

En el corazón del Parque Nacional Puyehue se encuentra Aguas Calientes, un complejo de cabañas con dos piletas de aguas termales a 40°C (una cubierta y otra al aire libre, sobre el río Chanleufú), oferta de varios tratamientos que combinan barro, miel y masajes, y un gran quincho para comer asados y platos típicos.
Ofrecen caminatas por tres senderos (de 380 a 1500 m de longitud), pero la mayor dosis de adrenalina hay que buscarla en el canopy.
Sin espíritu deportivo y por cuestiones prácticas, lo inventaron unos ingenieros forestales norteamericanos: en vez de subir y bajar de cada árbol trepándose como las ardillas, ¿por qué no desplazarse de uno a otro como lo hacía Tarzán? Reemplazaron las lianas por tarimas y cables y así empezó todo. Sebastián Fornaguera, un porteño de 26 años, lo conoció en Costa Rica y lo importó a Chile (ya se practica en cinco sitios). El y dos personas más ataron ocho cables de acero --que pueden soportar 7000 kg-- al tronco de varios árboles duros y crearon un recorrido de 780 m, a 30 m altura, dividido en nueve tramos que atraviesan la selva valdiviana y cruzan el río Chanleufú.
Varios instructores, entrenados en escaladas, rescate en altura y primeros auxilios, acompañan a los turistas que se animan, con casco y colgados de arnés.
Aseguran que es ciento por ciento seguro, está prohibido para menores de 4, y el mayor de los clientes, hasta ahora, fue un intrépido de 78 años.
No se suspende por nieve, lluvia o vértigo, y tiene tanto éxito (reciben 90 personas por día) que en abril comenzarán la construcción de otro circuito de 2 km de extensión, con 15 tramos a 300 metros de altura).
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