
Celeste Cid, en exclusiva: “Te piden todo el tiempo la juventud eterna y cuando te hacés un retoquecito te matan”
En una conversación profunda y sin poses, la actriz comparte cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental.
31 de julio de 2025 • 13:31

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
El próximo 18 de septiembre Celeste Cid estrena "Papá x Dos", una película que protagoniza junto a Benjamín Vicuña y dirigida por Hernán Guerschuny. La promoción de esta comedia familiar sobre los desafíos de los vínculos afectivos y los nuevos modelos familiares, fue la excusa perfecta para encontrarnos con Celeste y hablar de todo. De su libro Intimidad (Planeta), de su relación con Santiago Korovsky, del rol de las redes sociales, del paso del tiempo, de los vínculos, de las adicciones, de salud mental y de amor. Hablamos de todo, nos reímos y nos fuimos con la convicción de que andar más liviana siempre es la mejor opción.

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
- ¿Sentís que el trabajo de los actores cambió en el último tiempo? ¿Cómo manejás vos el avance de las redes y el resguardo de tu vida privada?
- Sí, la verdad es que sí. Igual, creo que más allá de los actores, que quizá para nosotros es una herramienta de trabajo, de algún modo, ¿no?, de comunicación y de actualización de las cosas que vas haciendo, el mundo también viró a una cosa de que todos nos mostramos un montón. Es como que si no está en Instagram, no pasó. Es muy loco eso. Si en un encuentro no te sacaste la foto al final, se siente raro, tus amigas te dicen: “Che, ¿todo bien?, dale, boluda”. O sea, como una cosa muy de la mirada del otro, que ni siquiera es una cosa de que sos actriz o actor..., es para todo el mundo. Pero siempre fui muy cuidadosa. Siempre viví muy expuesta, desde muy chiquita, trabajando desde los 12 años, y a la vez, como conservando mucho mi intimidad.
- Presentaste este libro el año pasado, Intimidad, que habías escrito hacía 15 años. ¿Qué pasó? ¿Cómo lo reencontraste?
- En la pandemia, con más tiempo, me reencontré con estos textos que son “viejos”, un poco entre comillas, porque también creo que a los temas que te interpelan les vas como dando una vuelta de tuerca, pero, en realidad, los temas son uno, dos o tres, ¿viste? Como que son bastante poquitos, siento yo, al menos a mí me pasa eso. Entonces, con los años vas elaborando un poco más con ciertas profundidades, o a veces al contrario, cuando sos muy profunda de chica, necesitás como liviandad y divertirte mucho más con temas que antes quizá te sacudían o te movilizaban. Este libro, que siempre estuvo un poco dando vueltas, creo que rozaba muchos temas que la pandemia trajo, como el sentido del tiempo, quién es uno, ¿estás viviendo la vida que querés vivir?, un montón de preguntas que, bueno, justo coincidió, como si hubiese una sincro ahí.
- ¿Cuáles son esos grandes temas que vos decís que son de todos, o por lo menos en tu vida?
- El amor, los vínculos, la familia, y cuando digo “la familia”, es también los amigos, el lugar del cual venimos, el lugar de pertenencia, toda la construcción social que hay en todos esos temas y cuánto es verdadero de todo eso. Con “verdadero” me refiero a cuánto una elige de esas cosas y cuánto heredaste o aprendiste. O sea, preguntas un poco existenciales, creo que la pandemia llevó a esos lugares, ¿no?

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
- Cuando te encontraste con esos escritos que eran de cuando vos tenías 20, ¿te dio ternura, te dio “ay, qué raro que me pasaba esto”?
- Me pasó de sentir: ¿qué hacía a mis 25 años pensando tantas cosas?
- Tan existencialista...
- Tan como “¿qué le pasa?, vaya a bailar a la Bresh, querida”, “relajate, un poco” (risas). Como que estaba muy profunda. Pero viste que dicen que Capricornio, cuando es niño, es medio niño viejo. Y que después va perdiendo eso... Por suerte, porque ¡qué pesada!
- Entonces la edad te trajo liviandad, ¿qué otras cosas trajo?
- Bueno, un tema delicado, estamos tocando (risas), trajo la visita a la dermatóloga más habitual.
- ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo? ¿Aparece la angustia?
