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Aquella tierra de las últimas nieves

Refugios: más allá de sus límites ciudadanos, la ciudad extiende sus encantos hasta las montañas, donde los centros invernales esperan con frío o con calor.




USHUAIA.- El poblado creció siguiendo la ruta de un náufrago que llega a la costa: los primeros asentamientos de la Misión Anglicana se registraron próximos a la playa, en una lengua de tierra cercana a las aguas del Beagle; y luego se desplazó tierra adentro, encaramado sobre los montes de lenga que perduraron más allá del mar.
Ahora, a más de cien años de su fundación, Ushuaia sigue desplazándose -al menos literalmente- hacia arriba. En los últimos barrios, incluso, todo recuerda la altura: para entrar en muchas de las casas de madera que se siguen instalando cotidianamente hay que subir una escalera interminable, de casi el doble de largo de toda la casa, y desde la puerta de entrada se ven la bahía y el Beagle allá abajo, muy pequeños.
Siguiendo esa misma línea de crecimiento están hoy los centros invernales, prolongaciones de la ciudad en las montañas que la circundan. A pesar del rubro que los iguala, cada uno de esos lugares tiene una historia y una especificidad que los diferencia.

Haruwen, el último confín

Hasta ahora, el límite más extremo: este centro es el más alejado de la civilización, el más internado en los Andes.
Estuvo, incluso, algunos años cerrado, y eso contribuyó a acrecentar su atmósfera de feliz anonimato. Allí hoy uno puede ir e internarse a pleno: el centro tiene una cabaña enteramente hecha en madera donde hospedarse y permanecer, una suerte de spa mental. A su lado, un sauna finlandés contribuye a la desintoxicación del cuerpo.
Haruwen tiene, a su manera, una historia familiar. Fue fundado por el padre de Damián Muriel, su actual propietario y responsable del rescate del lugar. "Lo hice todo a pulmón, con una pequeña ayudita de mis amigos", dice Damián y cuenta que toda esa construcción de madera donde la gente está tomando chocolate caliente o coñac o whisky es producto de días enteros, con noches incluidas, de trabajo en equipo.
La etapa de la construcción atravesó también una noche de árboles incendiados e iluminaron la oscuridad por demás. Mientras Damián habla, pasa a su lado una troika tan roja y tan bien hecha que de pronto todo parece ubicado en otro escenario, en una estepa rusa. En esa troika tirada por caballos se puede pasear y también en trineos tirados por perros, un paseo que guarda un vértigo difícil de prever.

Tierra Mayor, centro pionero

De todos los centros de invierno ushuaienses, Tierra Mayor es el que menos hace para quebrar la regularidad de la nieve. El terreno que circunda la sede es planísimo, una versión nivosa del desierto, y allí asoman construcciones todas pintadas de blanco.
Una entre todas llama intensamente la atención: parece una suerte de galpón y está rodeada de un inconfundible aire antártico. "Sí, aunque la hice construir en Italia, está inspirada en mis días en la Antártida", dice Gustavo Giró, dueño de este centro, el primero de la zona. Cuenta que en 1965 fue segundo jefe de la primera expedición argentina al Polo Sur y que vivió cuatro años entre los hielos. En cada uno de los viajes de fugaz regreso a la civilización que hizo durante esos años, pasó por Ushuaia.
En aquellas épocas de instrucción para la nieve aprendió en Noruega, entre muchas otras cosas, a construir un iglú, una enseñanza que hoy suele ofrecer a todo aquel que quiera aprender, siempre que la nieve esté en condiciones.
"Suele tomarme unas cuatro horas terminarlo, y adentro tienen espacio para unas cuatro o cinco personas. Cuando hice mi curso de supervivencia llegué a comprobar que dentro del iglú se podía mantener una temperatura de 0 grado, cuando en realidad afuera hacía 35 grados bajo cero."
Este centro ofrece otra posibilidad poco habitual, la de ser remolcado por una moto de nieve con un paracaídas en la espalda, con la inevitable consecuencia de elevarse por sobre la nieve, las lengas, los colihues y ver todo desde arriba. Una mujer que acababa de hacer el viaje no pudo decir nada como descripción porque todavía tenía los rasgos estáticos, en una mezcla de vértigo, admiración y placer.

