
A veces pensamos que nuestra actitud es insignificante a escala mundial, y si bien nos preocupa la problemática ambiental, hacemos muy poco por modificarla. Sin embargo, vos tenés el poder de cambiar esta realidad; es hora de tomar conciencia: ya no es un problema a evitarle a los hijos de los hijos de nuestros hijos, está pasando ahora. No es cuestión de salvar a animalitos en peligro, sino a nuestra propia especie. Aquí, diez propuestas:
1) Separá la basura.
El 70 por ciento de la basura que se tira es reciclable y se mezcla con la que no. La falta de información confunde y le resta importancia a la separación en origen, y te hace pensar que es muy complicado e inútil. Separá los residuos a pesar de que no haya aún una política seria de disposición y reciclado. Poné en tu casa dos tachos, uno para basura seca (papel, vidrio, plástico) y otro para la húmeda (restos de comida, papeles mojados, pañales). Los desechos secos, dáselos a los recuperadores urbanos para que ingresen en la cadena de reciclado. Los húmedos seguí sacándolos como basura.
2) Evitá los envases descartables.
Los envases son todos distintos, pero terminan siendo lo mismo: basura. El problema es grave; se producen cada año 60 mil millones de toneladas de plástico que terminan flotando como partículas en océanos y mares, absorbiendo hidrocarbonos y pesticidas gracias a los aditivos y sustancias que le agregan para lograr mayor flexibilidad, duración y resistencia al calor del material.
Mientras no haya una ley de envases ni la voluntad de reciclar, vos podés comprar alimentos a granel, preferir bebidas con envases retornables y evitar todo lo que no sea para consumir. Si no, reutilizarlos. Por ejemplo, los envases de delivery que te llegan a la oficina, los podés lavar y volver a dárselos a la empresa.
3) Ahorrá agua y energía con tus jeans.
Un estudio de desarrollo sustentable demostró hace dos años que el uso de los jeans impacta tanto en el medio ambiente como su producción. Usá un par al menos tres veces antes de ponerlos en el lavarropas, lavalos con agua fría, secalos al aire libre bien estirados y olvidate de la plancha. Según los expertos en ropa informal de la ONU, esta conducta reduciría cinco veces la energía consumida.
4) Gastá menos energía en la cocción.
Las cocinas más eficientes son las eléctricas, porque llegan a captar hasta un 70 por ciento de energía la energía que despiden (es decir que al calentar una olla, por ejemplo, sólo se fuga un 30% del calor). En cambio, en las tradicionales, con hornallas a gas sólo conservan el 40%.
Hay que maximizar la cocción para producir un alimento de mayor calidad gastando menos energía. Por ejemplo, las verduras retienen más color y vitaminas cuanto menos tardás en hervirlas. Tapando las ollas y las sartenes, el alimento se calienta más rápido y de manera más homogénea.
5) Conservá y reutilizá los alimentos.
Un buen plato, además de secretos, lleva creatividad. Convertir las sobras en un nuevo plato habla de una gran cocinera con actitud ambiental. No tires la comida, procurá cocinar lo que vas a comer o guardá lo que te sobra en la heladera en recipientes que no sean descartables. Y para descongelar, pasá el alimento del freezer a la heladera un día antes; así evitás el microondas.
6) Imponé la moda del changuito de la abuela.
No lo vamos a negar, la bolsa de nylon que te dan cuando comprás en el súper es práctica. Tanto, que es justo del tamaño del tacho y te sirve para separar la basura. El problema es que tarda cien años en descomponerse y es el residuo que más aumentó en los últimos treinta y cinco años.
7) Elegí productos nacionales.
El transporte genera gases de efecto invernadero que afectan directamente la salud ambiental provocando aún más el calentamiento global.Es indispensable que consumas productos nacionales y de estación, ya que las cortas distancias hacen que contaminen menos.
8) Reemplazá tus productos de limpieza.
Los productos que te sirven para mantener limpia tu casa te resultan prácticos y efectivos, pero cuando los dejás de usar se convierten en basura tóxica. Si los organismos públicos y los fabricantes no arman circuitos de recolección diferenciada ni reducen las toxinas de sus productos, vos podés reemplazarlos: Limitá el uso de detergentes, una solución de vinagre o limón es desengrasante. Para limpiar el baño podés usar una mezcla de bicarbonato de sodio con agua, que también sirve para el horno si le agregás una virulana fina.
9) Combatí los bichos tóxicos.
La necesidad de controlar las plagas urbanas es obvia y no necesita de fundamentos, sin embargo no está tan difundido que el uso de plaguicidas contamina introduciendo sustancias tóxicas en el ambiente. Para evitarlos, los mosquiteros son una gran alternativa. Las macetas con albahaca o geranios alejan las moscas. Una mezcla de harina, yeso, azúcar y bicarbonato de sodio termina con las cucarachas. Las hormigas se combaten desparramando un poco de borra de café en las zonas que frecuentan. Y para espantar del jardín a los caracoles y las babosas alcanza con un recipiente lleno de cerveza.
10) Formá pequeños ecologistas.
Los chicos son indispensables para generar un cambio cultural hacia el desarrollo sostenible. Ellos se convierten en verdaderos promotores ambientales cuando aprenden el daño que provocan nuestras conductas. Los chicos llevan el mensaje a sus casas, ayudan a cambiar a sus familias. Es indispensable que se agregue en el plan de estudios escolar la educación ambiental, por lo pronto podés prepararle a tus chicos viandas que no generen basura. Armalas con envases reutilizables, no las envuelvas en film plástico.
Por Laura Caniggia
Y vos, ¿qué hacés para cuidar el planeta?
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