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Cuerpo y alas del deseo, de Foucault a Wenders




El filósofo Michel Foucault con el escritor Claude Mauriac

El filósofo Michel Foucault con el escritor Claude Mauriac - Créditos: Corbis

Literatura, poesía, pensamiento. Distintas miradas, ninguna de ellas suficiente para entender el mayor misterio al que nos enfrenta nuestra existencia. ¿Quién soy yo?
Es esa la pregunta latente en cada uno de nuestros actos, en todas las decisiones que tomamos. Podemos no ser conscientes, pero la duda está ahí y nos acompañará siempre, porque no hay respuesta definitiva.
Ser es crecer, es existir, es vivir, estar. ¿Pero es solo eso? ¿Hay algo más? ¿Hay alguna explicación coherente para mi existencia en este mundo? ¿Si mis circunstancias cambiaran sería la misma persona? ¿Qué me define? ¿Mi cuerpo? ¿Mi alma? ¿Mis sentimientos? ¿Mis pensamiento? ¿Lo que conozco? ¿Lo que sé? ¿Lo que veo? ¿Lo que creo? ¿El odio? ¿El miedo? ¿El amor? ¿El pasado o el futuro? ¿Lo que tengo o lo que sueño?
Podríamos seguir agregando preguntas y la lista sería interminable. Porque lo es. Porque lo cierto es que no sabemos nada. Y cuanto más aprendemos, mayor consciencia de todo lo que no sabemos.

¿Por qué tanta filosofía, nena? ¿Venís con crisis existencial?

No, no, nada de eso. O sí, bueno, un poco. Es una constante la duda existencial en mi vida y ya me habitué a ser ese tipo de personas, de las que tienen que hacer esfuerzos para disfrutar de las cosas chiquitas.
Pero en estas dos semanas, estuve leyendo de todo un poco, y un poco de todo. Es decir, me quedé con la sensación de no haber leído nada. Estoy como tomada por los pensamientos, dialogo internamente con muchos de ustedes y me imagino qué dirá florisel, o tolomea que hace tanto no viene, o Amy que también viene faltando últimamente.
Ví que a veces en sus comentarios muestran sorpresa por los enfoques en ciertas notas. Y de algún modo, sentí la necesidad de explicar mi visión del mundo.
Le doy tanto peso para el cuidado de mis ideas a Foucault como a mi peluquero.
La inteligencia no es pensar mucho, tener muchos libros leídos, aunque a muchos de nosotros nos encante y nos angustie la idea de que no nos va a alcanzar la vida para leer todo lo bueno que hay en el mundo.
Tampoco es pasarte el día mirándote al espejo. Pero el espejo es necesario, así como la peluquería y todos esos rituales de cuidado cotidiano que tenemos no sólo las mujeres sino todas las personas, que son los que nos dan sentido de existencia.
Michel Foucault, el autor francés que se resistía a ser etiquetado como filósofo, sociólogo o historiador

Michel Foucault, el autor francés que se resistía a ser etiquetado como filósofo, sociólogo o historiador - Créditos: Corbis

En Tecnologías del yo, uno de sus libros menos conocidos, Michel Foulcault analiza precisamente esta noción del cuidado del sí.
Para saber un poco más de este autor les recomiendo la nota de hace un año cuando se cumplía el 30 aniversario de su muerte, de Diana Fernández Irusta, Michel Foucault: siete conceptos para comprender la vigencia de su legado
Me gusta mucho este autor francés, que se resistía a ser etiquetado como filósofo, sociólogo o historiador, porque cambió a toda una generación de intelectuales, la forma de entender los sucesos de la historia: toda su obra pone la mirada en lo particular, en lo más pequeño, en lo que ocurre en los intersticios de la vida. Y así, muestra cómo es posible transformar el orden de las cosas, el acontecer histórico y los sistemas de dominación social.
Ejemplo, que un día se derrumbase el muro de Berlín, que la sexualidad pueda trascender del ámbito de lo pecaminoso, que seamos capaces de conquistar nuevos derechos. Y, en esa línea, reconocer que, por imposible que parezca en determinado momento, finalmente lograremos - y si no somos nosotros, alguien lo hará, por lo cual vale la pena dejar sentadas las bases- hacer lo que vinimos a hacer a esta vida: mejorar el mundo.

