
La tele ya fue
La nueva forma de consumir entretenimiento nos volvió menos dependientes del aire y el cable y más cercanas a las plataformas online y al on demand. Acá, algunas razones de esta tendencia global.
27 de marzo de 2016

Créditos: Corbis
Está ahí, sobre la mesita del living de tu casa, apuntando a un cómodo sillón lleno de almohadones, dispuestos para que puedas disfrutar confortablemente de tu programa favorito. Sin embargo, hace ya tiempo que está de adorno. ¿Hace cuánto que no te sentás a ver lo que pasan por la tele? Si te cuesta acordarte de cuándo fue la última vez, está claro que no sos la única. De hecho, ya es un fenómeno global: la mitad de la gente no encuentra diariamente qué mirar en la televisión abierta, según datos del estudio anual de ConsumerLab TV & Media de Ericsson que se desprenden de entrevistas a más de 22.500 personas en veinte países de todo el mundo.
Claro que esto no significa que se esté consumiendo menos entretenimiento, sino que los hábitos ligados a ver televisión se fueron modificando.
Más exigencia, más libertad
Evidentemente, al tener acceso a contenidos más elaborados y segmentados –como son la infinidad de series que la industria ofrece hoy en día–, la vara de nuestra exigencia fue subiendo, y ya no nos conformamos con los programas que ofrecen los canales tradicionales a una hora determinada.
Sea mediante servicios de streaming como Netflix o el reciente Odeón a nivel local, descargas en Internet o los servicios de canales premium, hoy el consumo a demanda está a la orden del día, como un modo de ejercer la libertad de ver lo que queremos, donde queremos y a la hora que queremos, cambiando para siempre nuestras prácticas ligadas a los consumos culturales.
La tele dejó de ser el aparato que transmite los contenidos que miramos para transformarse en una smart TV a la que le conectamos la compu, la Play o Internet, compitiendo con muchas otras pantallas como las de la tablet y el teléfono.
¿Si murió? No del todo por ahora, pero la televisión abierta tal como la conocíamos está quedando cada vez más relegada y podríamos decir que tanto su uso como su función se encuentran en un proceso de reconversión radical.
Generación youtuber
Para delimitar cuándo comienza este fenómeno, los expertos identifican como clave el momento en que empieza a ser posible que un contenido de video pueda ser transmitido por Internet. Este hito, que puede tranquilamente asociarse a YouTube, posibilita dos cosas:
Que el contenido se separe de la red que lo transporta, del intermediario (o sea, que ya no tengas que contratar un servicio de cable, por ejemplo, para poder acceder a determinadas series, películas o videos).
Que puedas consumir bajo demanda o "a la carta". Esto es crucial, porque ya no dependés de las decisiones del programador de un determinado canal, sino que te volvés tu propio programador de entretenimiento.
Un modelo híbrido
La industria del entretenimiento busca entonces responder a estas nuevas realidades, que se transforman en demandas por parte del espectador, con distintas propuestas. El modelo más puro es el de Netflix, ya que todos sus contenidos son on demand, esto es, se pueden ver en el momento que se desee y desde cualquier dispositivo conectado a Internet.
Luego, existen modelos más híbridos, por ejemplo, el servicio de cable básico al que se le pueden agregar los sistemas on demand o pay per view (pagar por ver una película, por ejemplo), para poder acceder a contenidos premium. A su vez, algunos de estos canales premium ofrecen la posibilidad de acceder a sus programaciones desde otros dispositivos móviles y, si estás de viaje o fuera de la casa, disfrutarlos igualmente.
Sin embargo, como todavía ninguna propuesta engloba toda la gama de posibilidades que existen, lo que mucha gente hace es pagar un abono de cable para ver algunos contenidos y TV abierta y, paralelamente, contratar un servicio tipo Netflix para mirar series. De hecho, muchos jóvenes deciden no tener televisión –en EE. UU., los estudiantes universitarios ya no poseen aparatos en los campus– y consumen pelis y series por Internet, incluso las emitidas por la TV local (los canales abiertos suelen subir diariamente los capítulos estreno).
El rating ya no manda
Así, la lógica de la industria televisiva comienza a verse influida por la lógica de Internet. Esto se refleja en los ratings de los canales y en el encendido de la televisión abierta, que año a año baja de manera persistente. Según datos de Ibope, el encendido televisivo cayó once puntos en algo más de una década. En 2004, el rating general de la televisión abierta cerraba en 38,82 puntos, mientras que en 2014 lo hizo en apenas 27,66 puntos.
Porque lejos de reunir a la familia a las nueve de la noche alrededor de algún programa pensado para atraer a todas las franjas etáreas, los modos de consumir hoy tienden cada vez más hacia la individualización, dada la diversidad de pantallas existentes en los hogares y la oferta de series para todos los gustos y todas las edades.
Así, también las nuevas modalidades varían en función del factor generacional. Así como un adulto mayor puede pasar varias horas frente al televisor, a un nene le resulta natural ver su dibujito preferido cuando se le antoje, y la mayoría de los jóvenes mira cada vez menos tele y más contenidos en YouTube (¡no por nada los youtubers se convirtieron en verdaderas estrellas!). Todo esto representa un verdadero desafío para la televisión tradicional, que se ve obligada a resignificarse e intenta encontrar su marca diferencial priorizando contenidos en vivo, como partidos de fútbol, talk shows, realities y noticias.
