¿Por qué nos auto-interrumpimos todo el tiempo?
Estar en todo es imposible y las redes pueden llevarse puesta nuestra atención y productividad. El nuevo foco es el multifoco
2 de junio de 2017 • 00:54
Estás frente a la compu, trabajando en algo que requiere mucha concentración. Pero hay un pajarito (¿el de Twitter?) en tu mente que te invita a hacer algo más fácil y divertido, al alcance de tu mano. Sin dudarlo, abandonás tu foco para relajarte un rato, lo que se traduce en clavar 20 minutos non-stop de stories en Instagram y otras delicias digitales. Y todo esto lo hacés en modo piloto automático, casi sin darte cuenta. Bienvenida: eso es procrastinar y ya es definido por los expertos como un (mal) hábito de época.
Probablemente ya la hayas escuchado: es una de las palabras del momento, que consiste en posponer o demorar tareas que hay que hacer, en la búsqueda de un falso (o efímero) bienestar. No es algo nuevo. Lo que sí es reciente es que las redes sociales y los smartphones potencian mucho este hábito y nos convierten en procrastinadoras digitales 24/7. Incluso aquellas que son más disciplinadas y estrictas padecen sus propias interrupciones.
¿Comprás el foco multifoco?
No importa cuál sea el contexto, centrarse en una cosa es menos estresante que sentir pánico por cincuenta. Parece una máxima tan irrefutable que sorprende que todos los estudios estén confirmando que la mayoría de los consultados viven en la segunda opción: terror, fobia y burnout por querer estar en cincuenta cosas a la vez.
Entonces, ¿por qué se dice que el nuevo foco es el multifoco? ¿Por qué la forma de gestionar contenido, aprender, vincularnos y trabajar ahora implica multiventanas abiertas en paralelo? ¿Es posible o estamos peleando contra nuestra naturaleza que nos pide a gritos un solo foco? Estas son preguntas que siguen haciéndose biólogos, diseñadores de software y educadores que desconfían de la productividad del multitasking digital.
Minimalistas vs maximalistas
Minimalistas (1 de cada 10): los que no saltan de pantalla en pantalla; pueden tener muchas abiertas pero se concentran en terminar cada tarea por largos períodos de tiempo para luego cerrarla y encarar la otra, hasta terminar con esa.
Maximalistas (9 de cada 10): hacen todo a la vez, desordenadamente. Responden mails, llamadas, memos, inbox, etc. Los maximalistas ganan por mucho. Y solo el 2% de ellos es eficiente en la multitarea. Por esto, para potenciar las ventajas de la tecnología y lograr un foco “multifoco” con buen resultado, es importante poder realizar una gestión consciente de dispositivos (una especie de mindfulness digital) y un orden relativamente lógico para no convertirse en procrastinadores crónicos.
En números
- 150 veces miramos por día el celular para lo que nos auto-interrumpimos cada 3 minutos
- Un chip en el cerebro nos desconcentra y no nos deja estar ahí al 100% según un estudio de la Universidad de California.
- Si suspendés una tarea vas a tardar 23 minutos en volver a concentrarte.
El centro de la dispersión
La procrastinación digital representa un montón de pendings en nuestra mente, un cúmulo de notificaciones, recibidas y por venir. El problema es que el tiempo de concentración es cada vez menor y el foco se pierde. Lo que hay que entender es que hasta los más grosos procrastinan en busca de gratificación. Vamos a lo fácil, y eso tiene una explicación biológica. El celular, por ejemplo, activa el circuito de recompensa que se enciende cuando algo nos da ganas, como cuando vemos una torta de chocolate. El teléfono nos da novedades todo el tiempo y, por esa razón, enciende este circuito.
Es un tema de ansiedad de estos tiempos que, literalmente, corren. Hay estudios que indican que el botón de cerrar puertas de los ascensores es el más tocado y, sin embargo, en muchos casos, es trucho. Es un ejemplo significativo y representativo para una realidad hiperconectada: ¿cuál es nuestro botón de cerrar en la procrastinación digital?
En la tiranía de las notificaciones, es el celu. Su luz (y la de otras pantallas) estimula el reloj biológico, la estructura mental que mide el tiempo y que les da órdenes a nuestros ritmos fisiológicos. Le indica al cuerpo en qué momento hacer determinadas tareas, incluido dormir. Por eso, quienes duermen con la tablet o el celu al lado le envían un mensaje al reloj biológico que puede alterar sus horas de sueño o la calidad del descanso. El desafío es, entonces, comenzar a tomar conciencia y elegir cuándo instaurar nuevos hábitos saludables, que nos vuelvan dueñas de nuestro foco y de los resultados.
¿Qué hacemos con esto?
Los estudios dicen que compensamos el tiempo perdido trabajando más rápido. De eso se trata el multitasking, tomado como un plus en la vida laboral. Aunque los resultados no son los mejores: sacamos a las apuradas trabajos que podrían tener más cabeza y tiempo.