Angeles y humanos

Hay una serie que me tiene atrapadísima: Drop Dead Diva. Es la historia de una modelo que se muere en un accidente y al llegar al cielo y ser recibida por un ángel se niega a quedarse allí, entonces aprieta un botón y vuelve a la tierra en el cuerpo de una abogada, una joven con algunos kilos de más y una gran inteligencia. Es una comedia romántica con un planteo muy sencillo, que plantea muchas de estas cuestiones. Sobre el cuerpo, el poder, la belleza, las relaciones de amor, de amistad y cómo evolucionaron hasta el momento actual. Por ejemplo -Spoiler alert-: una chica puede querer embarazarse y en la selección de candidatos a donantes de esperma resolver que el indicado es el ex novio de su mejor amiga, pese a las objeciones de su amiga, hacerlo igual, interpretando esas objeciones como una bendición y al final, no sólo embarazarse sino también quedarse con el novio, con quien antes de comprometerse concibió un hijo por inseminación artificial. Esto por raro que nos parezca muestra un cambio que ya está ocurriendo en los vínculos sociales, cambios que apuntan directamente a nuestra percepción del yo y los otros.
Otro de los planteos atrapantes de la serie es que la protagonista, está permanentemente custodiada por su ángel guardián. Y claro: ¿A quién no le gustaría tener un ángel guardián? ¿Una hada madrina? Aún cuando este angel esté más entusiasmado con las distracciones de la vida terrenal que con el cumplimiento de su misión celestial. El de Jane/Deb es incapaz de evitarle sus desventuras amorosas pero al menos, es un buen conversador y a su manera, acompaña.
Como los ángeles de Las alas del deseo, el film de Wim Wenders, él siente curiosidad por saber cómo es la vida vivida en un cuerpo humano, sujeto a las necesidades materiales, a las sensaciones y las emociones sujetas a los sentidos.
Wim Wenders, director de Las alas del deseo, durante la nominación de los Oscar

Wim Wenders, director de Las alas del deseo, durante la nominación de los Oscar - Créditos: Corbis

Damiel, el angel de Das Himmel Uber Berlin (el nombre alemán de la película) renuncia a su inmortalidad para poder corporizarse en un humano y sentir por una vez el sabor de un beso, el frío del aire, el contacto con la piel de una mujer. Aunque esta condición lo obligue a abandonar la comodidad de la vida etérea, eterna, para hundirse en las disquisiciones irresolutas del alma humana.
La cual nos lleva a la pregunta del comienzo ¿Quién soy yo?

Al das kind kind war

Para terminar e invitarlos a que sigamos haciéndonos preguntas, les dejo el poema completo de Peter Handke, Canción de la niñez, con el que comienza la película Las alas del deseo y les sugiero que lo miren en Youtube, porque es hermoso recitado en alemán.
Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.
Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas,
y echaba a correr de pronto,
tenía un remolino en el pelo
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol es tan solo un sueño?
Lo que veo oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad es mala?
¿Cómo es posible que yo, el que yo soy,
no fuera antes de existir;
y que un día yo, el que yo soy,
ya no seré más éste que soy?
Cuando el niño era niño,
no podía tragar las espinacas, las habas,
el arroz con leche y el coliflor.
Ahora lo come todo y no por obligación.
Cuando el niño era niño,
despertó una vez en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, con suerte, sólo en ocasiones.
Imaginaba claramente un paraíso
y ahora apenas puede intuirlo.
Nada podía pensar de la nada,
y ahora se estremece ante a ella.
Cuando el niño era niño,
jugaba abstraído,
y ahora se concentra en cosas como antes
sólo cuando esas cosas son su trabajo.
Cuando el niño era niño,
como alimento le bastaba una manzana y pan
y hoy sigue siendo así.
Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo caen las moras
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le eran ásperas en la lengua
y aún sigue siendo así.
En cada montaña ansiaba
la montaña más alta
y en cada ciudad ansiaba
una ciudad aún mayor
y aún sigue siendo así.
En la copa de un árbol cortaba las cerezas emocionado
como aún lo sigue estando
Era tímido ante los extraños
y aún lo sigue siendo
Esperaba la primera nieve
y aún la sigue esperando.
Cuando el niño era niño,
tiraba una vara como lanza contra un árbol,
y ésta aún sigue ahí, vibrando.

Peli, libro y debate

Libro: Tecnologías del yo y otros textos afines, 1981, Michel Foucault,
Video: Peter Handke - Song of childhood recitada en alemán, subtitulada en inglés.
Recitado: Bramasca lee Cuando El Niño Era Niño
¿Qué les parece la propuesta? ¿Algún otro autor sobre estas cuestiones del yo y la existencia?
Recuerden escribir si quieren a clubdelecturaohlala@gmail.com

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