
Hoy leemos Cazador cazado
26 de noviembre de 2015 • 10:48

Este cuento me hizo acordar muchísimo a La carta robada, de Edgar Allan Poe, un policial que, además, se convirtió en un famoso seminario de Lacan, en el que el fundador de la escuela psicoanalítica homónima, enseña cómo habitualmente el mejor lugar para ocultar una evidencia es dejarla a la vista de todos. ¿Qué es lo que no vemos o lo que inconscientemente no queremos ver? nos lleva a preguntarnos.
Algo así ocurre en Cazador cazado, de William Wilkie Collins, aunque en este caso no es la evidencia del crimen sino su autor lo que está prácticamente a la vista de todos menos para el responsable de la investigación.

Créditos: Corbis
Antes de pasar al análisis en sí del cuento, hablemos un poco del contexto, de quien fue el autor y del género policial. Wikipediemos:
La sociedad victoriana y la novela victoriana
Victoria I de Inglaterra (1819-1901), quién subió al trono en 1837 y gobernó el Imperio Británico hasta 1901, devolviéndole la estabilidad a la corona. Su reinado se recuerda como uno de los más prósperos de su época, un período que conocemos como: "la era victoriana".
Con la reina Victoria en el poder la dominación británica se expandió por el mundo, y la sociedad, con el ascenso de las clases medias, se caracterizó por una moralidad profundamente conservadora y un intenso nacionalismo. El liberalismo en materia económica y política se consolidó acompañado de una gran rigidez moral, que se reflejó en la creación literaria, con el surgimiento del género policial, donde lo que sostiene la narración es la racionalidadad, la lógica, la inteligencia.
En esta época se valoraba el vigor, corrección, la dignidad y se buscaba la estabilidad moral humana, por lo que el romanticismo, los sentimientos, las emociones, es decir, las "aventuras", generaban desconfianza y desprecio. El buen burgués soñaba con el orden absoluto, con una sociedad donde las emociones y los sentimientos debían ocultarse y su utopía era la del capitalismo de un mercado de competencia perfecta.

Créditos: Corbis
La base de la cultura burguesa era la disciplina, el ahorro y el sentido práctico para el sostenimiento de una sociedad ordenada, racional y sobria, necesaria para el orden capitalista. El buen inglés debía exhibir una conducta recta y honesta, a pesar de que aquellas virtudes, en muchos casos, fueran sólo una apariencia y obligase a llevar una doble moral a quienes se atrevían a seguir sus auténticos deseos. La familia constituía la base de la sociedad con el padre quien ejercía la tutela era el genio tutelar, pero "terrible, infalible y despiadado"; la mujer, esposa y madre, no tenía voz ni voto; se encontraba, al igual que en el resto del mundo, confinada al trabajo hogareño: debía cuidar de la casa y de los hijos, era mal visto que una mujer pretendiera ejercer una profesión universitaria y debía ser cuidada y preservarla de cualquier tentación mundana.
William Wilkie Collins nació en Londres, Inglaterra en 1824 y su obra literaria se desarrolló en forma de novela, teatro, cuento y ensayo. Disputa con Poe la paternidad del género policial, por su novela La Piedra Lunar, cuyo personaje, el Sargento Cuff, se considera como el arquetipo literario que dará origen a Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. A esa obraT. S. Eliot consideraba: "la primera, la más larga y la mejor novela de la moderna literatura policiaca inglesa, en un género inventado por Collins y no por Poe".
El género policial en sintonía con la pretensión analítica, se centra en la resolución de un caso. El protagonista, un policía o detective, resuelve el caso usando la razón y a lo largo del relato el autor va soltando pistas que sostienen la tensión del lector.
Debatamos
El Cazador cazado forma parte de La reina de corazones, una colección de diez relatos que replica el estilo de las Mil y una noches, por el recurso de estar narrados por otros personajes del mismo libro, en este caso por tres ancianos que comienzan a contar cuentos de diversos tópicos para entretener a una joven y lograr que ella prolongue su estadía obligada en su casa de verano hasta que su enamorado pueda volver de un viaje a proponerle su amor. Uno de esos relatos es este cuento de detectives, escrito como un intercambio epistolar.
En las cartas el joven inexperto y arrogante inspector Matthew Sharpin reporta a su superior, el inspector jefe Francis Theakstone sus avances en el proceso de investigación de un robo. La singular personalidad del primero y la sobreestimada imagen que tiene de sí mismo, le van a jugar una mala pasada, y va a empezar a seguir pistas falsas y a hacer teorías ridículas, precisamente porque, como dijimos al principio, el culpable está demasiado cerca. Como escribirá el inspector jefe Francis Theakstone al sargento Bulmer, en un guiño al lector: "Usted puede señalar al ladrón en cinco minutos".

Créditos: Corbis
Entre los puntos de discusión posibles, hay tres que me parecen muy actuales.
1. El estereotipo de la mujer victoriana, relegada al hogar y obligada a las mentiras blancas, esos recortes de las cuentas domésticas para poder darse algunos gustos frívolos como la moda. ¿Qué diferencia a la señora Jay de Claudia, la protagonista de la publicidad del banco, que se escapa con la tarjeta de crédito para hacer compras a escondidas del marido?
2. La figura del acomodado. Sherpin, además de poco despabilado, era un recomendado, de esos que muchas veces nos topamos en un ámbito laboral. Esa figura, cuyo único mérito de ser amigo o pariente del superior nos es impuesto y con cuya inoperancia debemos lidiar.
3. La solución a la vista de todos. Aunque en algún momento podíamos sospechar que era el propio Jay el ladron. ¿Les parece que ya tenemos un ojo muy entrenado a fuerza de haber visto o leido tantos policiales? ¿Habrá sido un boom este tipo de estructura narrativa en su momento y hoy ya no nos parece tan brillante?
¿Qué vieron ustedes? ¿Les gustó el cuento? ¿Les gustó que sea en forma de cartas?
Como siempre, les recuerdo que pueden escribir a clubdelecturaohlala@gmail.com y les pido disculpas por la semana de retraso, estamos preparando unos cambios para la sección.
¡Cariños!
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