


Javier Iturrioz en su oficina, en Recoleta
Amante del arte como pocos, el arquitecto, decorador y escenógrafo Javier Iturrioz siempre tiene a mano una lista de things to do. “Voy a muestras en galerías de arte, entro a museos, voy a anticuarios, a remates. Es un recreo para el alma, el espíritu y la vista”. También le gusta mucho ver películas y no se pierde ningún estreno. “Lo mío es todo muy visual: desde ir al cine hasta quedarme en una librería hojeando libros. La moda, el arte, la ropa y los libros son sinónimo de disfrute”.
Entre exposiciones, desfiles, inauguraciones y amigos que lo invitan a comer, su semana es una vorágine de acontecimientos. Y, prolijamente, Javier no se pierde ninguno. “Mi laburo es un placer”, explica cuando le preguntamos si no se le hace un poco tedioso asistir a tantos eventos que, en gran medida, están relacionados con su trabajo. “Hace poco estuve en Londres y me llevé una lista con todos los restaurantes y exhibiciones nuevos que quería conocer, y me traje fotos de vidrieras y decoraciones de Navidad”. ¿Tendrá tiempo para dormir? Poco, pero tampoco lo necesita. Y es precisamente cuando se mete en la cama, a eso de la una, cuando está tranquilo y en su mundo. Con todos los perros con él, aprovecha para ver una película o serie, leer un libro o ponerse al día con las revistas de la semana.
Decir que tuvo diez testigos de casamiento es solo comenzar a abarcar lo amiguero que es Javier. Le gusta tanto recibir en su casa que pone la mesa con días de anticipación. Y no es lo único que hace con antelación: las valijas (suyas y de Leo) ya están listas incluso semanas antes de partir, con la ropa elegida para cada ocasión y evento; los regalos de cumpleaños de sus seres queridos los piensa cuidadosamente y puede tenerlos preparados durante meses. Y a la hora de regalar, sus sobrinos y sus ahijados son los predilectos. Es súper familiero y jamás se va a dormir sin decirles “buenas noches” a sus padres (“aunque esté en Hong Kong”).
Cuando llega el fin de semana y no hay eventos sociales, aprovecha para escaparse al campo con su marido y sus seis perros. “La paso bomba en el medio de la nada. Caminar por las arboledas me inspira. Es un doble disfrute, por mí y por los perros”, y cuando habla de sus pequeños se le iluminan los ojos. “Los llevo a todos lados, les compro ropa, los llevo al dentista, los saco a pasear”. Está claro que, entre todas sus actividades, son una de las más preciadas.
Ping Pong
¿Vacaciones ideales? Ir a cualquier lugar con Leo. Me encantan las ciudades. Nueva York, Londres, París, Madrid, Tokio. Me gusta ver vidrieras, muestras de arte, museos. Los lugares de playa paradisíacos son muy lindos, pero no para más de tres días.
¿Libro preferido? ¡Tengo tantos! Los que más me marcaron fueron los que leía en Madrid cuando hice el bachillerato allá, como El amor en los tiempos de cólera. Antes leía más. Cuando viví tres meses en Hawái me leía un libro cada dos días.
¿Un TOC? La simetría, el orden, el cromatismo de colores, el amontonamiento. Soy muy prolijo conmigo, con la casa, con la oficina, con los perros. Todo pasa por la estética.
¿Alguien a quien admirás? El cliché sería decir a mi madre. Después admiro como figuras a Ralph Lauren, Tom Ford, ¡a tantos artistas! A cualquiera que tenga una cualidad nata.
¿El lugar preferido de tu casa? Mi cuarto. Tengo un cuarto grande con biblioteca y living, me podría quedar a vivir ahí. Está todo lo que necesito: televisor, libros, revistas, álbumes de fotos. Soy muy de añorar tiempos pasados. Tengo los álbumes divididos por amigos y familia, por décadas, por viajes. Y cada tanto me pongo a mirar fotos viejas; soy muy nostálgico.
¿Un papelón? Generalmente tienen que ver con hablar de más. Me ha pasado de mandarle un mail justo a la persona a quien no se lo tenía que mandar. Y no una vez, sino cinco. Aunque nunca es grave. Tengo una forma de ser tal que, no importa lo que diga, a la gente no le cae mal. Es por el modo, lo digo con gracia.
¿Un logro personal? Haber llegado a donde estoy. Trabajar para las grandes marcas que siempre me gustaron, para el lujo. Haber hecho una escenografía en el Colón, haber hecho cosas afuera del país.
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