Altos del Valle, el refugio

En Altos del Valle algo lleva a intensificar la impresión de refugio de montaña: tal vez contribuya en gran parte el diseño de los lugares donde uno puede guarecerse. La cabaña que se usa como hospedaje es acotada y precisa, cada metro recuerda la necesidad de aportar calor.
Y en la otra, el hogar de leña no ha quedado, como suele ocurrir en estos lugares, en una posición central, justicieramente repartiendo el calor hacia todos los rincones. Acá el hogar está escondido, y su reclusión sólo puede ser celebrada: acercarse a su fuego es casi quedar inmerso en él, hipnotizado. En esta tarde de invierno un hombre fuma en pipa y toma una bebida que se ve incluso más dorada que el fuego. El Gato Curuchet, dueño del lugar, tiene una estampa que indudablemente contribuye al toque montañés. Se acomoda su gorra de heladas rusas o alaskanas y habla de sus salidas de trekking hasta Laguna del Silencio y de sus escaladas hasta el glaciar del monte Alvear.
"Pero lo que más me gusta, lo que realmente me fascina es hacer mis excursiones invernales hasta Península Mitre. Son 170 kilómetros que se hacen con trineos tirados por perros y que suelen durar entre diez y doce días. La mayoría de los que hacen el trayecto son europeos, a veces algunos americanos: todos cansados de las presiones y las comodidades excesivas de la vida civilizada. Dormimos en bolsas y al amanecer, antes de volver a salir, tomamos un café de calentador que, según todos, es el más rico que han tomado en mucho tiempo. En fin, pasa de todo; vuelven casi como si hubiesen hecho un viaje por el tiempo."
Justamente por todas esas excursiones fue que comenzó a criar perros para la nieve, hoy su dedicación más exclusiva. Cuando llegó a Ushuaia, hace más de veinte años, hacía sus salidas con caballos, pero con el tiempo se dio cuenta de que era una opción posible para el verano, aunque no para el invierno, cuando el terreno y las condiciones son otros.
Entonces fue que comenzó con la idea de criar perros alaskanos y huskies siberianos, que solucionaban ese problema. Por ellos viajó a Alaska y a Europa, se conectó con criadores de varias partes del mundo, y hoy es uno de los organizadores de esta tercera carrera de trineos tirados por perros, un deporte que, al decir de muchos, "convierte al fanatismo para siempre".

La ruta canina

Tony Ocanto, hoy corredor de renombre, puede dar fe de ello: "Vine a Ushuaia por primera vez en 1988 y vine al valle de los Huskies, donde por aquella época estaba Pablo German, pionero en esto de los trineos y los centros invernales, y de pronto me vi completamente cautivado por estos perros y por todo lo que significaba vivir con ellos acá".
Lo gracioso es que nadie fue, en principio, un buen cómplice de su amor perruno: el primer conductor de trineos con el que habló le dijo, con cierta condescendencia, que lo comprendía, pero que le parecía demasiado grande como para dedicarse a criar y a correr con los huskies. Otros dijeron cosas similares.
Aun así, Tony Ocanto volvió a Ushuaia al año siguiente y participó en su primera carrera en el valle de los Huskies, un trayecto muy corto, pero muy definitorio: a partir de entonces vive la mitad del año en Ushuaia, donde organiza paseos en trineos tirados por perros, y gran parte del resto del año viaja por el mundo, detrás de otras carreras donde sus siberianos puedan desplegar virtudes.

Las Cotorras, delicias fueguinas

Paseos en snow cats -motos de nieve rebautizadas así en Ushuaia- y en trineos tirados por perros; rutas de esquí de fondo y patines para el hielo: en Las Cotorras se puede hacer mucho de lo que se hace en los otros centros.
La gran diferencia está puertas adentro: en una construcción enorme, las mesas están ocupadas por pequeños grupos, parejas o seres solitarios, todos entregados a su parrillita humeante cubierta de cordero. Casi no parecen prestar atención a nada más, y no parecen preocupados por incurrir en las delicias de la gula.
Después, cuando terminen de comer, el Mono Lovece, dueño del lugar, preparará un café que todos conocen como "café del Mono", aunque él, tal vez modesto, lo llama "café montañés". La mezcla de licores que lo componen llega a quince y las enormes cantidades de brebaje se calientan en una pava de aluminio toda chamuscada, con brasas encendidas en el interior; todo matizado por las grandes dotes histriónicas de quien lo ideó.
Después, Lovece adquiere una postura que casi podría catalogarse de seria y se pone a contar la pequeña historia que hay detrás de cada una de las fotos originales del célebre presidio de Ushuaia que él logró rescatar y que se exhiben en su cabaña.
Sonia Fournau

