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Toda madre argentina tiene derecho a leer una novela en vacaciones




El trabajo de periodista, comunicadora y aspirante a escritora te exige leer mucho. No siempre lo que leés es lo que elegís por placer, aunque a veces sí, tenés la suerte de que coincide. Este Club es una de esas veces. Desde que arrancamos con esta columna tengo la posibilidad, la de leer cosas que me gustan y además conseguir algo mucho mejor que libros gratis, intención que me atribuyeron por ahí en algún comentario –me enteré que a la gente que se dedica a usar los foros para criticar e insultar se los llama haters-, que no es así salvo, como ya comenté cuando las editoriales eligen enviarte lo que ellas buscan promover. El verdadero beneficio que obtuve desde que empezó el Club es… se viene una confesión… que mis hijos me dejen leer tranquila bajo el noble argumento de estoy trabajando. Así consigo posponer por un rato la respuesta a sus inagotables demandas y necesidades con un grado de culpa medianamente tolerable. Mi marido también lo respeta y ayuda con la cena o con llevarlos a sus actividades cuando los tiempos me apuran. Gracias Club, Gracias Pato (editora web que se entusiasmó con la idea y la impulsó), gracias OHLALÁ!, gracias a todos ustedes por hacerlo posible.
Así las cosas, cuando me enteré que se publicaba el lunes pasado la tercera Guía (Inútil) para madres primerizas La Batalla Escolar, de Ingrid Beck y Paula Rodríguez, dije, tengo que hablar con estas chicas sobre esto. ¿Les pasará lo mismo?

Breve intro sobre las autoras

Ingrid Beck es la directora de la Revista Barcelona y hace radio: conduce Con todo al aire y Radio Barcelona por La Once Diez, es columnista en DadyMan con Dady Brieva, en radio América y yo la escuchaba como columnista con su célebre pediatra la doctora Socotroco en Radio Portátil y Tarde Negra, ambos programas de Rock & Pop. Es mamá de Simón y de Miguel, actuó de princesa, de vaquerita Jessie y ya lleva elegidas cuatro escuelas.
Paula Rodríguez fue jefa de redacción de La Maga, editora de las revistas Luna y Fortuna, y ahora trabaja en Barcelona.
Juntas las autoras escribieron en 2007 el primero de los libros de la serie, publicada por Editorial Sudamericana, Guía (Inútil) para madres primerizas, una parodia, un antimanual que reflexiona con ironía y humor lo que ocurre a madres y padres con la llegada del primer bebé. En 2009 sacaron la Guía 2, La lucha continúa, que apunta a la experiencia de la etapa preescolar y ahora, la tercera, donde la escolaridad primaria y sus vaivenes, es el foco de sus reflexiones. El mismo día de la salida del libro, la escuela de periodismo TEA, de donde ambas egresaron, anunciaba la inauguración de una nueva área de estudios, ArteTEA, que ambas dirigirán y que se destina a la formación de periodistas y producción de programas culturales.
Las antiguías son indispensables para aquellas madres y padres que valoran el tipo de humor sarcástico, que exige de lecturas no literales, y que por debajo del lenguaje llano en que están escritas, pueden percibir el profundo trabajo de investigación y de reflexión, de crítica social que subyace. Las antiguías interpelan el sentido común de la maternidad, la educación de los hijos, el deber ser de hombres y mujeres en la sociedad occidental y el rol de la escuela. En los tres casos, la conclusión es que siempre hacemos lo que podemos, o lo que nos dejan. Que la vida, después de todo, no hay que tomársela demasiado en serio. Ni siquiera la lectura.