Por eso, podés empezar por responderte estas preguntas: ¿cuáles son las verdaderas razones por las que demorás tus obligaciones?¿Qué te estás jugando al cumplirlas o no? ¿La procrastinación se relaciona con lo que no queremos hacer, con lo que nos angustia? Si es así, más que un problema en sí mismo, puede ser el síntoma de otros como el perfeccionamiento, la vulnerabilidad a las críticas y el miedo al fracaso. Si no es algo tan profundo y solo tiene que ver con búsqueda de gratificación inmediata que generan las distracciones, es importante activar ciertas actitudes.
- 1. Analizá tu comportamiento online: chequearlo a diario te va a ayudar a diferenciar lo importante de lo que te hace perder tiempo, y así mejorar tu rendimiento. La autocrítica es el punto de partida para cambiar y no corrernos del objetivo final.
- 2. Focalizá en tu objetivo: ¿no te marea estar cambiando de plan todo el tiempo? Hasta en lo más chiquito, como cuando vas a mirar la temperatura y terminás chequeando todos los likes en Face, estás procrastinando. ¿Es tan importante estar en todo? ¿Y si probás estando en una cosa por vez?
- 3. Tomá el control: encontrá tu eje. El impulso de la procrastinación digital es fácil de detectar, representado por las mil ventanitas abiertas, en tu cabeza y en tu dispositivo. En ese momento podés tomar el control de la situación.
- 4. Andá paso a paso: hacé la prueba de no responder al beep mientras hacés algo, como cuando te privás de alguna tentación grande. Armá planes a corto plazo y pensá el día en ocio, descanso y bloques de trabajo. Estos apuntan al FLOW (concepto del psicólogo Mihály Csíkszentmihályi), el tiempo de dedicación exclusiva, cuando te sentís llena de propósitos y concentrada. Algo tan difícil de conseguir como mágico cuando se logra.
- 5. Reforzá con actividades que te centren: por algo el mindfulness está tan de moda. Meditar y hacer ejercicio son dos grandes alternativas que pueden ayudarte en la búsqueda del equilibrio mental.
El cambio de paradigma en la educación
Por Melina Furman. Bióloga, doctora en educación, mirá su charla TED: “Preguntas para pensar”.
¿Cómo pensar el rol de la tecnología en la educación?, y ¿cómo lograr que sea una oportunidad de potenciar el aprendizaje y no una amenaza o una distracción? Estas preguntas son preocupaciones de la educación hoy, y estos son algunos modelos pedagógicos que ya representan un cambio en la forma de enseñar.
Flipped classroom: uno de los modelos más interesantes que se vienen ensayando en escuelas de todo el mundo es el de la clase invertida. Se trata de que los chicos puedan ver en video (las veces que quieran, y a su ritmo) las explicaciones teóricas de los distintos temas que trabajan. Así, los docentes se dedican a acompañar a los alumnos en aquello que les cuesta resolver, a dar feedback sobre lo hecho, a ayudar a dar el próximo paso. Y los chicos aprenden haciendo, pensando juntos, en lugar de ser meramente receptores de información.
Preguntas como disparadores: así se organizan las escuelas del proyecto Horizonte 2020, de los jesuitas de Barcelona. Los chicos trabajan grupalmente a partir de una gran pregunta por responder. Para que se den una idea, una pregunta disparadora puede ser: “¿Cómo explican las migraciones de la población negra en los últimos siglos el surgimiento del jazz como género musical?”. En esos proyectos, la tecnología es omnipresente y los chicos la usan para buscar info, para comunicar lo que saben, para intercambiar ideas con chicos que viven en otros países.
Aprendizaje online: este es uno de los ejemplos más radicales, que nos plantean preguntas profundas sobre el sentido de la escuela y las nuevas formas de estar con otros. El año pasado se presentó un proyecto de ley en Nueva Zelanda sobre las COOL (communities of online learning) en las que los chicos pueden recorrer todo su trayecto educativo sin pisar nunca una escuela física.
Totalmente desconectados: mientras tanto, y como contracara, muchos megamillonarios y gurúes de la tecnología como Elon Musk eligen que sus hijos se eduquen en sus casas o en escuelas “alternativas” de orientación Waldorf o similar, alejados de la tecnología lo más posible.
El dato: Charla TED. “Inside the Mind of a Master Procrastinator ”. (Dentro de la mente de un maestro procrastinador), de Tim Urban. El ilustrador y bloguero de Wait But Why dice que todos somos procrastinadores y explica, de una forma gráfica y cómica, por qué.
Apps para enfocar
AppTracker. Te da métricas de tu contacto con el celu.
Habit Streak. Para proponerte metas diarias y lograrlas.
BrainFocus. Un temporizador de la productividad.
Quitter. Para Mac, una especie de bloqueador de distracciones.
Focuslock. Este bloquea apps por determinado tiempo.
Expertos consultados: Diego Golombek. Doctor en Biología. Santiago Bilinkis. Emprendedor. Carolina Duek. Dra. en Ciencias Sociales. Martina Rua. Periodista especializada en innovación.
¿Te sentís identificada con este tipo de conductas? Además te recomendamos Mind Surfing: actividades para bajar un cambio
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