Hospedajes y comidas

  • Hotel Las Hayas: un magnífico lugar en la montaña, con vistas de la bahía y la ciudad. Los cuartos tienen una decoración tan clásica como acogedora, y en el segundo piso, un pasadizo de vidrio que se desliza por el bosque y conduce a la pileta climatizada. Cuenta con 102 habitaciones y suites, dos restaurantes y un bar inglés.
Tarifas hasta fines de septiembre: entre $ 175 la habitación doble y $ 300 la suite de lujo. Teléfono en Ushuaia: (0901)30710; en Buenos Aires: 449-9808.
  • Hotel del Glaciar: un hotel en las alturas, con una fuerte decoración en madera que acentúa su calidez. Un hogar de leña en la planta baja es casi una tentación para no salir nunca del hotel en invierno.
Tarifas entre $ 115 y 184 la suite. Teléfono en Ushuaia: (0901)30640; en Buenos Aires: 311-8989.
  • Hostal del Bosque: una opción distinta y más económica: se trata de un apart hotel de habitaciones muy confortables y a pocas cuadras del centro de la ciudad. Los precios de las habitaciones dobles oscilan entre $ 52 y 112, con desayuno incluido.
Magallanes y Fadul. Tel.: (0901) 21723; fax: (0901) 30783.

Buenos platos

  • Bar y Restaurante Ideal: construcción típica de los principios de Ushuaia; interior reciclado y una fachada conservada en casi todos sus detalles. Es imperdible la centolla a la italiana y el guiso de cordero. En San Martín y Roca.
  • Restaurante del Club Náutico: la posibilidad de comer casi dentro del agua, con vista al muelle y, más allá, las montañas. Especialidad en pescados y mariscos. Mesa de pool y una barra para tomar un whisky con fondo fueguino. Maipú y Belgrano, frente a la bahía.
  • Restaurante Tía Elvira: un clásico ushuaiense que ofrece deliciosos platos a base de pescado y pastas. Se recomienda no partir sin haber probado la merluza negra a la Tía Elvira, un pescado que gana cada vez más adeptos en tierras fueguinas y patagónicas. San Martín 234.

Las claves de un final feliz: montañas, esquí y fogones

USHUAIA.- Los centros invernales situados en las proximidades de Ushuaia se suceden a lo largo de la ruta 3, uno detrás del otro, con diferencia de pocos kilómetros entre ellos, lo cual permite hacer recorridos en esquí o en motos de nieve entre uno y otro.
Aquí, la enumeración comienza con el más cercano a la ciudad de Ushuaia y continúa así hasta llegar al más alejado. Además de los centros mencionados en la nota central, hay otros dos al borde de la ruta 3 y, por otra parte, la ciudad cuenta con tres pistas, donde se pueden practicar esquí alpino, nórdico y de fondo.
A continuación se detallan las actividades que pueden realizarse hasta agosto/septiembre, durante la temporada de nieve, y también las posibilidades de hospedaje que los centros brindan durante todo el año.
Altos del Valle: ubicado a 19 km de Ushuaia; este centro ofrece la posibilidad de practicar esquí de fondo (alquiler del equipo $ 6 la hora, y $ 20 el día), o de tomar clases ($ 25 la hora), y de hacer paseos en trineos tirados por perros ($ 25). También se pueden hacer travesías en trineos hasta Península Mitre; tarifa $ 110, con todo incluido. El centro ofrece la posibilidad de hospedarse en una cabaña muy acogedora; Tel.: (0901)22234.
Valle de los Huskies: a 20,5 kilómetros de Ushuaia, es un centro donde se pueden alquilar cuatriciclos 4x4 ($ 15 la hora) y realizar paseos de 5 kilómetros en snow jet ($ 15 por persona). También se puede practicar esquí de fondo (los equipos se pueden alquilar por hora a $ 7 y por día a $ 30) y tomar clases individuales ($ 18 la hora) o grupales ($ 9 la hora).
El lugar cuenta con un restaurante con capacidad para 100 personas donde se puede pedir menú a la carta o cordero al asador. También hay un salón donde se sirven deliciosas tortas y chocolate caliente. Tel.: (0901) 31902.
Tierra Mayor: un centro ubicado a 22 kilómetros de Ushuaia, con pistas para hacer esquí de fondo ($ 6 el alquiler de equipos por hora, y $ 25 por día) y para tomar clases ($ 6 las colectivas y $ 20 las individuales). También se pueden hacer paseos de 1,5 kilómetro en trineos tirados por perros ($ 15), o en snow-cat ($ 9 y 18, según el recorrido). Como posibilidades únicas en la zona, este centro ofrece la posibilidad de pasear por el valle elevado en paracaídas ($ 25 el paseo) y de participar en la construcción de un auténtico iglú.
Tierra Mayor ofrece también la posibilidad de hospedarse en una cabaña-refugio climatizada, donde hay que dormir en bolsas; ideal para aquellos con espíritu aventurero. Tarifa: $ 80 por día, incluye comidas. Tel.: (0901)23240.
Las Cotorras: a 26 kilómetros de la ciudad, es un reducto donde se pueden hacer paseos en trineos tirados por perros (entre $ 20 y 25, según el recorrido), practicar esquí de fondo ($ 6 el alquiler de equipos por hora y $ 30 por día), y tomar clases colectivas ($ 10 la hora).
El centro cuenta con encantadoras cabañas con baño y calefacción. Tarifa: $ 100 para cinco o seis personas; $ 50 para dos personas. Existe también una opción más económica para grupos grandes o para mochileros.
Hay, además, un gran salón con un inmenso fogón central donde se sirve uno de los más logrados corderos al asador de la región (precio del almuerzo: entre $ 10 y 15 por persona). Tel.: (0901)99300/31698.
Haruwen: el más recóndito de los centros invernales, está ubicado a 36 kilómetros de Ushuaia. Se puede practicar esquí de fondo, y existe la posibilidad de alquilar los equipos por el día entero ($ 23) o por medio día ($ 15); también la de tomar clases ($ 7 la hora las grupales y $ 20 las individuales). Es el único centro que ofrece la posibilidad de hacer paseos en troika, esos enormes trineos con forma de carruaje, originarios de Rusia ($ 12 el paseo).
El centro cuenta con una cabaña próxima, toda revestida en madera de lenga, donde se ofrece hospedaje. Tel.: (0901) 24058; fax: (0901) 31099.

