Cómo se lo digo: el novio de mi amiga es de lo peor

A ella la bancás en todas, excepto en esta. ¿Cómo no quedar en offside cuando ves que el hombre que tiene al lado es infumable o, incluso, un peligro potencial ?

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Denise Tempone

4 de agosto de 2015 • 00:20

Créditos: Corbis

Seguro alguna vez estuviste ahí y pudiste comprobar que se trata de un tema resbaladizo como ninguno. Porque las parejas de nuestras amigas se ubican en ese complejo territorio en el que se unen la confianza que existe entre ustedes dos... con el nivel más profundo de su privacidad. A veces, es un detalle poco importante: él puede ser antipático, aburrido, tener "cara de nada", no compartir tus gustos musicales o simplemente que cuando los ves juntos no parás de pensar: "¿Y a este qué le vioooo?". Pero también alrededor de este tema se cuestionan valores como el respeto y el cuidado. ¿Cuándo algo que podemos decirle a ella es un consejo y cuándo una invasión? ¿En qué situaciones podemos meternos y en cuáles nos desubicamos? Todos estos dilemas se activan como nunca cuando no nos gusta la persona que ella eligió para compartir su vida. Peor aún, cuando pensamos que ese tipo simplemente "es un forro". El modo en que piloteamos la cuestión dependerá mucho del grado de riesgo que esa relación le ofrezca a nuestra compañera (¡hay "forros" inofensivos, por supuesto!). Acá te proponemos algunas salidas a situaciones típicas de parejas infumables.

Él la vive

Lo que pasa: tal vez empezaste a verla haciéndole favores, bancándole algunos gastos y sacándolo de apuros, pero cuando te quisiste acordar, la encontraste haciendo malabares financieros y negándote un simple cafecito porque estaba sin un mango. Tu amiga, esa que tiene cincuenta trabajos, la siempre autosuficiente, de pronto cuenta con menos presupuesto que una quinceañera. Ahora tiene novio, sí, pero le está saliendo caro.

¿Cómo manejarlo? Lo primero que hay que analizar en estos casos es la verdadera razón de su apuesta. En los modelos de pareja basados en el compañerismo, a veces nos toca a nosotras "bancar la olla" hasta que él alcanza cierto objetivo. Pero aun cuando no sea temporal ni haya objetivo, tal vez ella esté supliendo otras cosas a través de esa relación. Muchas mujeres aman y buscan cierta dependencia y, de alguna forma, disfrutan el control que eso les da sobre sus hombres, especialmente cuando ellos responden de manera afectuosa. Esas dinámicas –que son muy íntimas– deben ser respetadas. Lo mejor que podés hacer con tu amiga es escucharla cuando se descargue con vos y hacerle las preguntas indicadas para que saque sola las conclusiones de su malestar, ojo, si es que lo siente.

Él la histeriquea

Lo que pasa: ya van por el capítulo 48 de esta "historia de amor". Fueron, vinieron, él no se decide, ella se asusta y así... Cada vez que el romance estalló, ahí estuviste vos, para recoger sus pedacitos mientras te juraba: "Con esto se terminó". Pero no, siguen tejiendo dramas sobre la nada misma. Un día, ella te convence de que es el peor tipo del mundo, pero al otro..., vuelve a amarlo. Y lo peor es que, si le recordás lo anterior, ¡tal vez hasta se la agarra con vos! No sabés si alegrarte o ponerte a llorar cada vez que se reencuentran.

¿Cómo manejarlo? Hay algo tramposo en estos vínculos. Mientras ella y vos se juntan a "telenovelear" y a esperar que la relación "se dé", en realidad, esa relación ¡ya se está dando! Entender que este es el vínculo y que es así –inestable, contradictoria– baja mucho los decibeles de dramatismo, te libera de expectativas y te ayuda a tomar con naturalidad cada subida y bajada. No hay mucho que puedas hacer más que esperar que ella se canse sola o que la dinámica entre ellos cambie. Mientras, si te quema el bocho, dosificala. Con amor.

Créditos: Ilustración de Erivil

Él la "apaga"

Lo que pasa: tu amiga bajó mil voltios desde que está de novia. Pensaste que era la clásica redistribución energética que acompaña el enamoramiento..., pero no, cierta mirada desaprobatoria de él la tiene cohibida. De pronto, lo que ella hace no le parece tan interesante, sus opiniones son siempre tibias y un sorpresivo sentido del ridículo se apoderó de sus movimientos. Tu amiga se convirtió en una mina insegura y temerosa de su propio criterio, que era, justamente, lo que adorabas de ella.

