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 • HISTORICO

Selva en Jujuy. El recorrido norteño que muy pocos conocen

Más allá de la Quebrada, las llamas, la Puna y los cactus, en el norte también hay selvas y un costado verde poco explorado. Te invitamos a descubrirlo.


Nuestra cronista (@muyviajera) recorriendo los caminos angostos de los pueblitos del valle jujeño.

Nuestra cronista (@muyviajera) recorriendo los caminos angostos de los pueblitos del valle jujeño. - Créditos: Meme Castro



En el noroeste argentino, a lo largo del pasillo jujeño que bordea los Andes y la Quebrada de Humahuaca, asoma vibrante una ecorregión: las Yungas. Un pulmón verde y selvático donde habita la mitad de la biodiversidad de nuestro país. Un bosque andino con selva de montaña y miles de leyendas y aventuras tropicales.
Su punto más icónico es el Parque Nacional Calilegua, un área natural protegida que alberga yaguaretés, tapires, ocelotes, tucanes y más de 500 especies de aves. Este quizá sea el mejor lugar para comenzar a recorrer y entender esta geografía tan particular.
Las yungas no son solo patrimonio de Jujuy, sino que las encontramos en otras tres provincias (Tucumán, Salta, y Catamarca). Son las que le dan el nombre de “Jardín de la República” a Tucumán y se extienden también hasta Bolivia, Colombia y Venezuela.
La mejor época para recorrer las Yungas es entre junio y noviembre.

La mejor época para recorrer las Yungas es entre junio y noviembre.  - Créditos: Meme Castro

En nuestro país, decir “selva subtropical” es casi sinónimo de Misiones y las Cataratas del Iguazú, pero en el sureste de la provincia, Jujuy nos sorprende con este corazón verde tan poco mostrado. Su característica principal es ser “nuboselva”, un nombre por demás onírico que automáticamente transporta a otra realidad. Un paisaje donde, literalmente, llueve horizontal y las nubes te visitan en la galería. Un encanto tan particular que hace que todo el esfuerzo de llegar a los pueblos de altura valga la pena. Los trayectos no son fáciles, claro está; es un territorio en desarrollo donde hay ripio, curvas, contracurvas y caminos que pueden anegarse en caso de lluvias. Por eso, llegar a las yungas es de por sí una aventura. Una en la que me volvería a embarcar cien veces.
Delicias típicas norteñas. Parada obligada para el paladar.

Delicias típicas norteñas. Parada obligada para el paladar.  - Créditos: Meme Castro

¿Cómo recorrer la Yunga?

Mi recomendación es arrancar el viaje en Libertador General San Martín (ubicado a 120 km de San Salvador). El municipio es también conocido como Ledesma, por ser sede del famoso ingenio azucarero y papelera que dio y sigue dando vida a esta localidad, con más de 6000 personas que viven de la actividad. Gran lugar para hacer noche y disfrutar la primera empanada –de varias que seguirán– y relajar antes de empezar a subir.
Las distancias se miden en tiempo y no en km ya que las rutas no condicen con los ritmos que conocemos. 100 km pueden ser 4 horas teniendo que esquivar caballos, vacas y chanchos. El ripio exige recorrerse en 4x4 y la dificultad de lluvia hace que la mejor estación para la yunga sea el invierno, la más seca y con mejores temperaturas. Lo ideal es disfrutarla en modo “con tiempo y calma”, dejar de lado los ritmos vertiginosos de la ciudad y entregarse a una experiencia con poca señal de celular y conectándose con lo importante, la naturaleza y vos.
Para llegar de Ledesma a los pueblos de altura, hay que atravesar el PN Calilegua; es por este motivo que el Parque no cobra entrada, ya que es camino obligado para las localidades contiguas. Ahí ya se divisa una nube baja que casi te acompañará durante todo el trayecto, el nublado es seductor e hipnótico y ninguna foto antes vista puede reproducir la sensación de feliz oxígeno que habita en el lugar. El aire cambia como si volviera limpios los pulmones de repente.

San Francisco

Estas casitas blancas (muy onda islas griegas) cortan el verde imponente de las yungas en el pueblo de San Francisco.