El mismo ámbito para otras aventuras

Todo el año: a partir de octubre los centros invernales comienzan a realizar actividades para quienes gustan de las caminatas o del riesgo extremo.
USHUAIA.- A pesar de su nombre, los centros ofrecen, a partir de octubre, una serie de alternativas que permiten seguir disfrutando de Ushuaia y de la vida de montaña una vez que la nieve ha desaparecido.
  • Altos del Valle es el centro que ofrece, dentro de los distintos rubros, las opciones más avezadas. Las caminatas, por ejemplo, llegan hasta la laguna del Silencio y las escaladas hasta el glaciar del Monte Alvear, y duran entre dos y cuatro días.
Las excursiones se realizan entre fines de octubre y marzo. Tarifa: $ 60 por día con todo incluido.
También organiza cabalgatas hasta la península Mitre, precisamente hasta la Caleta Policarpo, sobre el lado norte de la península.
Se trata de diez días en los que se recorre la costa atlántica, entre bosques y montes. Las cabalgatas se realizan entre diciembre y marzo, y la tarifa es de $ 110 por día con todo incluido. Las consultas y reservas se pueden hacer al Tel. (0901) 22234.
  • Valle de los Huskies ofrece la posibilidad de hacer una caminata muy tranquila, de una hora de duración, por los turbales y los bosques del valle. La tarifa es de $ 20 y el paseo se puede realizar entre diciembre y marzo.
Las cabalgatas se internan entre las lengas y coihues de la montaña y duran unas ocho horas.
Se realizan de diciembre a marzo y la tarifa es $ 85. Esos mismos recorridos, y otros, también se pueden hacer en cuatriciclos, en la misma época del año, y la tarifa estándar es de $ 15. Tel: (0901) 31902.
  • Tierra Mayor organiza caminatas hasta Laguna Perdida, de seis horas de duración, ideales para hacer ejercicio y combinar con una buena noche de hotel o de cabaña. Tarifa $ 45, con almuerzo y traslado desde Ushuaia incluidos.
Para aquellos con más resistencia, el centro ofrece caminatas de un día y medio de duración con noche en campamento incluida. Tarifa $ 100.
Tanto el trayecto hasta la Laguna Perdida como la de menor duración se realizan desde diciembre a marzo.
Otra opción son los paseos en cuatriciclo por la superficie del valle. Los más cortos son de quince minutos, aunque pueden extenderse según los entusiasmos. Tarifa mínima $ 9.
Los paseos también pueden hacerse con tracción animal, en cabalgatas solitarias o con guía, que pueden durar entre dos y cuatro horas. Tarifa: $ 12 la hora sin guía y $ 15 con guía. Tel.: (0901) 23240.
  • Haruwen organiza caminatas por el bosque y las montañas, y excursiones a caballo de recorridos varios, desde diciembre hasta marzo. Para informes acerca de las tarifas, comunicarse por el (0901) 31099, o por fax al (0901) 24099.
  • Las Cotorras ofrece caminatas de seis horas de duración hasta Glaciar Canadá, una zona todavía muy poco visitada, con un tinte verdaderamente inhóspito.
También se pueden hacer cabalgatas en soledad o con guía, que varían según el gusto del jinete. Por otra parte, se alquilan bicicletas -especiales para alta montaña- para hacer el mismo recorrido que durante el invierno se realiza en las motos de nieve.
Para consultar precios, llamar por el (0901) 99300/31698.

