Crean un material similar al cuero, pero biodegradable
Conversamos con Adriana Clementz, una de las investigadoras rosarinas que desarrolló un cuero a base de hongos, único en el país. Se espera que sea una alternativa no contaminante en la confección bolsos, carteras, billeteras, entre otros accesorios. ¿Lo comprarías?
1 de septiembre de 2022
Las investigadoras: Adriana Clementz , Maria Rocío Meini, Dana Piazza, Diana Romanini, Laureana Guerra, Camila Ponce De León - Créditos: Conicet-UNR
Adriana Clementz trabaja como investigadora en el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario, dependiente del Conicet-UNR, la Universidad Nacional de esa ciudad. Cuenta a OHLALÁ! que en sus años de carrera se encontró motivada por una premisa: “Hacer tecnología y llevar soluciones a la sociedad”. Sin dudas, la pone en práctica.
Desde hace varios años, Adriana investiga el uso de los hongos y sus diferentes propiedades. En 2021, junto a un equipo de mujeres investigadoras del Conicet de su mismo Instituto, desarrolló un material muy parecido al cuero por su consistencia y textura, pero 100 por ciento biodegradable. El elemento clave: un hongo comestible que crece en los troncos de los árboles llamado Ganorderma lucidum.
“Si bien todavía estamos en una etapa incipiente, pudimos comprobar que el material logrado tiene cierta resistencia. Probamos de coserlo y confeccionar un estuche para anteojos y otro para funda de celular y funcionó muy bien”, dice. Con cautela, porque sabe que el desarrollo es joven, aclara que aún no se puede determinar con certeza la durabilidad del material. Pero se sabe que el biomaterial es prometedor.
Una alternativa sustentable al cuero
La proyección es muy buena: podría servir para confeccionar indumentaria, zapatillas, carteras, bolsos o estuches como una alternativa más sustentable al cuero.
En el país es una iniciativa pionera y, en el mundo, hay solo dos lugares donde se desarrolla este mismo material, aunque el objetivo es distinto al que se persigue en Argentina.
“En Estados Unidos y Holanda hay dos empresas que sabemos que lo producen por encargo para firmas que lo utilizan de manera privada”, detalla.
Ellas buscan marcar la diferencia haciendo que este material llegue a todas las personas y sea lo más accesible posible. Por eso, Adriana remarca la importancia de que el sector público y privado tengan interés en trabajar en conjunto.
Probaron confeccionar una funda para celular con el material biodegradable y funcionó. - Créditos: Conicet-UNR
Cómo empezó todo
Junto a las investigadoras Diana Romanini y Camila Ponce De León, María Rocío Meini, Laureana Guerra, Natasha Melnichuk y Dana Piazza, Adriana trabajó a tiempo completo en el desarrollo de este revolucionario biomaterial.
La búsqueda surgió en enero de 2021 a partir de “la unión de dos caminos”: Por un lado, la experiencia del grupo de investigadores, que desde hace años viene trabajando con hongos y residuos de la agroindustria y, por otro lado, en respuesta a la inquietud de un grupo de emprendedores interesado en su desarrollo.
“A principios de 2021 nos contactaron unos emprendedores que buscaban producir un biomaterial a partir del orujo de uva, un residuo sólido obtenido tras la extracción del zumo de uva y el principal subproducto de la industria vitivinícola”, recuerda.
“Así comenzamos a desarrollar un biomaterial con características semejantes al cuero, con la intención de que pueda convertirse en una alternativa sustentable y pueda ser utilizada en diversos desarrollos productivos”.
Si bien venían trabajando con hongos, ahora empezaron a utilizar hongos comestibles. “En el laboratorio probamos con el tipo Ganorderma lucidum, un tipo de hongo que no se usa en cocina porque es muy duro, pero es comestible. Lo alimentamos con los residuos de la industria vitivinícola y lo desarrollamos bajo determinados parámetros de temperatura y humedad hasta llegar al biomaterial”, repasa la científica.
En este momento, el equipo de investigadoras se encuentra evaluando “el mejor camino a seguir”, ya que el interés por el biomaterial alcanzó al sector público y al privado.
Sustentabilidad e investigación
La relación de la investigación en el cuidado del medioambiente cada vez es más sólida. Ella observa un cambio de paradigma: el cuidado del medioambiente toma mayor protagonismo.
“Desde nuestra área de trabajo, venimos trabajando en este sentido desde hace años, sobre todo buscando revalorizar los subproductos agroindustriales y generando con ellos un nuevo valor para la sociedad”, cuenta.
Compatibilizar la crianza con la investigación
Además de investigadora, Adriana es madre de tres niños de 3, 5 y 7 años. Sin negar muchos momentos de caos, en los que tuvo que “sacar horas de donde no las hay”, ella sostiene que siempre pudo compatibilizar todas las tareas.
Y admite: “La investigación es un trabajo constante, de 24 horas porque, a pesar de que gran parte del trabajo se realiza en laboratorio, la cabeza igual sigue pensando en cómo solucionar problemas, mejorar resultados o disminuir costos, para llevar a la sociedad una solución que aporte y genere cambios positivos”.
Antes de despedirnos le consultamos qué le gustaría que suceda con la divulgación de este revolucionario biomaterial: “Que sea una alternativa accesible a todos y todas, y que se tome en cuenta en la industria textil, una de las más contaminantes del planeta, para comenzar a revertir los costos ambientales que conlleva”.
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