
Mundo teta: destete en primera persona
10 de enero de 2017 • 12:20

Antes de que nazcas estaba convencida de que iba a amamantarte. La primera prendida me acuerdo que fue tan natural que quedé sorprendida. Sabías perfectamente lo que querías. Como si alguien te hubiera enseñado, vos te agarraste perfecto y yo no tuve que hacer más que sostenerte y mirarte. ¡Y cómo me gustaba mirarte, eras tan chiquita!
No llegabas a tres kilos y te costaba tomar sin quedarte dormida. Succionar te agotaba y después de unos minutos tus ojos se cerraban y yo o papá teníamos que estimularte para que no te quedes dormida y tomes un poquito más.

Debbie y su hija Julieta. 21 meses de lactancia #YoDoyLaTeta
¡Qué difíciles fueron esos primeros días! Me acuerdo una de las primeras noches en casa que yo sentí tanto dolor que pensé que no iba a poder. Te dieron el alta un viernes y ese domingo vino Silvia –mi puericultora– a casa a ayudarnos. Ese lunes teníamos control con Lisandro, tu pediatra (que habíamos conocido antes de que nazcas y una de las razones por las que lo elegimos era por su perfil pro teta), y habías bajado 60 gramos. El miércoles tuvimos que volver y otros 60. Silvia volvió, ajustamos algunas cosas y el jueves volvimos. 40 más. Ya estabas en 2,5 kilos y Lisandro muy amorosamente nos explicó que eran muchos días de perder peso, que a los bebés tan chiquitos a veces les cuesta arrancar y que necesitábamos cortar la bajada de peso. Ya tenías una semana y cada día pesabas un poquito menos. Me acuerdo que en el instante que él nombró la palabra “complemento” yo sentí que se me cerraba el pecho y no pude evitar ponerme a llorar. “Van a ser unos pocos días, vamos a ir trabajando con Silvia y vas a ver que en un tiempito lo mandamos a la mierda. Confiá en que vas a tener una lactancia hermosa”, me dijo y me tranquilizó.
Fueron 21 días de complemento. Primero tomabas teta y después 40 mg de mamadera. Qué feliz me hacía ver que aumentabas perfecto, que el complemento y la teta combinados funcionaban tan bien. Pero cuando pasaste los tres kilos todo cambió. Una tarde, cuando papá te estaba por dar la mamadera vos le cerraste la boca y a partir de ese día nunca más agarraste la mamadera.
Me acuerdo que llegué aterrada a ese control con el pediatra. Sin mamadera sentía que no ibas a aumentar. 1 kilo arriba mostró la balanza y yo me sentí tan productiva. Lo habíamos logrado mi amor.

Debbie y su hija Julieta. 21 meses de lactancia #YoDoyLaTeta
Fueron 21 meses del más puro amor. En este tiempo aprendí que la teta no es solo alimento. Es mamá, es lo conocido, es seguridad, es anestesia, es el resguardo, el mimo, la caricia más linda antes de dormirse, la forma más rápida de sacar el hipo y el mejor antídoto para no enfermarse.
En este tiempo pasamos por varias etapas y reconozco que hace tres meses cuando nos fuimos de vacaciones y vos querías tomar cada media hora (literal) yo pensé que nunca más ibas a dejar. Me acuerdo que un día en broma te pregunté si cuando seas viejita ibas a seguir tomando teta y me gritaste que sí. ¡Ese viaje fue tan intenso a nivel teta! No había forma de decirte que no. Pero aterrizamos en casa y todo cambió.
Vos volviste a tu rutina y yo me propuse ordenar un poco las tomas. Cuando me pedías de día yo te ofrecía otra cosa y en general vos no insistías. Tomar de día se volvió una excepción.
En diciembre hubo una semana que yo tuve dos cumpleaños a la noche y a vos te durmió papá. Dos días sin tomar teta, dos días sin pedir. La tercera noche yo te conté que te iba a dormir papi con un cuento y vos te entusiasmaste tanto que corriste a la biblioteca a buscar “la casita”, uno de tus preferidos. Leyeron el cuento, cantaron algunas canciones y vos te dormiste sin pedir. Tres noches sin teta. Cuatro. Cinco. La sexta noche me pediste y yo te di. Después pasaron dos más y pediste. Y yo te volví a dar. Mientras tomabas te conté que estabas grande y por eso ya no tomabas tanta teta y te dije que yo había disfrutado muchísimo de alimentarte con mi cuerpo todos estos meses. Me acuerdo que vos te desprendiste y repetiste como tres veces: “Juli es grande”.
Después de ese episodio pasaron once días sin que pidas y el día doce a la mañana insististe para tomar. Yo te propuse ir a la plaza y que a la noche si todavía seguías con ganas me avisaras que yo te iba a dar, pero te olvidaste y pasaron otros tres días más. A los quince días pediste y yo me sorprendí por seguir teniendo leche.
Anoche cuando te fui a dormir me pediste tomar y cuando terminaste le diste un beso y le dijiste chau. Creo que llegó el momento de decirle adiós. Gracias hija por esta hermosa lactancia y este gran final. Soy inmensamente feliz.
Tu mamá.

Debbie y su hija Julieta. 21 meses de lactancia #YoDoyLaTeta
Notita: Para destetar a mi me sirvió "no ofrecer y no negar", pero es algo muy personal. Por otro lado, cuando empecé a escribir sobre el destete me di cuenta de que nunca les había contado como fue el comienzo de nuestra lactancia y las complicaciones que tuvimos que pasar. Sentía que les debía esa parte de la historia. Soy una convencida que los relatos en primera persona son de lo más útiles para lograr empatía y no sentirnos tan solas. #YoDoyLaTeta.
Nos encontramos el viernes para hablar sobre cine y maternidad. ¡Buena semana!
Debbie.
En esta nota:
SEGUIR LEYENDO


Kari Gao: el milagro de los mellizos que padecieron el síndrome del transfusor-transfundido

¿Qué es la mapaternidad tóxica? Consejos para habilitar espacios más autónomos en la crianza de nuestros hijos
por Ana Paula Queija