Pistas que son ciudadanas

USHUAIA.- Dentro de la ciudad existen tres lugares donde se puede practicar esquí.
Dos de ellos están especializados en la modalidad alpina, considerada una rareza en la zona, ya que lo normal es el esquí de fondo.
El esquí alpino se puede disfrutar en el Club Andino Wolfang Wallner, cuya superficie esquiable es de 860 metros, de pronunciada pendiente, y en el Glaciar Martial, con 1130 metros de pistas.
En el Club Andino Francisco Jerman la actividad se centra en el esquí Nórdico.

Carreras que se miran con los dientes apretados

A pulmón: las competencias de trineos donde el mayor esfuerzo lo hacen los perros se están imponiendo también en la Argentina.
USHUAIA.- Dentro de la variada serie de opciones que propone Ushuaia, algunas han comenzado a ser casi clásicas: los cruceros por el canal de Beagle, la visita a la ex Cárcel de Reincidentes, la excursión al parque nacional, el tren del Fin del Mundo.
Hay otras opciones, pero las que se propone como imperdible es efectuar una excursión combinada a la Isla de los Pájaros, en cuyo transcurso se puede ver uno de los antológicos faros y visitar la estancia Harberton, cuyas actividades rurales aún perduran.
Y hay, por otro lado, toda una serie de actividades que están comenzando a imponerse. Entre ellas, una de las más originales es sin duda la de asisitir a las carreras de trineos tirados por perros, que este año realizó su tercer encuentro consecutivo en la zona.
La primera de las carreras fue una travesía que cubrió los 225 kilómetros que hay entre Ushuaia y Río Grande. Esta tercera competencia abre la esperanza de todos aquellos fueguinos que se dedican a los siberianos y alaskanos.
También, la de muchos criadores y corredores de otros países, ya que este año Ushuaia ha sido incluida como sede de carreras dentro del calendario internacional, algo que permite a los corredores profesionales trasladarase al hemisferio sur cuando la nieve desaparece en el Norte.
El espectáculo tiene muchas aristas. La preparación previa, cuando los perros son sacados de sus jaulas y atados a los trineos, es apenas una demostración de destreza que llega a su pico cuando los animales, en un esfuerzo supremo, se lanzan a toda carrera por la estepa blanca.
La competencia de este año, que se realizó entre el 1° y el 12 de agosto en los centros invernales de Tierra Mayor, Haruwen y Altos del Valle, contó con la presencia de participantes de Escocia, de los Estados Unidos y Alaska.
Por cualquier información respecto de los eventos para el próximo año, comunicarse con los siguientes números: (0901) 22234/24108 (teléfono y fax).

Vapores de un tren austral

Trocha angosta: un trayecto a bordo de coches artesanales, recubiertos en caoba, que se interna en los bosques del Parque Nacional Tierra del Fuego.
USHUAIA.- Esta ciudad ha estado siempre, de distintas formas, asociada a la idea de la huida: ahora los europeos mueren por pasar unos días en "el fin del mundo" -mote que a ellos les fascina tanto como a los ushuaienses los irrita-, lejos de todo, olvidados.
Incluso, en esa misma línea, la ciudad se prepara con creces para el diciembre de fin de siglo: desde Europa muchos ya están reservando sus lugares en Ushuaia para recibir allí la primera madrugada del año 2000, ensoñados con la idea de ser de los privilegiados que pudieron vivir "un fin de siglo en el fin del mundo".
En el pasado, Ushuaia también tuvo que ver con la huida, sólo que con su negación: el presidente Julio A. Roca firmó un decreto que designaba a este poblado como sede de una Cárcel de Reincidentes que continuaría el temible presidio de la Isla de los Estados.
Allí, como lo adelantaba el título, irían los presos reincidentes, porque la vastedad del paisaje supuestamente calmaba los ánimos delictivos y, además, no había cómo escapar con vida. Ahí, en las entrañas del mundo, fueron alojados todos aquellos que debían ser olvidados.
En marzo de 1947, bajo la presidencia de Perón, la Cárcel de Ushuaia fue cerrada; hoy, desde hace un par de años, ha comenzado a funcionar como museo, y las refacciones para abrir más áreas y para explayar la historia del antiguo presidio y de sus habitantes continúan día a día.
Realizar una visita al presidio es una de las formas más concretas que la ciudad ofrece para introducirse en la historia y en las vidas aquellas.

