CARACAS ( El Nacional /GDA).- En Semana Santa, Caracas vuelve a ser "la sucursal del cielo" -como antes se la llamaba-, pero no por la piedad de los citadinos, sino porque mucha gente viaja al interior. Quienes se quedan disfrutan de calles despejadas y de las actividades religiosas, entre éstas la bajada de los Palmeros de Chacao es una de las más pintorescas: un grupo de hombres sube al cerro Avila a buscar las palmas que serán bendecidas el domingo. Ese día, la feligresía colma los templos y nadie quiere irse sin su palma.
Pero el miércoles es el día más esperado: la imagen de Jesús Nazareno, que se venera en la basílica de Santa Teresa, sale en una multitudinaria procesión después de las misas que se celebran, una tras otra, desde la 1 de la madrugada hasta las 5 de la tarde. Un mar humano se congrega ante la imagen para pagar promesas. La tradición dice que en el siglo XVIII, El Nazareno fue sacado en procesión para rogar por la erradicación de la peste. La cruz se enredó en un limonero. La gente se hizo infusiones con la fruta y empezó a curarse.
El jueves, luego de la misa de la Ultima Cena, los feligreses empiezan la visita a los Siete Templos; el viernes es el turno de los viacrucis; el sábado se celebra la resurrección y el domingo no es extraño que lo detengan en la calle para pedirle "algo" para el Judas, que en la tarde quemarán: será un muñeco relleno con cohetes y la "cara" de quien peor se esté portando para las fechas santas.
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