"Lo bueno es que ustedes tienen algo muy poderoso que nosotros no tenemos", dijo un orador espiritual a su audiencia, todas mujeres, por cierto. "¿El útero?", se escuchó desde del fondo del salón. "Nooo –respondió él–, algo mucho más poderoso: la intuición."
Desde hace milenios, se viene hablando sobre la intuición femenina, una herramienta poderosísima que tenemos las mujeres, pero que no siempre utilizamos en su totalidad. Sería como tener una BlackBerry y usarla sólo para hablar y "textear". Si usamos el 30 por ciento de sus capacidades, ¿no la estamos desaprovechando?
La buena noticia, volviendo a la intuición, es que no hay que gastar una fortuna para tenerla, ni estar pendientes del nuevo modelo para renovarla. Viene con nosotras by default, de fábrica. Existen técnicas y ejercicios para desarrollarla, pero la mayoría son puro cuento. La mejor manera de ejercitar la intuición es usándola. ¿Cómo? Confundiéndose, equivocándose y, claro, llevando un registro de todo eso.
A veces, la intuición huele a prejuicio. "No sé... no me cierra, no me cae bien", decimos de una persona que casi no conocemos. ¿Pura intuición o puro prejuicio? Hay un solo casillero para llegar a la respuesta correcta: experimentar.
Hace unos años, me llamaron para formar parte de un equipo de trabajo. Mi intuición me decía que no tenía que aceptar, porque el que lideraba era un falso. Pero, ¿qué hice? Acepté. En honor a la verdad, lo hice por la plata y porque temí estar dejándome llevar por el prejuicio. ¿Quién era yo para decir que el tipo no era auténtico si apenas lo había visto dos veces en mi vida? Bueno, el cuento es largo, pero la conclusión es que estuve un par de meses y salí corriendo porque, efectivamente, el tipo era un falso.
De esos que predican exactamente lo opuesto de lo que son en esencia. Esos que armaron una identidad armónica de la boca para afuera. Me arrepentí muchísimo de haber aceptado, pero con el paso del tiempo descubrí que nunca hubiese sabido la verdad si no lo experimentaba.
Tampoco es cuestión de vivenciar todo; la idea es ahorrar energía usando la intuición. No digo que sea fácil, pero si de a poco empezamos a prestarle atención a este termómetro interno, vamos a poder conectarnos con quien realmente somos.
Y para terminar, las dejo con una frase de Einstein: "La mente intuitiva es un regalo sagrado, y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado el regalo".
Cariños,
Felicitas Rossi, Directora Editorial
Felicitas Rossi, Directora Editorial
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