SAN JUAN.- Son casi las 18 y el horario de visitas está por concluir. De un grupo de viviendas rodeado de árboles, un hombre vestido con camisa azul un tanto descolorida y que luce una gorra visera sale al encuentro de unos peregrinos. Sonríe, saluda con llaneza y se encamina al Observatorio Astronómico Dr. Carlos Cesco, dependiente de la Universidad de San Juan.
Luego, cuando ingresa en el observatorio, una corriente de aire celestial parece transformarlo, porque ese cristiano de gorrita comienza a narrar historias del espacio, misterios del universo, fenómenos, milagros y quimeras de las galaxias que los visitantes jamás esperaban escuchar. Su nombre es Héctor Lepes y hace 15 años que trabaja en uno de los dos centros de observación que se hallan dentro de la flamante Reserva Natural Estricta El Leoncito. Lepes es geógrafo y cada noche de su vida la dedica al análisis del cosmos con inusitada exactitud. "Imaginen que nuestro trabajo de calibración es tan preciso que es como si pusiésemos una moneda de 10 centavos en Córdoba y, desde aquí, tuviésemos que darle justo a ella", explica.
Cerros y ríos realzan vastas extensiones
Sin que los viajeros hagan a tiempo para preguntar, Héctor los introduce en ese mundo de lo desconocido: "Nuestra tarea es mantener avistada la franja que va desde el ecuador hasta el Polo Sur y la latitud en la que se halla el observatorio, cerca de los 32°, es la ubicación ideal. Cuando el complejo se inauguró, hace 33 años, en 1965, las noches diáfanas eran más de 300 por año y en la actualidad, casi no superan las 200. Se ha notado, en los últimos cinco años, un aumento de la nubosidad". Incluso, para garantizar la claridad del firmamento, existe en San Juan la ley de protección del cielo, que intenta reducir al mínimo la emisión de polvo de las empresas mineras.
Observación paciente
Con la mansedumbre que sólo un lugar tan apartado como El Leoncito puede darles, los más de treinta científicos que allí trabajan se desvelan por la noche y descansan parte del día. De mucho valieron las miles de horas que los investigadores dedicaron al trabajo nocturno, ya que entre otros hallazgos se descubrieron 76 asteroides a lo largo de su existencia. "Cuando se notifica un nuevo asteroide se lo reporta y, a partir de allí, se requieren tres pasajes por el perihelio para que el descubrimiento se apruebe." Algunos de los nombres eternos que se dieron a los astros sorprendidos desde El Leoncito son Mr. Spock, Belgrano, San Martín, San Juan, Bosque Alegre, Schobinger, Leloir y Sarmiento. En los visitantes gira un interrogante: "¿Han visto objetos extraños, no identificados, circundando el espacio?", pregunta uno de los convidados del complejo astronómico.
Con su figura imperturbable ante la indagación, Lepes esquiva el tema varias veces. Y al tiempo que muestra cómo se ajustan las piezas de este astrógrafo manual -que no se maneja por computadora de la forma que lo hace un telescopio solar alemán que también se halla en El Leoncito- o cuál es el procedimiento para tomar fotografías del infinito, esboza comentarios que se alejan de su área directa de competencia. "Una de las cosas que se verifican por medio del astrógrafo es que el cosmos está lleno de satélites chatarra dando vueltas sin gobierno. Por ejemplo, hemos visto satélites que circulan con paneles solares del tamaño de dos estadios de fútbol."
A este geógrafo de la Universidad de San Juan (que trabaja en cooperación con la Universidad de Yale) lo fascina la teoría de la relatividad. Dice que viajando a la velocidad de la luz se tardaría entre tres y cuatro años para llegar a la estrella más cercana de la Tierra y que, al volver, en nuestro planeta ya habrían transcurrido 32 años desde la partida.
A menos velocidad, a un promedio de 90 kilómetros por hora, se necesitan 15 horas para llegar al lugar donde Mr. Spock honró con su gracia al asteroide número 2309 que la humanidad entera conoció merced a la perfecta calibración que Héctor Lepes o sus colegas realizaron en el desvelo de alguna noche más de diafanidad sanjuanina.
Curiosas huellas del Imperio Inca
SAN JUAN.- En la pampa elevada que se extiende entre Uspallata y Barreal existen varias estancias de altura, como San Alberto, Tambillos, Yalguaraz y El Leoncito, de uno y otro lado de la frontera interprovincial.
