Aprender a decir ¡basta!

Cada vez que en el trabajo (con un jefe o colaborador), o en nuestra vida privada (con nuestro marido o bien con nuestros hijos), o en nuestra vida social (con amigos, familiares, o a veces incluso con un desconocido) interactuamos con otros, ponemos en juego nuestra personalidad. A través de nuestras acciones le mostramos al mundo el tipo de personas que somos. Ahora bien, cuando en esos mismos ámbitos decimos que no a algo que nos piden o proponen, muchas mujeres temen desagradar a otros, no ser aceptadas por ellos, pasar por autoritarias, desmotivarlos o generar resentimiento. Temen, en resumen, mostrar una identidad pública de persona "negativa" o incluso autoritaria.

Sin embargo, también es cierto que no saber decir "no" acarrea sus riesgos. Una persona que tiene dificultades para poner límites puede ser percibida como alguien carente de autoridad (muchos padres y madres sufren esta sensación), puede perder confianza ante sus jefes y colaboradores o ser considerada injusta por no limitar las demandas. Todo esto puede acabar haciendo que la persona explote agresivamente por algo que no corresponde, sencillamente por no haber podido decir que no en su momento.

Un límite es una línea real o imaginaria que señala la separación entre dos cosas o el fin de algo. Y también es el punto hasta el cual se puede llegar, o sea el borde que pueden alcanzar lo físico y lo anímico en un determinado lapso de tiempo. Entonces, ¿por qué son importantes los límites? Porque le indican a los otros hasta dónde quiero o puedo llegar en una situación dada. Entonces diré basta cuando siento que se transgreden mis deseos, necesidades o principios. Por eso, ante una situación que percibimos como amenazante podemos huir o apelar a nuestros recursos para enfrentarla.

Cómo hacerlo es fundamental. Según los expertos, se suelen poner límites de las siguientes maneras:

- Confrontar agresivamente : en este estado sólo tengo en cuenta mis deseos y necesidades.

- Distanciamiento : me alejo para expresar mi rechazo.

- Planificación responsable : evalúo el pedido que me hacen y determino el tiempo en el que puedo realizarlo.

- Asertivamente : es la manera recomendada. Puedo poner un límite expresando directamente mis necesidades, deseos y sentimientos sin amenazar ni faltar el respeto a los demás.

Lo ideal es poder trazar los límites desde una posición de asertividad, en la que tanto las necesidades propias como las de otros son igualmente contempladas. Para ello, el equilibrio entre el coraje y el respeto es fundamental. Hay que aprender a atravesar la incomodidad que nos pueden ocasionar este tipo de de situaciones y comprender que no siempre podemos complacer a todo el mundo. Un "no" dicho asertivamente nos deja tranquilas y le señala al otro el límite de nuestras necesidades, deseos y posibilidades. Pero lo más difícil es decirnos ¡basta! a nosotras mismas cuando perdemos el autocontrol, atentamos contra nuestra autoestima y trasgredimos nuestros propios límites.