- Me da todo, todo, me da todo. Creo que nos pasa un poco a todos eso, ¿no? Siento que trae un montón de cosas muy positivas... y también un bajón.
- Te pasa de mirarte al espejo y decir: ¿soy yo?
- Esa es una buena pregunta, el “¿soy yo?”. También hay algo social que nos pide todo el tiempo una juventud eterna, y si después te hacés un retoquecito, te matan, empiezan con “¿qué se hizo en la cara?”. Entonces, creo que a las mujeres nos pasa un poco más. Es muy cruel eso. Nosotras somos muy crueles con nosotras, pero bueno, sí, me pasa bastante. Me ha pasado de pasar frente a un espejo en un lugar que estaba, y me vi, y como que me miré con mucha crítica. Después hice el ejercicio de volver a pasar por el mismo lugar y decir: “Tuve dos embarazos, dos cuerpos que me han cambiado”, y me miré con mucho más amor. Si te vas a guiar por cómo te ves en Instagram o cómo saliste en una foto, es un poco cruel. Pero cuando asimilás la vida, está bien..., siento que tengo un cuerpo súper privilegiado, estoy sana, está buenísimo eso.

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
- También hablaste en algún momento de la maldad y el hate en las redes, ¿cómo lo manejás vos?
- Hay que mirarlo menos. Digamos, ¿cuánto usa una el teléfono? Yo me puse un límite de media hora por día y a veces son las 9 de la mañana, me levanto muy temprano para llevar a mi hijo al colegio, me hago el mate... y ya pasó mi tiempo de Instagram, o sea, ¿cómo?
- Y le ponés “ignorar por hoy” (risas).
- Es terrible, pero bueno, estamos en esta era...
- Es la nueva adicción.
- Sí, igual, si bien no lo manejo del todo bien, cada vez soy más consciente de sacar esa mirada del afuera, porque también me pasa que yo no soy la persona que muestro en mi Instagram, o sea, es un recorte. No subo nada cuando estoy llevando a mi hijo al colegio temprano, haciendo la tarea, retándolo porque dejó todo tirado y el baño está inundado, ¿entendés? Como que a toda esa parte una la evita. Es un recorte. Incluso a veces a me pasa, y lo hablo con amigas, como “che, dale, quiero tener esto acá”, como si una se quisiese parecer a su álter ego. Y no, no tengo esa cara, estamos dos horas maquillando una cara arriba de esta, ¿viste? Pero bueno, es como un juego que, si te lo creés mucho, es un garrón, y si no..., es divertido.

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
- Con el tiempo como que de a poco empezaste a hablar un poco más de tu vida, diste tu mirada sobre salud mental, adicciones, un montón de temas que son súper importantes. ¿Qué sentís que podés aportar hoy en este sentido?
- En principio, conté un poco una experiencia personal de algo que me había pasado hacía muchos años. Como que hice un proceso de entender que yo atravesé una enfermedad y que no me identifico con eso hoy. Se procesaron muchas cosas familiares de muchos aspectos, y está bien, o sea, me parece que está bien pasar por esos lugares y salir fortalecida. No voy a decir “no me arrepiento”, porque obvio que, si una pudiese tomar decisiones con el diario del lunes, las decisiones hubieran sido distintas, pero fue un tropezón que me ayudó a tener otra mirada de las cosas.
- Mencionaste también que la frase “solo por hoy” ya no te interpela, como que ya estás en otra etapa, ¿es como que todo lo feo que viviste parece que es otra vida?
- Sí, como todo, ¿viste? Ahora están mal vistas las etiquetas, pero yo creo que hay etiquetas que están buenas, porque a veces ponen bordes y nombran cosas. Más todavía en sociedades tan de lo bi, cuando son tantas multiplicidades de posibilidades. Yo siento que la del “solo por hoy” –de la recuperación– no es una etiqueta con la que viva. Me parece que hay personas a las que eso sí les puede ayudar y está bien, es muy válido. Entonces, no totalizo. A mí no me sirve pensar solo por hoy. O sea, no vivo con eso en mi cabeza. De verdad siento que hice un proceso, entendí lo que me pasó, entendí por qué me pasó, o entendí que eso vino a contarme algo y a acomodar un montón de cosas, y ya está… Deja consecuencias, pero ya está.