Estas casitas blancas (muy onda islas griegas) cortan el verde imponente de las yungas en el pueblo de San Francisco.  - Créditos: Meme Castro

El primer pueblo que encontramos es San Francisco, anticipando algunos otros nombres bíblicos que nos acompañarán en el recorrido. San Francisco es tranquilo y amigable y podés hacer una noche o una semana, si tu plan es desenchufarte o meditar o tan solo acostarte a mirar estrellas. Un pueblo de valle, calles sin tiempo, ganadería, gauchos baqueanos en mula, artesanos del cuero y la biocosmética. Gente que está descubriendo lentamente que su lugar en el mundo podría llegar a ser un gran polo turístico. Van de a poco, tomando mucha iniciativa, y ya hay más de seis hosterías de gente llena de ganas y hospitalidad.
Acá hay que ponerle el cuerpo para internarse en la increíble belleza del lugar: la Fuente del Jaguar, sobre el río Jordán, es una atracción inmejorable. Leo, un amoroso guía de senderismo especializado (contactalo en @laotracaradejujuy), te ayuda en el recorrido y te acompaña en la caminata hasta dar con la vedette, que te dejará sin palabras al visitarla. Las crecientes lluvias del verano forman cascadas entre las piedras y crean fuentes naturales donde se puede nadar en un espejo verde al estilo cenote mexicano. Eso sí, el agua es de temperaturas heladas. Tímidas abstenerse. El recorrido termina en el Cañón de los Loros, donde también se combina una naturaleza a la que cualquier foto que la anteceda no hace justicia. Nada de lo que se googlee está a la altura de su belleza en vivo.
Luego, la tarde pide salir a recorrer. Así que bien vale un paseo en mula para conocer la Iglesia de San Francisco de Asís y, a metros, su escultura más famosa, el homenaje a la Pachamama, la madre tierra que todo lo brinda y a quien todo le agradecen los lugareños. A metros, vas a poder disfrutar de una feria artesanal y la hospitalidad de su gente. El tiempo de un viaje que se gana charlando con quienes lo habitan es el mejor tiempo.
Los “rebozos” son una suerte de ponchos que se exponen con orgullo para la venta en el Centro de Interpretación del pueblo.

Los “rebozos” son una suerte de ponchos que se exponen con orgullo para la venta en el Centro de Interpretación del pueblo. - Créditos: Meme Castro

Valle Colorado

Unas horas de auto más arriba, se llega a Valle Colorado, de 250 habitantes y donde los niños suben a lo más alto del monte a pescar señal para hacer la tarea, y solo si hay sol, porque es un pueblo que funciona con energía solar. Y si de Camino del Inca se trata..., ¡no hace falta ir a Perú! Acá, a pocos minutos de Valle Colorado, podés andar por el legendario Qhapaq Ñan, que fue el histórico Vial Andino que crearon los incas en el siglo XV y que desde 2014 es Patrimonio Mundial de la Unesco.
En Valle Colorado manda la agricultura como actividad primaria, pues “valle verde”, los tamales a toda hora y las artesanías. Muchas de las mujeres del lugar confeccionan a mano tejidos de lanas naturales y bordados que tardan años en dar lugar a los famosos “rebozos”: una especie de ponchos que aportan calidez y color a la rutina verde del lugar y que exponen con orgullo para la venta en el Centro de Interpretación del pueblo (también pueden encargarse por mail con envíos a todo el país en artesanias.vallecolorado@gmail.com). Si pasás, preguntá y comprá. Es su principal fuente de ingresos.
No hay hosterías donde hacer noche en Valle Colorado, pero se están desarrollando, así que el recorrido hay que combinarlo con San Francisco. Podés dormir en Tía Carola (tiacarola.com.ar), donde te reciben Lucy y Freddy en su casa a manos abiertas. También podés improvisar camping en la camioneta. La consigna de la Yunga: prohibido no ser aventureras.
El agua es de temperaturas heladas. Tímidas abstenerse.

