La fantasía de volver a ser niño
No hay edad para ajustarse los bermudas, usar una remera con la imagen del Ratón Mickey y calzarse un gorro que tiene orejas tan largas como las de Pluto; ese lugar, tan alejado de la realidad, se ríe hasta de sus detractores y pone la mejor cara
20 de febrero de 1998
ORLANDO, Estados Unidos.- Cuidado con los escalones indica el cartel del autobús que se dirige a los estudios de Disney. Parece que el chofer estrena su sonrisa y me invita a subir. Alrededor de las autopistas, la prolijidad de kilómetros de verde parquizados no puede ignorarse, aun cuando la suave voz del conductor comunica los últimos horarios de regreso, a la vez que procura ser simpático entre un comentario y otro. Al lado de su asiento, otro cartel dice: Este conductor es seguro, cortés y confiable .
Los chicos se apresuran por atravesar los molinetes de acceso a los estudios, pero la entrada es grande y nadie llega último. A pesar del trajín acumulado de los que llevan varios días en los parques, los rostros se ven frescos y descansados, confundiéndose con los recién llegados. Nadie que vaya a Disney está dispuesto a perderse algo e indudablemente el cansancio es lo de menos.
Las calles del parque
Caminar por Disney es introducirse en una colorida pantalla animada, colmada de personajes con orejas de toda talla. Las calles por un momento se asimilan a las peatonales de una ciudad por la aglomeración que se da en las horas pico, y aunque diste mucho de ellas tiene sus propios síntomas.
Un clásico son los bermudas, gorros y remeras con la cara de los famosos dibujitos. Parecería que el que no se viste de esa manera estuviese de paso. No importa la uniformidad. Todos saben que va a ser muy difícil volver a encontrarse en unos días más. Esos emblemas del merchandising van a ser lucidos en cualquier punto del mundo. Familias enteras se pasean con la misma remera, y es habitual que usen hasta el paraguas con la cara del Ratón Mickey.
Todo es Disney. Nadie va con un rumbo fijo. El ritmo lo marcan las atracciones o las curiosidades que surgen de repente. Los Muppet´s, por aquí; Indiana Jones, por allá; la temible explosión del Gran Cañón, más allá; pero antes, un mister Clark nos mira curioso; uno de los enanos de Blancanieves se interpone y Tribilín firma un autógrafo. Los puestos de pochoclos y helados contrastan con el gris del asfalto. Son carrozas que avivan la ilusión de un mundo feliz. Elegantes, pintadas de rojo y, por cierto, muy frecuentadas, donde siempre hay algún gurrumín estirando los brazos para llevarse algunos de sus favoritos: el helado de las inconfundibles orejas bañadas en chocolate o un balde gigante de pochoclos salados.
A cualquier hora se puede ingresar en los palacios del fast-food, lo mejor para no perder horas de diversión, aunque el tamaño tridimensional de las hamburguesas, papas fritas y gaseosas acusa con llevarse su tiempo. Las calles están regadas de estos locales. Algunos con mayor personalidad que otros brindan pizza para todos los gustos, pastas con albóndigas, ensaladas y postres. Pero el sabor tendrá algo de ketchup.
Juegos de chicos
La magia de este pequeño mundo por un momento intenta convencernos de que la realidad no es tan distinta de la ficción. En el escenario futurista de Star Wars uno puede sentirse mirado por un par de armatostes electrónicos que hablan mientras mueven manos y cabeza . "Si esta cosa me habla, no dudo en contestarle", dijo una mujer en voz alta. Pero su actitud no era de extrañar. Tal es el caso de una señora que mientras paseaba por la calle fue atropellada por un cesto de residuos parlante, que giraba sin rumbo molestando a quien pasara. Ella no hizo más que reír y retrucar las bromas que el gnomo de lata le hacía.
Sentada en el cordón de la calle principal, Mickey Avenue, como muchos lo hacen para un intervalo y tomar una refrescante gaseosa, no hago más que observar cómo los bajitos dirigen la marcha de su familia hacia donde sea y sin respiro, sin dejar de contar a las nenas que cargan sobre sus pequeñas espaldas muñecos de peluche más grandes que su propio tamaño. Con los ojos ocultos bajo un sombrero de nariz redonda y orejas tan largas que le llegan hasta los hombros, un chico no mayor de 8 años se apura por terminar un helado casi derretido, mientras señala un edificio viejo, la Tower of Terror, la atracción que recrea una caída libre en ascensor.
Provenientes de un piso 13, gritos desgarradores se escuchan cuando suena el timbre que anuncia el momento tan ansiado como temido. Y sin perder continuidad, el bullicio se adueña del lugar. El chico de las orejas, más resuelto que nunca, ingresa con su familia como si fuese rutina, pero tendrá que esperar media hora para poner a prueba su valentía, la fila es larga. A la salida, con caras pálidas y risas nerviosas, grandes y chicos se llevan una foto que les fue tomada en el instante de la caída.