-¿Y sentís realmente que es un tema, la salud mental, las adicciones o las adicciones relacionadas a la salud mental, que sigue siendo tabú?
- Creo que se está nombrando cada vez más, sin duda, pero sí. Para mí sigue siendo como un tema tabú, y lo ves en la ley. Son temas que traen resquemores en un montón de sentidos. Es una deuda muy pendiente que tenemos como sociedad, y ni siquiera hablo de Argentina, me parece que en el mundo.
- ¿Cómo hacés pie en tu bienestar?
- Esto lo hablaba bastante con amigas, porque muchas veces una dice: “Bueno, me voy a un spa, me voy a un no sé qué”... Y es como que vos tenés que trabajar un montón para que tu dinero después lo inviertas. Es como el hámster, ¿viste? Entonces decíamos que el bienestar no es solamente estos gustos que una se puede dar y tal, sino decir: “Bueno, me tomo el cafecito que a mí me gusta en el horario que yo puedo”. Esos ratitos... A mí me pasa con la lectura, que es para mí un momento de bienestar. Estoy ahí y es como ver una peli, que no implica el dinero, en un punto. Cuando lográs lugares para conectarte con eso, que no es tanto, pero es, en definitiva, todo, está bueno.
- Traés el dinero a la charla, que me parece súper interesante.
- Soy de Capricornio, chicos, como Nathy Peluso (risas).
- ¿Cómo te vinculás con el dinero?
- ¡Me encanta el dinero! (risas).
- ¿Te parece un tabú? ¿Te gusta hablar con tus amigas de cuánto gana el otro?
- No, no, no, cero. No me interesa.

Celeste Cid, en una conversación profunda En una conversación profunda, contó cómo se vincula con su cuerpo, las redes, el bienestar, las etiquetas y su recorrido personal con la salud mental. - Créditos: Gustavo Sancricca
- En el mundo del cine se habla mucho de cómo los hombres cobran más que las mujeres, hablar de plata a veces está bueno para lograr más igualdad.
- Sí, pero a mí me da pudor. Lo que decís de los puestos, a mí nunca me pasó, como que en ese sentido yo empecé a trabajar a los 12 años y siempre, por suerte, tuve personajes femeninos re fuertes y muy a la par, digamos. A veces me preguntan: “¿Cómo sentiste vos la diferencia con…?”, y soy consciente de que en mi caso particular no lo sentí tanto. Pero bueno, sí, claramente es algo que pasa y sigue pasando.
- ¿Y el amor, qué onda? Hace un tiempito blanquearon que tenés este nuevo amor con Santiago Korovsky. ¿Cómo es esta nueva etapa?
- Ay, me da mucha vergüenza hablar de esto. Me estoy poniendo grande, chicas. Es horrible. ¡Ay, me dio vergüenza en serio! Me pasa un poco eso también, como que lo meto en la bolsa de lo íntimo, ¿viste? No es algo para el afuera, somos muy tranquilos los dos, hacemos planes muy tranquilos, nos gusta viajar, pero no estar exponiendo eso. Cuando estás mostrando mucho para afuera es como un ¡no, qué paja!
- Sí, como que decís: “¿Lo pone en las redes para mostrar que lo ama?” (risas).
- Me ha pasado, igual, eh, y te digo que la relación que tuve más expuesta fue la relación que peor funcionó. La mirada del otro ahí metida no ayuda. Como que hoy, que estoy teniendo una relación tan del plano de lo cotidiano y de lo chiquito y de la compañía y de lo lindo, en definitiva, entiendo que no es necesario todo eso. No necesito una validación del afuera.
- ¿Encontraste como una madurez en el vínculo? ¿Sentís que hay un vínculo aprendido de otros vínculos?
- Probablemente sí, y también me parece que él tiene una manera de ser que, bueno..., como que está bien plantado, este chico.
- ¿Estás bien?
- Sí, estoy re bien, la verdad es que sí.
- Y hablando de otros vínculos, así en general, de parejas que has tenido, ¿cuáles podés decir que son tus “red flags” en el amor de pareja?