Rastros de trocha angosta

Otra manera de seguir los mismos pasos es hacer una visita al Ferrocarril Austral Fueguino, un tren de trocha angosta que sigue gran parte del trayecto que los presos hacían a diario para ir a trabajar.
En cuanto uno llega a la estación, a la vera del río Pipo, percibe de inmediato que Nora es la reina del lugar: es única, la primera, la más fotografiada. "Se trata de una locomotora de vapor de trocha angosta, la única construida íntegramente en la Argentina", dice un ingeniero galés que participó en su construcción y que nunca más se despegó de ella.
La máquina es un hallazgo estético: fue construida en forma artesanal, pieza por pieza, siguiendo el modelo de una locomotora inglesa que fue diseñada en 1907 para ser luego llevada a Tasmania, entonces colonia británica.
La tradición de dependencia de la Argentina en cuanto a la industria ferroviaria -todas las vaporeras que se utilizaron en nuestro país fueron inglesas, o alemanas, norteamericanas e incluso italianas- hace de ésta, Nora, la primera en ser completamente argentina.

Un paseo artesanal

Nora arranca una mañana de frío y de nieve, y deja atrás una estación que parece una maqueta de una ciudad antigua. Detrás lleva cinco de sus once vagones habituales, todos revestidos en madera de caoba.
Desde aquí adentro el frío parece algo puramente visual: el calor de los vagones lo reduce a una serie de imágenes: las montañas nevadas, los turbales escondidos tras el blanco, gran parte de los árboles vetustos, casi como esbozos en carbonilla de un aprendiz de dibujante.
Muchos de esos árboles son, en realidad, un tronco casi a ras del suelo; ejemplares que nunca han vuelto a crecer desde que fueron hachados por los presos o por obra de los antiguos aserraderos que había en la zona antes de 1960, cuando el área se convirtió en parte del Parque Nacional Tierra del Fuego.
Gabriel Rayes, jefe de la Estación del Fin del Mundo, dice que los fueguinos llaman a esa parte del parque "el cementerio de árboles", pero no se ve tan preocupado por eso como por la tala de bosques que se hace en forma indiscriminada en otras partes de la isla.
A un costado del trayecto hay una reproducción de los dos tipos de choza que construían los yámanas, los indios canoeros de la región sur de la Tierra del Fuego.
El modelo introduce el tema y las preguntas de los interesados en -o de los que descubren un fugaz interés por- la etnografía.
En otro momento el interés es capturado por un par de cóndores que sobrevuelan los restos de algún animal muerto, o por águilas moras, o por unos carámbanos transparentes que se adhieren a las piedras de las montañas. Pero siempre, después de cada cosa del exterior que se impone, la atención de los pasajeros vuelve al tren, hipnótico motivo del viaje.

Datos preciosos

El Ferrocarril Austral Fueguino hace un recorrido de 6 kilómetros que va desde el Camping Municipal de Ushuaia, a la vera del río Pipo, hasta la estación final, junto a la ruta 3.
Allí se puede optar por hacer el viaje de vuelta en tren o por continuar con un servicio de ómnibus hasta la bahía de Lapataia, un lugar inolvidable junto a las aguas del Beagle.
Para llegar desde Ushuaia hasta la Estación del Fin del Mundo, desde donde parte el tren, se puede comprar el ticket en el muelle turístico de la ciudad, donde hay ómnibus del ferrocarril que transportan a los pasajeros hasta la estación.
Por cualquier tipo de información acerca del Tren del Fin del Mundo, contactar: (0901) 30709/31600 (en Ushuaia), o 325-0681 (en Buenos Aires).
Sonia Fournau
Fotos: Walter Astrada

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