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Ejercicio: encontrá tu Ikigai para darle un propósito a tu emprendimiento


Ikigai, el punto de encuentro entre tus dones y lo que el mundo necesita.

Ikigai, el punto de encuentro entre tus dones y lo que el mundo necesita. - Créditos: OHLALÁ!



¿Qué es el Ikigai? En la isla de Okinawa, Japón, viven las personas más longevas del mundo. Muchos investigadores viajaron para descubrir su secreto, pero este no estaba en las cosas físicas sino en lo intangible: todos decían tener un propósito en su existir. Eso es justamente el Ikigai, término que podría traducirse como "tener una razón para vivir". Esta filosofía plantea que todos tenemos un Ikigai, pero para llegar a él se necesita una profunda introspección. Este concepto trasladado a los negocios es una de las teorías más poderosas del mundo emprendedor porque no parte de lo racional sino de lo emocional.

Cuántas historias escuchamos de personas que, aunque son excelentes en su profesión, no son felices con lo que hacen. Y cuántas otras de gente que encuentra algo que ama hacer, pero no lo sabe transformar en un negocio rentable. Encontrar el punto de equilibrio es lo más difícil y lo que construye el éxito.

La filosofía ikigai llega a nuestro mundo occidental para proponer que todos tenemos un motivo para existir y para eso debemos buscar un estilo de vida que no priorice el éxito como sinónimo de perfección sino como sinónimo de felicidad y unicidad. Generar un proyecto que tenga nuestra huella, que aúne lo que somos, lo que sabemos hacer, y que nos permita vivir –y no sobrevivir– es el objetivo de este concepto aplicado a la esfera de los negocios.

Cómo completarlo

Conocer nuestro ikigai nos ordena. Tener en claro el porqué o el para qué nos puede apuntalar nuestra vida personal, nuestro rol en la compañía o hacia dónde irá nuestro emprendimiento. Es una hoja de ruta guiada a través de una inteligencia emocional que es mucho más poderosa que cualquier otra inteligencia. Cuando entramamos lo que nos gusta hacer, lo que amamos hacer, aquello por lo que nos pueden pagar y algo con lo que contribuir, emerge nuestro ikigai en el plano de los negocios.

Lo que nos gusta hacer: lo que verdaderamente disfrutamos. Eso que hace que el tiempo vuele y que nos genera adrenalina. Este es el primer paso y a veces muy difícil de entrever entre tantos estímulos que tenemos en el día a día.

Lo que hacemos bien: nuestras habilidades y talentos, nuestras fortalezas, aquello en lo que somos buenos. Ese 10 que todos tenemos en algún área y que nos sale "fácil".

Aquello por lo que nos pueden pagar: la forma de monetizarnos. Suele ser la pata más floja para los soñadores: no basta con tener la pasión y habilidades para emprender un negocio exitoso, sino que hay que alinearse a las necesidades del mercado para que no sea solo un hobbie.

Lo que necesita el mundo: el valor que le agregamos a la comunidad y a los demás a partir de lo que hacemos, nuestro granito de arena. Hoy en día, las empresas más valoradas por los consumidores y usuarios son aquellas que no solo están enfocadas en ser rentables, sino que además aportan valor, ya sea desde lo sustentable, lo tecnológico, los valores, la innovación, entre otras.

Conforme estos vectores se van entrelazando, van apareciendo otras áreas, pero si no se entrelazan las cuatro, nunca se podrá llegar al ikigai:

•Cuando hay algo en lo que somos muy buenos y tenemos talento, aparece la pasión.

•Cuando se cruza nuestro talento con el mercado, aparece nuestra profesión.

•Al alinear la forma de monetizarnos con lo que nuestra sociedad o nuestro mundo necesita, aparece la vocación.

•Y cuando lo que el mundo necesita se une con lo que nos gusta hacer, nos encontramos con nuestra misión en la vida.

Para qué sirve el IKIGAI

Tener un ikigai claro y definido es algo que da satisfacción, felicidad y significado a la vida. Ya es sabido, y las grandes marcas lo toman para armar su storytelling: podemos olvidarnos lo que nos han dicho o hecho, pero no olvidaremos nunca lo que nos han hagan sentir. Si lo que emprendemos nos hace sentir y le encontramos sentido, va a generar un camino más sólido y directo a compartirlo con el consumidor.

No se trata de comunicar sino de conectarse con los consumidores, y para eso, tener un ikigai es fundamental.

No nos conectamos con otro a partir de lo racional sino desde las emociones, desde los sentimientos, y esto aplica tanto a nuestros colaboradores, nuestros clientes, nuestros proveedores. No importa de qué sea nuestro emprendimiento mientras le podamos dar un sentido que cimiente una comunidad y un camino alrededor de aquel. Al emprender, es muy importante alinear los cuatro vectores que generan que la pasión, la profesión, la vocación y la misión tengan un mismo rumbo. Este orden planteado desde lo emocional es el camino más difícil, pero también el más satisfactorio, y nos va a garantizar un futuro con propósito.

Experta consultada: Fabiana Renault, Consultora en innovación y profesora experta de la Universidad Siglo 21. direccion@creativosextramuros.com.ar.

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