¿Cómo manejarlo? Aunque no se vaya a ningún lado, aunque la tengas ahí, en estos casos realmente sentís que estás perdiendo a alguien y puede ser muy doloroso. Especialmente cuando se trata de una compañera de aventuras. Esto amerita una charla sincera porque, cuando notás que la autoestima e independencia de tu amiga empieza a ser minada, está bueno ponerla en alerta. Una simple conversación puede hacerla subir las defensas y notar que no está siendo fiel a sí misma. Muchos vínculos abusivos empiezan debilitando a la otra persona, así que la pérdida de poder de tu amiga no es algo para dejar pasar como si nada.

Él la usa a su antojo

Lo que pasa: tu amiga accedió a verse con un hombre por el cual siente algo fuerte con la esperanza de que eso se convierta en una relación recíproca. Decenas de veces la viste salir disparada a su casa a las 4 a. m. o colgar una cena de chicas porque él se puso hot en el WhatsApp. Sin embargo, son contadas las ocasiones (si es que alguna vez existieron) en que lo viste a él acompañándola en alguna situación importante o dejando algo de lado para hacerle lugar en su agenda. La ecuación es tan simple como odiosa: ella da, da y da..., él solamente recibe.

¿Cómo manejarlo? Aunque a todas nos enojen estas situaciones cuando las vemos con claridad contundente desde afuera, hay que ser cuidadosas a la hora de transmitirle a una mujer que un hombre está sacando provecho de sus sentimientos. Es especialmente conmovedor cuando ella se pone en la pose de "a mí también me gusta tener sexo" pero después se larga a llorar porque no la llama para su cumpleaños. Es en esos momentos de vulnerabilidad cuando podés filtrar tu consejo de amiga y ayudarla a que le caiga la ficha de que dar unilateralmente solo deja una sensación: vacío.

Él la engaña

Lo que pasa: tener pruebas de que un hombre engaña a una amiga (porque lo viste con tus propios ojos o te lo contó una buena fuente) es parecido a tener una estaca clavada en el corazón. No importa qué tanto te hagas la tonta, el sentimiento de traición va a acompañarte hasta el final si no le hacés honor a la verdad. ¿Es necesario? ¿Está bien? ¿Lo decimos? ¿Y si ella misma te cuenta que ya van varias veces que pasa?

¿Cómo manejarlo? El problema de "omitir" estos datos es que te obliga a armar una farsa durante el resto del tiempo. Si decidís no decirlo, tendrás que actuar cuando ella te cuente los planes de ambos para el futuro o cuando dude de las "reuniones de trabajo" en horas insólitas, por ejemplo. Cuando el vínculo es realmente cercano y conocés los códigos de esa pareja (sabés que no están en una relación abierta, por ejemplo), podés decírselo sin más. Ahora, lo que haga ella es algo que tendrás que respetar, y ¡ojo!, porque si no comparten criterios o ella está muy cegada, puede que termine matando al mensajero.

Cuando hay maltrato

Si notás que las peleas entre ellos se están volviendo demasiado frecuentes y/o "intensas" como para que parezcan normales, como amiga, deberías ponerte en alerta. Tal vez incluso te haya pasado que alguna vez quedaste atrapada en alguna de ellas. Por ahí tu amiga ya te hizo referencia a situaciones violentas o incluso estás sospechando de ciertos indicios en su propio cuerpo.

Por estos días, en nuestro país y en el mundo, se habla mucho de violencia de género, y aun así, no siempre sabemos cómo reaccionar. Antes que nada, acá la categoría de "forro" queda chica, porque estamos ante un violento. Por regla, no deberías quedarte callada durante ninguna situación que ponga en riesgo el bienestar de una amiga. La charla más importante, por supuesto, tiene que ser con ella. Lograr que lo admita es el primer paso para ayudarla. El segundo es ofrecerle un lugar seguro para que pueda irse cuando finalmente decida hacer la denuncia y dejar su casa. Armar una red para atajarla y hacerle saber que estás disponible.

Experta consultada: Lic. Lucila Goldin, psicóloga.

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