

Pero acá viene la curiosidad: el “caniche” de falda caniche hace referencia a su tela y no a su corte de inspiración franchute o las aplicaciones caninas que la adornan. La ‘tela de caniche’ o poilu (peludo en francés) era un tejido rígido y velloso que se usaba para abrigos, trajes… y también para faldas. Este fieltro suave y lo suficientemente rígido para mantener su forma sin muchos agregados fue el componente perfecto para llevar el New Look de Dior al mercado masivo norteamericano.

La poodle skirt, como se la conoce en la cultura pop, apareció en el verano de 1952 cuando la compañía Carol Curtis lanzó el patrón de costura en plan “hágalo usted misma”. La idea era que las mujeres hicieran su propia versión de la falda, en cualquier tela y adornada con el diseño más divertido y lúdico. La moda vintage no deja de rescatarla y por YouTube proliferan los tutoriales para que vos también pongas tu imaginación y habilidades a prueba para confeccionar tu propia falda caniche.

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