Hacia el Oeste se despliega la cordillera central del Tigre y a la derecha la precordillera. Ya entrados en el territorio de Mendoza se visualiza el arroyo Tambillos, puerta de entrada al cerro homónimo, de 5630 metros de altura y que tiene "uno de los glaciares de ascensión más largos de América", según afirma el guía de montaña David Flores, que en 1996 concretó, junto con reconocidos andinistas, la séptima expedición a la cumbre.
Las vistas del cerro y del glaciar son impresionantes desde abajo, pero también lo es una línea que se mete en la montaña en dirección sur casi a las puertas de la estancia Tambillos, y que asciende la ladera de los cerros amarronados. Tiene más de dos metros de ancho y sus cimientos blanquecinos, como si estuviesen cubierto de conchillas, denotan algún tipo de trabajo humano de antaño. En la antigüedad conectaba el centro del Imperio Inca, el Cuzco, con los dominios territoriales del Collasuyu. Existieron rutas principales y secundarias, conduciendo varias de ellas hacia Chile, en San Juan por el paso del Inca o paso del Portillo. El ramal principal venía de Calingasta, Barreal y se dirigía, vía Tambillos, Tambillitos y Ranchillos, hacia el Aconcagua y de allí a Chile, sin continuar directamente por el sur de Mendoza. Dentro de la Reserva Natural Estricta El Leoncito hay varios sectores donde se pueden apreciar tramos casi intactos del Camino del Inca, algunos de los cuales existían antes de su llegada a la región en el siglo XV.
Momias de altura
San Juan fue, además, el sitio elegido para desarrollar santuarios de altura y realizar enterramientos, como se comprobó con el hallazgo en 1963 de la momia del cerro Toro, en el noroeste de la provincia. En 1968, ya en la zona de influencia de Barreal, en el cerro Mercedario se encontraron estatuillas femeninas dentro de estructuras de piedra destinadas a la ofrenda ubicadas a los 6200 metros de altura, 570 m debajo de la cumbre. Asimismo, la aparición de la momia del Aconcagua y su estudio por parte del arqueólogo Juan Schobinger, tras su hallazgo por unos andinistas en 1985, conducen a la hipótesis de que los enterramientos de altura se asociaban con prácticas de sacrificio humano y una veneración de los cerros nevados, considerados centros de poder por varias culturas.
La zona al sur de Barreal ya conoció a los incas como aquellos escaladores que ascendían por sobre los cinco y seis mil metros con un fin místico, con la chuspa colgadita de su cuerpo y conteniendo el alimento de los viajeros. El imperio desapareció y los espirituales del siglo XXI plantan papa y ajo, no ascienden cumbres, abren los brazos para evitar que el granizo les arruine la cosecha y rumorean contactos extraterrestres en alguna finca cercana a la localidad de Uspallata, pueblo donde, dicen, las concentraciones energéticas hicieron que muchos lamas dejaron que Brad Pitt se vaya a su casa solo.
Precios y servicios
- Alojamiento: en Hotel Barreal, con desayuno, 20 pesos por persona.
En Posada San Eduardo, con desayuno, 45 pesos, en habitación single y 30, en habitación doble.
- Comidas: una cena en restaurante, con bebida, o en posada, desde 10 pesos.
- Actividades: la hora de cabalgata cuesta 7 pesos; de sulky, 20. La bajada de rafting por el río Los Patos desde Las Hornillas, 25.
- Programa de aventura: salida desde la ciudad de Mendoza en 4 x 4, por Uspallata, Pampa de El Leoncito, complejo astronómico, Reserva Nacional Estricta, Camino del Inca, Las Hornillas, rafting, trekking y otras actividades. Pernocte en la sombreada finca de Barreal y comidas: desde 300 pesos. Informes, expediciones y trekking: 061-244292.
- Información turística: la Oficina de Turismo provincial en la ciudad de San Juan está en Sarmiento 24 Sur; 064-210004 o 222431. Para ir al Observatorio Dr. Cesco (El Leoncito), comunicarse por el 064-41087 (se puede arreglar una visita nocturna en noches de luna llena).
La Administración de Parques Nacionales se encuentra en la avenida Santa Fe 690, Capital Federal; 311-0303, interno 165.