


El lado B del turismo no se refleja solo en filas demasiado largas para entrar a las atracciones principales. Las ciudades más turísticas del mundo, especialmente las milenarias, temen sobre el impacto que generan los viajeros en su patrimonio. Por eso, el alcalde de Florencia tomó una medida extraña y controvertida.
Preocupado por los turistas que "tratan a las iglesias como si fueran restaurantes", Dario Nardella tiene como enemigos principales a los que se sientan a hacer picnic en los edificios históricos y los ensucian. Razón por la cual esta semana empezaron a echar agua y jabón justo a la hora del almuerzo en las escalinatas de las iglesias más importantes.
Sin demasiado aviso, quienes estaban sentados tuvieron que salir corriendo. Para Nardella, que explicó su posición en ToscanaTV, se trata de una medida gentil, un experimento más leve que cobrar multas a quienes coman en lugares inapropiados.
Cerró: "Si vas a comprar un sándwich, no lo comas durante el paseo por el centro histórico, así podés absorber bien la belleza de Florencia".
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