Es más habitual ver a los chicos dejarse llevar por entretenimientos vertiginosos que involucran la última tecnología que por el carrusel. Pese a las ausencias insiste en seguir girando. La nueva generación es audaz y comparte en familia una carrera desenfrenada de aventuras y fantasías, sin tanta adrenalina como Tower, pero con la dosis necesaria de diversión e imaginación.
Vendedores de ilusiones
Beckie y Nicole, de unos 6 años, se sumergen en los cuentos de hadas cuando eligen frente al espejo los vestidos que sus madres les compran en el Marketplace del Downtown Disney. Pero éstos, a diferencia de los demás, son para jugar o just for fun , como lo dicen sus mamás. Beckie se envuelve en uno dorado, brillante y tan largo como el que usa La Bella. Nicole recibe la ayuda de su mamá al probarse uno de gasas y vivos colores, el de Esmeralda, la enigmática gitana de El Jorobado de Notre Dame . Más identificadas con los personajes que con sus atuendos, no tardan en dar el gesto final de aprobación, de pocas palabras, porque no logran deshacerse del hechizo de ese espejo.
En el centro de la tienda hay un Mickey vestido de mago dentro de una gran burbuja de vidrio que extiende una vara mágica. Alrededor se distribuyen pilas de ratoncitos y réplicas de la burbuja que centellean al sacudirse. Una nena de cabellos rizados se detiene enfrente y parecería responder a los toques mágicos. Su mirada se ilumina, pero a la vez sueña. La pequeña vuelve en sí tan sólo para acariciar cada uno de las texturas de los objetos que la rodean y cambiar de góndolas en busca de otros sueños. Pero del lado oscuro de la tienda no se ven rostros bonitos ni mucho menos ositos de peluche. Acechan caras deformes, ojerosas, ojos bañados en sangre y tajos por mayor.
-¿Te gusta, ma? -pregunta un nene dejando salir su vocecita por el pequeño agujero de la máscara. Había elegido la más horripilante, la más parecida a Freddy Krugger.
-Y... es linda -le contesta no muy convencida.
-¿Me la comprás?
-¿Te parece que pasemos más tarde?
Los varones merodean por las góndolas investigando y probándose todo. Hasta juegan a los pistoleros con las armas de Indiana Jones, con víboras de goma colgando en el cuello. Lo bueno de todo es que los empleados no les prohíben jugar.
Tal es la atracción que todos los juguetes ejercen sobre los chicos que llegan a dar cuenta de un estado de sordera hipnótica. Pero no sólo los chicos son presa de la curiosidad y de los deseos de llevarse todo, ya que los adultos tampoco se resisten al buen gusto y a los refinados artículos con sello de Disney, tales como pijamas de seda, batas, carteras de cuero, copas, adornos y ropa para toda la familia.
Los locales forman parte del paseo y siempre se termina dentro de ellos. Al final de cada atracción, una tienda espera.
Noches de gala
Cae la noche en Magic Kingdom. Frente al castillo de Cenicienta, se prepara un desfile de gala, Espectromagic. A medida que cuelgan las sogas para dividir las áreas públicas, las familias buscan la mejor vista. Cada vez son más. Los últimos cargan a los pequeños en sus hombros y entre maniobras prepararan las cámaras fotográficas.
Mickey se hace esperar, pero pronto llega triunfante en su carroza luciendo un frac azul y cuantas luces uno pudiera imaginar. Los flashes se suman a los destellos de las carrozas que siguen avanzando. Las mariposas despliegan sus alas de colores e iluminan las caras de los chiquitos cuando se acercan para tomarlos de la mano. Cenicienta saluda moviendo su brazo hacia ambos lados con la gracia de la auténtica protagonista. La Sirenita se despide desde una recámara de ostras, las ardillitas frente a un piano de cola y todos los personajes más queridos de Disney abandonan el lugar dejando un inolvidable halo de luz que esos niños guardarán en su memoria para siempre.
Pero a diferencia del colorín colorado de los demás cuentos, los de Walt Disney terminan con fuegos artificiales. Las intensas explosiones anuncian un cierre asombroso. Una paleta de colores se fuga hacia el cielo y exhibe formas curiosas. Ahora, el espectáculo está montado allá arriba y con todo el brillo que Disney es capaz de darle. Pero la fiesta termina y los colores se diluyen en la oscuridad. Los chicos se llevan varitas fluorescentes, montones de recuerdos y la nostalgia de hasta una próxima vez.