Esto conversamos

¿Tienen tiempo para leer?
Ingrid. Tengo momentos de mayor lectura y menor lectura. Ser madre y profesional independiente me quita tiempo, no tengo el tiempo que me gustaría para leer. Me compro libros, me regalan libros y las editoriales me mandan libros. Tengo mi casa alfombrada de libros muchos pendientes. Me gusta descubrir también.
Paula. Me pasa lo mismo, me queda poco tiempo, pero igual siempre estoy leyendo algo. Soy más de la novela y como uso mucho el ebook, por ahí me compro cuatro o cinco libros en un ratito, desde la cocina de mi casa, y voy guardando cosas que quiero leer.
¿Qué están leyendo?
Ingrid. Ahora Marcas de nacimiento de Nancy Houston, de Editorial Salamandra -me encantan los libros de salamandra y no me mandan ninguno, me los compro todos-. También leí este año a Selva Amada (Chicas Muertas, El viento que arrasa) y Una muchacha muy bella de Julián López , me gustó tanto que estoy esperando su segunda novela.
Paula. Ingrid es de recomendarme muchos libros. Leí ahora Limonov de Emmanuel Carrere. Me gusta mucho John Irving, la literatura norteamericana en general y hace poco leí La fragilidad de los cuerpos de Sergio Olguín, un policial, con el personaje de una periodista, Verónica Rosental como protagonista.
Ingrid. Olguín también escribió un libro muy bueno para niños, Cómo cocina un plato volador, se lo leí a mi hijo mayor.
¿Son de leerles a sus hijos? ¿Cumplen el famoso ritual del cuento antes de ir a dormir?
Ingrid. Me cuesta el tema de la lectura con los chicos porque ellos están muy enchufados, les interesa mucho más la play, la compu, el Ipad que la lectura. A veces lo vivo como una frustración, a veces me lo banco y a veces trato de interesarlos. Con el más chiquito es fácil engancharlo con algunos cuentos. Con el mayor es más complicado pero ahora logré que leyera Asterix.
Paula. Yo soy cero militante. Nunca fue una rutina lo de leer todas las noches. Siempre hemos comprado libros lindos, mi vieja también le compra libros lindos. Es muy variable. Ahora están copados con un youtuber famoso, El Rubius, pero en una época leían libros de fútbol. Tiene toda la colección Gol de Luigi Garlando. Le gustan las curiosidades de los mundiales, entre ellos el libro Ganar que escribió Daniel Lagares, su papá. También el marido de Ingrid, Fernando Sánchez, escribe libros de fútbol.
Ingrid. Los de la colección para niños Hay equipo, de Norma Kapeluz.
Entonces pueden decir que leen bastante…
Paula: Sí pero se da, no es que los persigo para que lean. Les gusta, es un hábito en casa, León siempre me vio leyendo algo antes de ir a dormir.
¡No me digas que lograbas leer cuando era chiquito!
Paula. Bueno, alguna vez debo haber durado una página, pero el hábito está. También me la paso leyendo en las vacaciones y eso es lo que ve. León se levanta y lee el diario, ahora en el Ipad.
¿Cómo encuentran momentos para leer y cumplir con las tareas de la maternidad? ¿Sienten que los chicos les respetan ese espacio?
Ingrid. La verdad es que estoy poco en casa. Pero nuestro trabajo es tan fluctuante que el año pasado estaba un montón. Mis hijos no conocen otra opción de madre, es lo que les tocó. El nuestro es un laburo que no se detiene nunca, yo vuelvo a mi casa a la noche, cenamos y tengo que seguir laburando, un rato los acompaño mientras se duermen y después vuelvo a laburar y ellos ya saben que es así. A veces lo hago con más culpa, otras con menos. Anoche tenía que ver una película, tenía que escribir y el más chiquito no se podía dormir, lo acompañé y se durmió enseguida. Pero el más grande no se podía dormir y venía cada cinco minutos a decirme que no se podía dormir. Así que vi la película con pausa, play, pausa, play, hasta que al final se durmió. Estas cosas forman parte de este tipo de vida, finalmente es una elección.
Paula. Hasta el año pasado no estaba nunca en casa y ahora estoy empezando a estar poco de nuevo, pero si vos te referís a si respetan cuando una está leyendo un libro por placer, creo que depende de la edad y del vínculo que establecés. Cuando eran más chiquitos no podía leer en la playa porque tenía miedo que se perdiera
Ingrid. Y sí, hay que estar atenta a que el chico no se ahogue.
Paula. Pero llegó el día, me acuerdo el momento exacto en que empecé a leer y leer y seguir leyendo mientras él estaba jugando con su camioncito, no se iba se quedaba cerca, tendría cuatro años, y ahí dije uy podemos estar cerca cada uno haciendo lo suyo.
Ingrid. A mí me costó un verano. Volví de las vacaciones y cuando me preguntaron cómo te fue contesté que había leído tres libros. La ecuación había dado bien.
Paula. La otra es cuando viene el chico y quiere jugar a la paleta y vos le tenés que decir que no, que no te gusta, hijo te vas a llevar otras cosas de mí en la vida.
Ingrid.Yo no juego con mis hijos. No me sale. Cuando son chiquitos hacés un esfuerzo y jugás, negociás, correr carreras de autos no pero tal vez ordenarlos por colores sí. Pero eso con el más chiquito, ya con el preadolescente no hay caso, jugar a la play es imposible, me cuesta coordinar.
Paula. Ah, no a la play no juego, pero como me gusta el fútbol, por lo menos hablamos de eso. Lo mismo pasa con la lectura, volviendo al tema: si te enganchas y querés leer algo buscamos algo que nos guste y lo compartimos, pero no soy promotora de ninguna de esas cosas. Con la lectura pasa mucho esa cosa del debe ser así, que mucha gente que no lee simplemente porque no es una actividad de la que disfruta, le quiere imponer al chico que lea.
En la Guía 3 La batalla escolar hablan un poco de este afán por anotar a los chicos en tantas actividades extraescolares, desde origami a club del libro…
Ingrid. Son todas experiencias personales o de amigas. En el jardín de mis hijos había un Club del libro, y también funcionaba en los primeros grados, pero yo veo que las escuelas en su mayoría organizan esas cosas del mismo modo que organizan la jornada para aprender a alimentarse bien cuando el kiosko de la escuela vende chizitos. Tiene el mismo efecto que el día de la concientización del ACV, ese día todos hablan de eso pero después se pierde.
Paula. Yo le presto más atención al trabajo cotidiano. Es importante ver qué elige la maestra cada año, con que libros labura, qué libros les hace comprar.
Ingrid. Además hay tanto para leer, cuando son chicos tienen una avidez propia. Mis hijos aprendieron a leer de muy chiquitos y la relación con la palabra y con las letras es muy fluida, pero no aliento eso para que se luzcan en la escuela.
Paula. Cuando era chiquito mi hijo llevaba un libro en su mochila al jardín, un libro que yo le había dado que era mío y le encantaba: La niña que iluminó la noche de Ray Bradbury. Ediciones De La Flor tiene muchos títulos clásicos en versiones para niños y cada tanto los reeditan.
Ingrid. Yo le di también un libro mío de cuando era chica, El misterio del conejo que sabía pensar, de Clarice Lispector, que lo lleva y lo trae del colegio.

El cuento Radicales Libres de Alice Munro

Alice Munro, una de las consideradas grandes escritoras de habla inglesa contemporáneas, recibió el Nobel de Literatura el año pasado (este año se lo adjudicaron a Patrick Modiano). Teníamos para hoy su cuento Radicales Libres. ¿Qué les pareció? Dejo mis impresiones para compartir en los comentarios. Les cuento que estoy leyendo en paralelo La vida de las mujeres, un relato semi autobiográfico de su infancia en Canadá.
Ya saben: pueden escribir a clubdelecturaohlala@gmail.com
¡Cariños!

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