A trescientos metros de Alem y Córdoba, con amarras entre los embarcaderos de Buquebús y Ferrylíneas de la Dársena Norte y frente a los reflejos que devuelven las enormes cajas de cristal del nuevo downtown porteño, atraca ahora el Humberto M., un barco turístico que antes engalanó a Puerto Iguazú y, hasta hace poco, lució como la mejor propuesta que navegaba el Delta del Paraná, impecable con sus 82 toneladas.
Comida amarinada
En realidad se trata de un suntuoso comedor que parece salido de las imágenes de la vieja serie El crucero del amor, embarcación de soberbio surcamiento, con excelente tripulación y un plantel de maîtres y camareras. Esa brigada dispone de los decorados manjares de César Magnarelli, el armador y joven chef, bisnieto de Humberto Magnarelli, pionero navegante fluvial. Homenajeado con su nombre, el barco luce una cubierta superior que resulta un aireado mirador desde donde atisbar el perfil urbano y tomar algunos cócteles.
El paseo no se aleja demasiado de la ribera, pasa frente al Aeroparque que se adivina por los rasantes aterrizajes y las trepadoras partidas de las aeronaves, y continúa su trayecto hasta el polideportivo barrio de Núñez, siempre que la meteorología permita la extensión del viaje. En total, el Humberto M. desanda dos horas bien usadas por quienes elijan este tiempo destinado a la comida, para desentenderse de la ciudad o, contrariamente, discutir negocios y sólo sujetarlos cuando se anudan amarras. Por ahora está disponible para almuerzos y cenas diferentes -por la contracara nocturna que ofrece la ciudad y su iluminación-, los viernes y sábados. Muy pronto, las comidas de a bordo se servirán también entre semana, reservaciones ideales para empresarios y ejecutivos que buscan lugares que combinen la elegancia, la atención personalizada y un cambio más que sustancial del escenario, en este caso con un paisaje fluvial y, a la vez, urbano pero cambiante.
Los paseos para almuerzos se fijan en 30 pesos (aceptan las principales tarjetas), bebidas aparte. Se embarca a partir de las 12.30 con partida a la 13.15, y retorno dos horas después. Las cenas cuestan 35 pesos, pero agregan una sorpresa para la nostalgia: un show de Nicky Jones. El salón, con capacidad para 130 cubiertos, fue limitado a 80 comensales, para adecuarlo a la modalidad de las cenas y dar lugar a la pista para bailarines. Las reservas se hacen por el 749-5286.
El servicio de mesa ofrece seis entradas entre las que se pueden elegir truchas ahumadas del Sur, carré con salsa tibia de frutas y terrina de lenguado y langostinos, entre otras, mientras que los platos centrales calientes varían entre crêpes de camarones en crema de azafrán, lomo a la pimienta verde con milhojas de papa o pechuguitas saborizadas con hierbas. Los postres, varios, y un buen Borgoña, por 14 pesos. En realidad, el Humberto M. se suma a la propuesta que atraca en otro lateral de la misma Dársena Norte, todos los sábados por la noche: la cena -pollo a la crema, lomo Strogonoff- con show y baile del Mississippi River, habilitado desde las 22 y hasta las 4, con dos horas de navegación a partir de la medianoche. Cuesta 40 pesos con canilla libre; reservas por el 314-2720 y 406-8552.
Francisco N. Juárez