Con el sello de la alegría
Goosebumps Horrorland (inaugurado en octubre último). Basada en una exitosa serie de cuentos infantiles, esta atracción lleva misterio y diversión a la calle Nueva York de los estudios MGM. El esqueleto Curly, la marioneta ventrílocua Slappi, la momia Prince Khor-Ru y el mago Amaz-o son los aterradores personajes de los libros que su autor Stine pone en acción.
Hércules -Zero to Hero Victory Parade (desde junio último). La estrella de la última película de Disney, recibe la bienvenida acompañado por sus disparatados personajes mediante un cómico desfile sobre Hollywood Boulevard de MGM, que conduce a los visitantes a Tebas, la Gran Aceituna, de la Antigua Grecia.
Disney´s Wide World of Sports Se trata de un multimillonario complejo deportivo, diseñado para entrenamiento y competencias de carácter profesional, torneos, y 25 actividades deportivas individuales y de equipo para ponerse en forma durante las vacaciones. Incluye un estadio cubierto de beisbol con capacidad para 7500 espectadores, y un gimnasio para 5000. Es sede de entrenamiento de los Globetrotters de Harlem. Este año se convertirá en la sede oficial de los Bravos de Atlanta.
Disney´s Coronado Spring Resort. Es el primer hotel de convenciones de precio moderado en Walt Disney World. Inspirado en Nuevo México, con tejados y paredes de adobe criollas, dispone de más de 1900 habitaciones y suites, además del salón de convenciones de 95 mil pies cuadrados.
El mundo de las novedades
Test Track (próximamente). Presentado por General Motors, este nuevo entretenimiento reemplazará al antiguo World of Motion de Epcot Center, llevando a los visitantes tras los bastidores de las pruebas de automóviles para experimentar los procesos de aceleración, frenos, subidas, carreteras zigzagueantes y largas rectas.
Disney Cruises Lines (a partir del mes que viene). Dos nuevos megacruceros zarparán desde Cabo Cañaveral para disfrutar de un viaje de 3 o 4 días, que incluyen una escala en la isla privada de Disney, donde los pasajeros permanecerán un día. Con magia a bordo, espectáculos y entretenimiento, el Disney Magic se inaugurará en marzo próximo, y el Disney Wonder esperará hasta noviembre.
Disney´s Animal Kingdom (en la próxima primavera). Pleno de aventuras y entretenimientos, el nuevo parque dará vida a todos los animales que animaron las películas de Disney. Con la apertura de un zoológico inmerso en un escenario tropical, los invitados podrán tener encuentros cercanos con grandes manadas de animales salvajes, disfrutar de atracciones y de los famosos personajes de fábulas.
Fantasmic (el próximo otoño). Un espectáculo nocturno protagonizado por Mickey Mouse tendrá lugar en MGM. En 25 minutos desplegará aguas danzarinas, lásers, efectos especiales, villanos de Disney y un cuerpo de baile integrado por 50 artistas que danzan al compás de las melodías más clásicas de Disney.
Disney Quest (en julio próximo). Toda la tecnología interactiva estará disponible para embarcarse en increíbles aventuras, tales como lanzarse sobre los rápidos de una jungla prehistórica, plagada de dinosaurios hambrientos; volar en la alfombra mágica de Aladino, o luchar contra los más desagradables villanos de Disney. El West Side del Downtown Disney Quest estará dividido en cuatro zonas: Explore, Score, Create y Replay, cuyo salón de acceso es Ventureport.
La sonrisa, otro producto elaborado
ORLANDO.- No hay nada más fácil que acostumbrarse a la cordialidad de los empleados durante la estada en Walt Disney. ¿Puedo ayudarlo en algo?; ¿Lo está pasando Ud. bien?, son preguntas que acompañadas de un gesto amable surgen a cualquier hora y lugar.
El secreto reside en que los empleados son considerados cast members (actores) de este gran escenario: desde los choferes y mucamas, pasando por los presentadores, hasta los gerentes.
Sandra, del área de marketing, cuenta que sus primeros días de entrenamiento fueron inolvidables, dado que fue el momento de recibir las enseñanzas que Walt Disney dejó: las tradiciones .
Una de ellas dice que los visitantes deben ser recibidos como huéspedes y no como meros turistas.
Para tal fin, los actores deben mantener una imagen impecable, evitando los contrastes: las mujeres no pueden usar más de un anillo en cada mano, aros llamativos ni perfumes fuertes; en tanto que los hombres deben lucir el cabello bien corto y se les prohíbe usar bigotes, barba y aros.
Si bien se hallan sujetos a restricciones, los actores se sienten a gusto en la escena. "Quienes trabajan en Disney lo hacen porque les gusta estar aquí", asegura Humphrey, que desde hace dos años trabaja recibiendo invitados especiales.
En los parques cumplen sus funciones jóvenes desde los 16 años hasta mujeres con más de 60, que encuentran en los puestos de regalos un lugar de recreación más que para ganar algún dinero.