El agua es de temperaturas heladas. Tímidas abstenerse.  - Créditos: Meme Castro

Wikiyunga

La yunga es una Reserva de Biosfera de 1,3 millones de hectáreas de selva, bosque, pastizales y cultivos. Un ambiente que desborda biodiversidad y que es zona de vida y producción para muchas comunidades. Sin las yungas, el noroeste de Argentina habría perdido la oportunidad de sus tremendos contrastes entre desiertos y selvas y nunca habría tenido su cara verde, motor principal de su economía y su potencial productivo. Solo en el Parque Nacional Calilegua se han registrado 123 especies de árboles, 77 de helechos, 120 de mamíferos y 350 de aves.

Zona baja

Para recorrer los caminos selváticos del Eco Portal de Piedra, ponete en modo aventurera.

Para recorrer los caminos selváticos del Eco Portal de Piedra, ponete en modo aventurera. - Créditos: Meme Castro

Dejamos el Valle de Altura y el viaje propone otro recorrido. Se pueden hacer ambos o elegir solo uno, la zona alta o la baja. En la baja conocí dos localidades que son Villa Monte y su hermoso Eco Portal de Piedra, a una hora de San Pedro, la segunda ciudad en importancia luego de San Salvador. Villa Monte, junto a la localidad de El Fuerte, completan la experiencia Yunga. Eco Portal de Piedra es una reserva natural privada en medio de la selva, con cabañas de todo tipo y tamaño y que ostenta el tercer puesto en lugares para hacer avistaje de aves en Argentina. En tiempos prepandémicos, muchos turistas llegaban de Inglaterra, Canadá, EE. UU. y otros puntos del mundo en busca de especies mundiales y otras endémicas de la zona. Pero los que no sabemos de pájaros también experimentamos esa sensación misteriosa que otorgan las yungas. Desde su nombre, un cierto misterio; una lejanía desconocida que promete, pero que aún se mantiene distante. Los dueños del lugar hacen recorridos privados en jeep por caminos que desmalezan a diario y la aventura se pone en modo safari. Cada stop en el camino regala diferentes matices de verde, niveles de humedad, de goce. Y unas fotos que, de nuevo, no se parecen a nada de lo que hayas visto.
Y si el camino pide comer algo rico, la parada es en El Fuerte (@altofuerte_), para una experiencia gastronómica en modo rural y con verduras orgánicas. Y no te vayas sin probar el tempura de flores de calabaza, un dulce inolvidable.
Si de semejanzas se trata, las yungas me recordaron a Machu Picchu, otro tanto al África, otro a Misiones, Costa Rica quizás. A todo junto y a nada a la vez. Es ideal para desempolvar la mochila, embarcarte en la aventura y sentir la felicidad que se experimenta al hacer algo por primera vez. Te irás con el corazón lleno y el alma sorprendida, porque es un destino que aún no explotó. Las yungas interpelan y, una vez que las conocés, es imposible mantenerte indiferente. Ojalá la selva te abrace y cobije con sus nubes como me abrazó a mí. Que vayas y que vuelvas. Porque, como dice la leyenda, a Jujuy siempre se vuelve. •
Para comer delicias típicas: que no te falten las humitas, los tamales ni las empanadas

Para comer delicias típicas: que no te falten las humitas, los tamales ni las empanadas - Créditos: Meme Castro

Nómades digitales abstenerse

El norte argentino en general tiene mala señal de celular, pero en las yungas es casi inexistente. En materia de turismo, me parece que esto ayuda a que la aventura sea muchísimo más rica y plena, menos conexión celular, más conexión interna y con la naturaleza. Los nómades digitales la tienen difícil –por ahora–, el tiempo dirá.

Cuándo viajar

La mejor época para recorrer las Yungas es entre junio y noviembre. Y también la mejor época para hacer turismo termal. Las más famosas son las Termas del Jordán, en San Francisco y a una altura promedio de 1000 msnm. Los ojos termales de la región son totalmente naturales, como pocos en el mundo.

Cómo llegar

Se puede ir en auto y, sí o sí, 4x4. Desde la Ruta Nacional 34 se accede a la Ruta Provincial 83 entre Libertador General San Martín y Calilegua.
Desde Buenos Aires vuelan Aerolíneas y Fly Bondi a San Salvador de Jujuy y Jet Smart a Salta, pero queda relativamente cerca. Desde el aeropuerto se puede alquilar 4x4 o ir tomando transporte público entre ciudades y poblados.

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