Papás puérperos: existen y vos podés ayudarlos
Ellos también tienen cambios hormonales y es muy común que entren en crisis con la llegada del primer bebé
14 de junio de 2017 • 00:20
¿Sabías que los papás también pueden atravesar crisis de posparto? Probablemente no, porque hay muy poca info sobre el tema, aunque seguro te haya pasado o tengas amigas que sufrieron “la locura de ellos” en paralelo al propio puerperio.
Créditos: Archivo OhLala!
El tema es que, en el imaginario colectivo, ellos tienen un rol bien delimitado: deben ser el sostén de su mujer, el mejor acompañante, el “estable” de la pareja y... punto. En el curso de preparto se les indica lo que deben hacer, pero no cómo se van a sentir. Y así como las redes desbordan de mommy bloggers, poco hay sobre el rol masculino durante esa etapa.
Sin embargo, es un hecho: hay hombres “puérperos”, y hay investigaciones de Harvard que los avalan. Al parecer, durante el último trimestre de embarazo, en sus organismos se producen cambios hormonales que se mantienen durante el puerperio. El nivel de testosterona disminuye (es la hormona vinculada con el deseo y el rendimiento sexual) y el de prolactina aumenta (lo que baja la libido), en un momento en el que la fecundidad no es prioritaria. ¿Cómo? La hipótesis es que responden a los “químicos” del momento hormonal de la mujer, que les son transmitidos por el aire procedentes de las glándulas sudoríparas. Eso sí, sus niveles se recuperan a los tres meses, mientras que a nosotras puede llevarnos mucho más tiempo.
Efectos de su posparto
1. Se aleja
Por no hallarse, no estar dispuestos a compartir la atención de su mujer o renegar de una situación que cambia las rutinas, hay padres que se retiran. Saliendo con amigos, quedándose hasta cualquier hora en la oficina o estando presentes pero con la mente en otro lado. Es una forma de evasión: a ellos les lleva tiempo entrar en ese vínculo particular entre la mamá y su hijo, y va a ser su tarea en los meses que siguen.
2. Se convierte en el asistente
No encuentra su lugar en la nueva realidad y se convierte en “Susano” de su mujer. Esto suele darse en parejas en las que la presión de la madre juega tan fuerte que no da espacio genuino para una intervención propia por parte del hombre. El casi constante contacto de la mamá le otorga a ella más recursos para la decodificación de las necesidades del bebé, lo que puede llevarla a adueñarse de la situación, sin dejar hueco para otras formas de crianza.
3. Se vuelve hipermiedoso
Chequea que respire cada diez minutos, lo llena de almohadones para que no se caiga y cada percance termina en una visita a la guardia. Estos padres suelen responder a una personalidad obse, y su peor enemigo es lo incierto. Pero en el puerperio reina una especie de caos que altera cualquier orden: aceptarlo es esencial. El humor es un buen diluyente para quienes aspiran a una crianza de manual.
4. Se focaliza en ser el proveedor
Preocuparse en forma desmedida por el dinero suele ser una reacción a la toma de conciencia de la responsabilidad que se avecina, aunque también puede esconder rasgos de ansiedad. Esta conducta se remite a un patrón ancestral en el que la mujer con cría no podía salir a buscar alimento, aunque, en cierta forma, nuestra sociedad reedita parte de ese pacto. Lo mejor es generar espacios de charla para bajar los miedos y ver hasta qué punto son reales o justificados.
¿Cómo ayudarse mutuamente?
Nosotras: Somos clave en la relación entre el papá y su hijo: podemos alentar o desalentar su participación, y eso cambia todo el panorama familiar. De hecho, la figura paterna entra en la cabeza de un chico a través de los ojos de su madre, es decir que el modo en que miramos a nuestra pareja (ya sea con admiración, desinterés o respeto) condicionará la relación de nuestros hijos con sus papás. Si se puede, entre toda la exigencia que ya tenés, no lo dejes afuera: incluilo y dejá que lo haga a su manera. La mejor forma de que nosotras ayudemos a los hombres a transitar este proceso es naturalizando las situaciones, dándoles permisos para aprender y tolerar las emociones encontradas.
Ellos: mientras, los papás pueden proponer y no esperar a que se les pida, y cuando llegan a la casa, hacer lo que sientan que haga falta. Su función, a la larga, es cortar la simbiosis que existe entre la mamá y el bebé en sus primeros meses de vida, dar oxígeno. Lo ideal es que el papá pueda generar espacio para conectarse, con la certeza de que el cambio de prioridades –y el lugar desventajoso donde él quedó– es provisorio.
y sí, no estamos en el caribe
Que entre ustedes estén desencontrados después del nacimiento del bebé es algo muy común. Cuando dos personas están sin dormir y con una nueva responsabilidad –que se suma a todas las anteriores–, es hasta lógico que haya cortocircuitos. La paternidad tiene momentos de desconcierto, de temores y también de extrema sorpresa y alegría. “Paciencia” podría ser el mantra del momento. Sepan que hoy parece el fin del mundo, pero es solo una etapa; ojalá puedan reírse un poco de ustedes mismos, que lo charlen (¡cuando el bebé los deje!) y que le hagan espacio a lo complejo, a lo difuso, a lo incómodo. Es normal que no puedan reconocerse, porque ya no son los que eran (leé el recuadro), son una versión reloaded. Sabemos que es desafiante, pero confiá en el proceso increíble de dar vida. •
¿Te suena algo de lo que te contamos? ¿Cuál sería la situación ideal del puerperio? También leé: Complejo de Edipo: ¿Tu novio se parece demasiado a tu papá?y Hombres cavernícolas: amarlos como son
Expertas consultadas: Lic. Viviana Wainstein, psicóloga clínica, especialista en reproducción, sexóloga y Dra. Silvina Valente, ginecóloga y sexóloga del Hospital de Clínicas.
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