- Uf, ¿cuánto tiempo tenés? (risas). ¿Querés que te ejemplifique? Qué sé yo, como que una va aprendiendo, ¿viste? Porque a veces también te pasa que tus amigas te dicen: “Che, ¿qué onda esto?” y vos estás en una y no escuchás. Por eso digo, en este momento siento que esa voz que a veces ocupan las amigas pude construirla en mí. Como algo en el interior que me dice: “Che, esto no, esto sí”, y es una negociación, en un punto, y un respeto hacia el otro también.
- Me encanta ese concepto de hablarte como una amiga, ¿cómo es?
- Lo aprendí. Las primeras voces son críticas: “Eh, esto es una mierda, no sé qué”. También aparece el peso de lo social, de lo que está bien o lo que está mal... Yo vengo un poco de esa generación a la que se nos enseñó así. Pero tenemos que aprender más sobre el amor propio, que no es ir al spa... Si te sirve eso, también, pero digamos algo como qué nos hace sentir bien, dónde una se siente cómoda... Y eso lo aprendí, y lo pagué, porque, hablando del dinero, esto valió mucha terapia (risas). Pero apareció una voz interior nueva que no es solo la que te critica, ¿viste?, también te dice: “Che, qué bueno esto que hiciste”. Me pasó el otro día que estaba en un lugar y no estaba cómoda, y mi cuerpo se empezó a sentir incómodo, lo registré, me levanté y me fui. Puede parecer una boludez, pero es elegir dónde estar. Me acuerdo de mí siendo más chica en lugares de incomodidad y sentir que no correspondía levantarme. Hoy simplemente agarré mis cositas, tuqui, y me fui. Y eso es lindo, eso es autocuidado para mí.
- ¿Y las fobias?
- Están todas (risas). Pero también se va aprendiendo, cómo reaccionar y también la elección de las personas que te rodean, porque siento que cuando vienen esos lugares, que por algo vienen y una seguramente tiene sus razones para eso, está bueno cuando el otro te dice: “Che, a ver, ¿qué te pasa? ¿por qué no me contás?”. Hay otra manera, en vez de irte a esos lugares a donde te lleva la fobia, adonde te quiere llevar todo el tiempo, lo que podés hacer es integrarla. Está bueno cuando encontrás vínculos que te ayudan a integrarla. Que te tiran de ese hilo y no es que se asustan, sino que abrazan esos lugares que en realidad son los lugares blanditos que tenemos.
- Y que a todos nos pasan cada tanto o todo el tiempo.
- Sí, sí, total. Y está bien, porque es como que todo va tan rápido y tan en una que, bueno, es nuestra manera a veces de refugiarnos.
- ¿Y escribir qué significa en tu vida?
- Una emergencia, te diría. Cuando presenté Intimidad, en una de las Ferias del Libro o no recuerdo ya dónde, me dijeron: “¡Qué lindo escribir! ¡Qué placentero que debe ser!”. Y no sé si es tan placentero, porque, primero que no lo hice voluntariamente, en el sentido de que nunca pensé que lo iba a publicar. Era más como un refugio, ¿viste? Como que, si estás pasándola súper bien, estás con una amiga tomando un mate o charlando otras cosas. En estos escritos se percibe una mirada mía del mundo, de más pequeña, muy observadora. Yo me sentía muy rara, como si no encajara mucho. Con el tiempo entendí que el mundo es el raro, yo no soy rara, es que la gente tiene ambiciones de cosas que son muy locas y hay mucha ira. Hoy me siento bien con esa rareza, digamos, pero en su momento lo re padecí.
- Hubo un tiempo en el que las revistas de chimentos te llamaban “la chica rara de la tele”.
- Es que un poco lo era, porque estaba en programas de mucho, mucho éxito en aquel entonces, y yo no quería ir a entrevistas, no quería hacerlas, pero no de diva, es que me daba mucho pudor. Era una contradicción muy grande, porque, a la vez, estaba muy expuesta...
- Pero después salías corriendo tipo “no puedo más”.
- Claro, y literalmente me pasaba. Todavía me pasa. Creo que, obviamente, con los años una aprende a convivir con eso y a tener herramientas.
- ¿Qué consejo le darías a la Celeste de 20 años?
- Uf, a ver. Le diría: “No te imaginás nada de todo lo que viene. Disfrutá. No pienses tanto, entregate”... Igual, siento que me entregué.
- ¿Te entregaste o no?
- Me he entregado (risas). Le diría: “No te enrosques tanto, no pasa nada, está todo bien”.
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