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La Montaña baja el stress

Confort: cerca de Tandil, con desayuno en la cama, buena mesa, cabalgata semiserrana y gran paisaje, esta estancia se distingue por su elegancia y, además, porque redescubre la vida criolla.




La estancia La Montaña, a 380 kilómetros de Buenos Aires, en plena explotación agrícola-ganadera y con muy confortable hospedaje turístico, dispone de mil hectáreas de suave paisaje quebrado y buenos campos en las últimas estribaciones del sistema de la Tandilla.
Los grandes ventanales del elegante casco enfrentan la franja ideal para aterrizajes de avionetas, una pista de césped de setecientos cincuenta metros flanqueada por un paisaje verde de trigales que pronto se mecerán con la brisa delante de un telón de fondo conformado por cerros chatos y agrisados.
Ese sosiego visual a disposición, da espaldas a un monte de eucaliptos, casuarinas y pinos, cercano a la piscina y que en parte oculta las ciento cincuenta hectáreas de serranía en cuya cúspide sobrevive el mojón que plantó Geodesia provincial.

Entre trotes y zambullidas

Los doscientos metros sobre el nivel del mar de esa cúspide mocha resulta un atalaya suficiente, una vez que los hospedados coronaron su cabalgata en lo más alto de esos dominios, entonces avistables en toda su inmensidad.
Desde allí es bueno escuchar al dueño de casa -Francisco Alvarez de Toledo, que conduce la excursión-, bien montado y mejor provisto de la historia familiar y lugareña. La recorrida tambien puede conducir hasta una cueva para desenvolver un picnic improvisado, y retornar sin problemas, gracias al plantel de pingos mansos, pero vigorosos.
La estancia es una heredad que proviene de inversiones de viñateros franceses, finalmente en manos de un tía abuela que conservó las tierras.El parque suma seis cuidadas hectáreas -no lejos de la huerta sin fertilizantes que provee de sanas verduras a la cocinera, alista la piscina para los primeros calores.
Alvarez de Toledo pone a disposición una americana para quienes prefieren las recorridas en carruajes, además de clases diarias de gimnasia y sugerencias para combinar el trekking con la observación de aves, que las hay en abundancia, en especial en las nacientes del arroyo Del Carmen.
También se puede observar tareas rurales, ya que el trabajo rural no cesa en las plantaciones de trigo, girasol y maíz -que muchas veces se complementa con soja y avena-, además de los cuadros de pastoreo para ganado (Aberdeen Angus y Hereford). O bien llevar una montain-bike para recorridas: se usará a fondo.
Abundan motivos para disparos fotográficos, en especial si se concreta una pasada por Tandil -a 55 kilómetros-, con su fuerte Independencia, el lago y su Calvario.

Dónde está la buena vida

Tiene pocas, ampliadas y muy bien decoradas habitaciones, dos en suite, adonde llegan las bandejas del desayuno. No reciben vistas por el día de campo, de manera que hay mucha paz, y el mal tiempo se supera en la grandes salas.
No son habituales los asados, y la comida gourmet es un apetecible rito sostenido con sabrosas tartas de cebolla, soufflés de queso, costillas a la Villarroy, huevos a la Trip o una coquille St. Jack (rellena de una pasta de atún con mejillones y cebolla gratinada al horno).
Todas las actividades y las cuatro comidas, además de dos copetines diarios -antes del almuerzo y otro after-six-, se tarifan a cien pesos y se reserva a los teléfonos 410-1801 o al (026) 4-8611.
Se puede llegar por todos los medios que llegan a Tandil, en cuya terminal recogen a los viajeros hasta la estancia. En automóvil por ruta nacional 3 hasta Las Flores y luego la ruta provincial 30 por Rauch a Tandil y seguir la provincial 30, que se transforma en camino de tierra, y deriva al desvío hasta la estancia y seis guardaganados. También se entra por Barker, un pequeño pueblo, y 17 kilómetros de camino entoscado. Para fines de semana largos hay vuelos de LAPA (49 pesos más impuestos por tramo) los martes y los jueves.
Caprichos geográficos
  • El sistema de las sierras australes de la provincia de Buenos Aires constuye un paisaje netamente diferenciado con respecto a la llanura. En su particular ambiente se generan microclimas debido a las mayores precipitaciones que se registran en las laderas, las cuales captan mayor humedad, influenciando el tipo de flora y fauna que habita dicha zona.
  • Uno de los Nofhofagus, género característico de la Patagonia, el coihue (N dombeyii), es un indicador de las precipitaciones de un lugar determinado. Ocupa sitios donde son mayores los registros, como el área de la cordillera de Los Andes, en las provincias de Neuquén y Río Negro.
  • Es importante señalar los nexos que existen entre el continente y las islas que emergen de la plataforma de su litoral, como el caso de nuestra Patagonia y las Islas Malvinas, mediante la existencia de flora similar en ambas áreas. Hay ejemplos citados por los botánicos y naturalistas; uno de ellos es la gramínea Poa flabellata que se la encuentra en dichas islas y la región austral.
  • En la cordillera Oriental, entidad geológica que se extiende por las provincias de Salta y Jujuy y forma paisajes espectaculares como la Quebrada de Humahuaca, hay diversos fenómenos que son interesantes para destacar. Uno de ellos y que constituye un atractivo en las laderas de las montañas es la formación de escalonamiento y terrazas naturales.
  • Es interesante conocer las zonas de rocas más antiguas del país porque posibilitan imaginarse de alguna manera a un mundo de millones de años atrás. Uno de estos antiquísimos lugares se encuentra en el sistema de Tandilia, a sólo 350 kilómetros de la Capital Federal.
Alicia Terradas
Fotos: Francisco Juárez
Francisco N. Juárez

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