La nueva producción
Las formas de producir entretenimiento también se fueron adaptando a esta tendencia. En tiempos de binge-viewing, esto es, sesiones maratónicas en las que nos devoramos varios capítulos de la serie de turno al hilo, las tramas argumentales ya no necesitan que algo tremendo esté por ocurrir antes de ir a los avisos ni que su duración está marcada por las grillas de los canales.
De hecho, los recursos narrativos tienden a complejizarse, y esto es por varios motivos: al haber tanta oferta, no es necesario crear ficciones capaces de enganchar a toda la familia, ya que el público se segmenta. Además, tampoco es indispensable guionar tramas sencillas con las que la gente pueda engancharse en la mitad (del capítulo o de la serie como un todo) y entender lo que ocurre, porque tenemos a disposición la serie desde sus inicios y ya no hay necesidad de sobreentendidos.
Hate Watchers, la resistencia
"Si no les gusta, ¿para qué lo miran?", pareciera ser la pregunta del millón. Y la respuesta es tan simple como actual: por el placer de defenestrarlo en redes sociales, una de las prácticas de la resistencia de la TV en directo.
Así como los haters se dedican a seguir a determinados personajes para insultarlos y criticarlos, de la mano de las nuevas prácticas que emergen a partir de las redes–como mirar tele con el celu en la mano para poder leer los comments en Twitter en tiempo real– surgen los hate watchers, esos televidentes cuyo único objetivo pareciera ser ponerse en contra a toda la comunidad virtual de seguidores de determinada serie o programa.
Claro que cuando un tema se convierte en trending topic nadie quiere quedarse fuera. Programas que suelen generar polémica por lo rupturista en el tratamiento que se les da a ciertas temáticas, como Girls en el plano internacional, o de rating masivo, como Showmatch a nivel local, suelen ser los predilectos de los hate watchers, sobre todo en Twitter, terreno ideal para el sarcasmo y el cinismo. Aquí es donde la TV en directo recobra protagonismo, ya que para que todos estemos hablando de lo mismo, debemos estar mirándolo en simultáneo.
¿Hacia dónde vamos?
Si bien por un tiempo seguirán mandando los modelos híbridos que combinan servicios de la lógica de TV abierta con los paquetes a demanda, se vaticina que poco a poco iremos virando hacia un modelo puro parecido al de Internet. En Europa y EE. UU., por ejemplo, es posible tener televisión en vivo on demand –canales como Amazon Instant Video y Hulu lo demuestran–. En Argentina recién es muy incipiente: solo la plataforma Fansworld.tv ofrece contenidos televisivos online locales.
Así como la radio pasó de ser la protagonista del living alrededor de la cual la familia entera se juntaba para escuchar sus radioteatros favoritos a ser un objeto prescindible en muchos hogares, ya que muchos la escuchan mediante aplicaciones, también la tele tiene un largo camino por recorrer.
En el transcurso de esa marcha, deberá tener la capacidad de seguir reinventándose, para poder encontrar el modo de responder a las demandas de un espectador que ya no está dispuesto a que le digan qué y cuándo mirar, porque ya, desde hace rato, sabe que el verdadero control está en sus manos.
Sin programa
Por Martín Becerra. Investigador de la Universidad Nacional de Quilmes-UBA-CONICET.
El paisaje mediático sufre una metamorfosis que dispara profecías sobre el fin de la TV que parecen demasiado concluyentes y poco atentas a la historia de los medios, que demuestra que, en general, las viejas tecnologías cambian su función social cuando aparecen nuevas (ocurrió, por ejemplo, con el cine tras la invención de la TV). Pero cambiar de función no significa su extinción.
La TV funciona proveyendo flujos continuos de programación definidos por el fabricante de contenidos, que coincide en muchos casos con el transportador de ese contenido. La desprogramación corroe los cimientos de esa lógica consolidada durante más de 60 años.
Pero la desprogramación excede a la TV. En el fondo, remite al debilitamiento de instituciones "fuertes" o "sólidas" que, como en el caso de los medios masivos, organizaban una suerte de agenda cohesionada para el conjunto de la sociedad hasta hace poco. La mutación está en curso.

Créditos: Corbis
¿Cambió tu forma de consumir tv?
Lina Prato. 30 años, Project Manager.
"El tiempo que usábamos el cable no justificaba el gasto. Así que compramos el Chromecast y contratamos Netflix. Es la tele en función de mis ganas de ver dramas, documentales o videos de música. Lo mejor: evitar la publicidad".
Jaqueline Fernández. 27 años, Social Media Manager.
"Siempre odié tener que estar en casa a cierta hora para ver un capítulo estreno. Y ni hablar de descargar de Internet, porque no encuentro buena calidad. El riesgo del streaming es no poder parar de mirar capítulos. ¡Doy fe de eso!".
Carolina Martínez Elebi. 30 años, Lic. en Comunicación.
"Desde que tengo banda ancha, descargo películas y series. Tener Netflix y YouTube en el celular me resulta muy cómodo. A veces, aprovecho viajes para ver series. Y lo mejor es ya no tener que fijarme en qué canal y qué día lo pasan por la tele".
¿Cambió tu forma de consumir televisión la llegada de las plataformas de contenidos? Contanos. Además te mostramos Las mejores series con chicas
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