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 • HISTORICO

Poner un barcito en la playa: ¿fantasía o un deseo viable?

Nuestra asesora en planificación estratégica, Mercedes Korin, nos da algunos consejos para transformar nuestra realidad con una cuota de realismo.




¿Cuántas veces fantaseamos con cambiar de trabajo? La imagen típica de esa fantasía es el barcito en la playa.
Fantasías como ésta son imágenes que vagan en nuestra cabeza, a veces con mayor fuerza que otras, pero que –en tanto fantasías– no tienen mucha relación con la realidad. En nuestro bar en la playa la arena no quema, los turistas son todos buena onda, no hay temporada baja en la que haya que seguir bancando costos aunque no tengamos ingresos, la familia y los amigos que quedan en el lugar de donde partimos pueden transportarse cuando queremos verlos o nosotros podemos ir a visitarlos porque tenemos un socio o empleado que, gustoso, va a reemplazar nuestra tarea.
Así que fantasear es fácil. Y parece gratis, pero no suele serlo: cuando la fantasía nos invade no nos deja dimensionar de forma justa lo que tenemos, porque todo pierde frente a ella. ¿Qué tal, entonces, si pasamos de la fantasía al deseo moldeado? Esto es: en la magnitud de la fantasía inasible, identificar un deseo y darle forma para volverlo viable.

De la fantasía inasible al deseo viable

Si con frecuencia te asaltan imágenes de un trabajo diferente, puede que estas sugerencias te ayuden a ver si vas a dejar esas imágenes en el plano de la fantasía o si sería bueno pasar de la fantasía a una intención posible.
Evaluar el trabajo que tenemos. Generalmente lo primero que consideramos de un trabajo que queremos cambiar es lo negativo. Si es así, puede que haya algunas cuestiones positivas que estén quedando solapadas en nuestra evaluación. Intentemos evitar el "Nada de esto me viene bien" y pasemos a ver qué está en cuestión en ese trabajo: ¿la modalidad, el contenido, la finalidad, las personas, la remuneración, los desafíos que implica?
Identificar la esencia del cambio laboral. ¿Cuál es el motor del cambio buscado? Encontrar lo que nos mueve a cambiar es identificar la esencia de ese interés. Hay veces que el interés de cambio está muy sesgado por lo que otros suponen que es mejor para nosotros; por eso es bueno separar esa intencionalidad que contamina nuestro deseo. Otra cosa que suele pasar es que la fantasía de cambio es reactiva respecto del trabajo actual, y con eso no alcanza: "No quiero más esto" no es lo mismo que decir "Quiero esto otro". El motor de cambio es más eficaz si pasa por lo que queremos más que por lo que no queremos. La esencia es aquello profundo que buscamos en el cambio. Entonces, ¿cuál es la esencia? ¿Ayudar a otros? ¿Integrar múltiples facetas? ¿Ahorrar plata para dejar de alquilar?
Definir una prioridad por sobre otras. Identificar la esencia ayuda a ver qué es lo que nos mueve y, con ello, visualizar qué es realmente prioritario. Hay veces que la prioridad es irse del lugar donde uno está, por lo que el trabajo siguiente tiene esa finalidad más que cualquier otra. Definir una prioridad por sobre otros intereses nos ayuda a enfocar hacia dónde ir y a no marearnos. Si todos nuestros intereses están al tope en la escala de prioridades es muy probable que no podamos salir de la fantasía para modelar un deseo viable y que cualquier búsqueda que encaremos nos genere frustración.
Conjugar realismo y optimismo. Para pasar de la fantasía al deseo es importante tener una cuota de realismo. El realismo implica, por una parte, considerar el contexto personal. ¿Es posible, por ejemplo, ganar menos dinero por un tiempo en función de obtener, en un nuevo trabajo, cierta formación necesaria para alcanzar una proyección laboral deseada? Y por otra parte, saber que generalmente buscar un nuevo trabajo es muy trabajoso: requiere de tiempo, dedicación y voluntad. Pero también es importante tener una cuota de optimismo. Sin optimismo es difícil mover del lugar en que uno está. El optimismo permite sortear argumentos del tipo "El mercado está parado". Es cierto que el mercado puede estar parado, pero eso no implica que no haya ciertas oportunidades a detectar. También el optimismo ayuda a saber que uno puede golpear 500 puertas y la que se abre es la 501, que uno no consideraba pero que aparece en ese proceso.
Decidir que el bar en la playa nos queda lejos en muchos sentidos no es hacer apología de la mediocridad sino darnos cuenta de que los trabajos tienen pros y contras y poder, así, analizar si el trabajo que hoy tenemos, en promedio, está cerca o lejos de una buena realidad posible y cómo sería un próximo trabajo en relación a esa buena realidad. Eso es parte de pasar de la fantasía inasible al deseo viable. En la próxima columna, que sale el 17 de mayo, intentaremos abordar cómo pasar del deseo a la acción.
¿Te sentiste indentificada con el tema de la columna? ¿Pensaste alguna vez en dejar tu trabajo y cambiar radicalmente tu vida? Además: Las dos caras de la incertidumbre y Radar calibrando

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por Mercedes Korin
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