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Felicidad

La directora de OHLALÁ!, Teresa Elizalde, comparte una historia con un mensaje positivo




Hace unos años, tuve la suerte de conocer a una mujer súper creativa. Ese tipo de personas que te entretienen con cuentos y anécdotas desopilantes. Que siempre encuentran la manera de sorprenderte.
Esta mujer tuvo tres hijos muy seguidos, dos mujeres y un varón. Cuando sus hijos crecieron y se hicieron adolescentes, los amigos de cada uno de ellos empezaron a ser amigos de todos. Y su casa pasó a ser punto de encuentro para este gran grupo que cada año crecía y crecía: antes de cada salida de viernes o sábado, para festejar un cumpleaños, e incluso en Navidad y Año Nuevo, si había alguien solo, partía hasta esta casa multitudinaria para sentirse acompañado.
Hace varios años, justo después de la crisis de diciembre de 2001 y con el ánimo por el suelo, la idea de comprar regalos para todas las personas que iban a estar en su casa esa noche le resultaba una tarea titánica. No sólo por el costo económico que le significaba, sino porque sentía que no quería regalar algo material. En cambio, quería transmitir algo simple: que cuando las cosas no salen como queremos, la clave está en cómo miramos la vida. Buscaba que todos se fueran de su casa con la energía necesaria para empezar el año con fuerza y actitud.
Con este mensaje bajo el brazo, se puso a pensar en algo que lo representara. Y después de muchas vueltas, de pensar ideas y de descartarlas, se detuvo ante la vidriera de una casa de cotillón, hipnotizada por un par de anteojos rosados. Así que entró, se los probó, se miró en un espejo y se dio cuenta de que ahí estaba la clave, la síntesis de su propuesta: mirar la vida color de rosa. Y salió del local con varios pares de anteojos.
Tal como ella esperaba, la noche de Navidad su casa se llenó de gente. Y al momento del brindis y de entregar los regalos, abrió su gran bolsa y empezó a repartir los anteojos. Mientras lo hacía, a cada uno le encomendaba la misma tarea: que se atreviera a mirar la vida color de rosa, con optimismo, con alegría. Algo sencillo y directo: que viviera con felicidad.
Desde OHLALÁ!, ése es nuestro mensaje de fin de año: que le sonriamos a la vida, siempre. Incluso cuando las cosas se tiñan, se manchen o no sean como quisiéramos, que la miremos siempre color de rosa.
Pero además, en este fin de año, quiero agradecerle personalmente a este equipo maravilloso, a todas y cada una de las chicas que cada día hacen, piensan, viven y laten con OHLALÁ!, porque entre todas logran que mejoremos, que nos superemos. Porque ante cada nuevo número, la redacción es puro entusiasmo y, con su alegría y fuerza, logran conservarlo y transmitirlo.
Y gracias a todas ustedes, queridas lectoras, por acompañarnos, por estar, por confiar en nosotras.
Día a día, y para nuestro orgullo, esta comunidad crece, se agranda, se anima, cambia y siempre, siempre, está dispuesta a mirar la vida color de rosa.
¡Felicidad para todas!

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