CHILECITO.- "Por la noche y a la luz del fogón, que prolonga las sombras hacia la oscuridad y el silencio, es inevitable que salgan a relucir cuentos de aparecidos. No hay instalaciones antiguas que no tengan fantasmas propios y ésta no es una excepción", comenta con una sonrisa el arquitecto Luis Montenegro, coordinador de esta interesante aventura por tierras riojanas.
El campamento se ha instalado en una de las estaciones del cablecarril que funcionó en las primeras décadas del siglo en las montañas del Famatina, cuando trasladaba el mineral del distrito minero La Mejicana hacia la fundición de Santa Florentina.
El cablecarril fue, en su momento, una de las obras de infraestructura vial más importante del país y el de mayor extensión, con más de 34 kilómetros de recorrido.
Fue hecha mediante gestiones del entonces ministro Joaquín V. González, autor de Mis montañas , de quien se conserva, a 3 kilómetros de Chilecito, la finca Samay Huasi, hoy transformada en museo.
Estación a estación
Las antiguas instalaciones y la trocha donde se puede caminar, si bien siguiendo un terreno quebrado, sirven como eje de esta interesante travesía que permite conocer el interior del Famatina y ascender desde la estación número dos a la número cinco, a unos 3500 metros sobre el nivel del mar.
Paso a paso, se ven hermosos paisajes con cascadas cristalinas, sitios de marcado contraste entre el desierto total y las vegas de abundante pastizal.
Una de las emociones se produce al atravesar alguno de los túneles de esta obra que, en su momento, suscitó admiración por las características de su ingeniería.
Dentro de los albergues de piedra que usaban los obreros se arma el campamento, si es necesario con carpas de alta montaña para resguardarse del frío nocturno que se registra a estas alturas, aun en el verano.
La travesía, que tiene una extensión de 20 kilómetros, insume tres días por un terreno escarpado que exige cierto esfuerzo, pero que en general pueden realizarla en este caso trochistas de 10 a 60 años y más, con buenas condiciones físicas, buen estado de salud y sin problemas en la altura.
Para las personas que se cansan más está todo previsto. Por ejemplo los guías hacen el porteo del equipo y se dispone de un animal de tiro para aliviar la carga.
Con la gente con más resto energético se arma un grupo que hace caminatas horizontales. Mientras tanto, esto permite darles tregua a los que están más cansados.
Abrigo para el frío
La ración de campamento es abundante y consiste en comida de olla, bien surtida de productos calóricos.
Para el frío de la montaña se preparan guisos suculentos con fideos, carne estofada, arroz y polenta.
Y como no podía ser de otra forma, en toda la caminata hay a disposición productos de la zona, sin restricciones: pasas de uva, aceitunas y nueces de todo el valle Antinaco-Los Colorados, que separa a los sistemas de Famatina y Velasco donde se hallan Chilecito, Nonogasta y otras localidades.
A la hora de comer
Antes de salir a trochear por el Famatina, partiendo desde Chilecito, y después de la aventura, se preparan chivitos asados y comidas típicas, humitas, locros y empanadas.
En la provincia, las empanadas son preparadas con papa y con bastante condimento para resarcirse del frío, en el caso de que sean servidas antes o despues de una travesía de esta naturaleza.
Por llegar a zonas de altura donde de noche hace frío y durante el día el sol calienta con intensidad, se aconseja llevar un buen abrigo y ropa en forma de capas de cebolla para ir quitándosela en el camino; una capa impermeable ya que se atraviesa por sitios de niebla muy densa donde uno se moja sin darse cuenta; una buena bolsa de dormir; una cantimplora con agua, que la carga cada uno; protector solar, y crema humectante.
El precio de la trocheada , la aventura por el cablecarril, asciende a 320 pesos.
Incluye todo el equipo, comidas, alojamiento, guías, baquianos y traslado desde Chilecito. Informes en Chilecito, 0766-7050; o en Bs. As., 804-9034.
Alicia Terradas