Liderazgo circular: 5 claves para despegar 

Dibujá una hoja de ruta (en lápiz) 

En plena reconversión de OHLALA! (y también personal) hice un workshop de constelaciones organizacionales con Julio Príncipe, quien desarrolló una práctica llamada Systemic Host, y al comienzo del taller dijo algo que me conmovió: “Hoy el mundo ya no está cartografiado, por eso los propósitos pueden ser muy limitantes”. Después de años de planificarlo todo, en los que los line ups anuales, los modelos de negocios y los role maps eran los infalibles del crecimiento laboral, estamos arribando a una era en la que la preparación cobra más relevancia que la planificación. Está OK tener un plan, pero solo sabiendo que existen los planes b, c, d..., no como si fuera un único camino, sino más bien una posibilidad más. En cambio, las herramientas que desarrolles a favor de tu flexibilidad, claridad y templanza son las que te van a rescatar cuando cualquier imprevisto suceda. “En la complejidad que vivimos, la clave es vestirnos en capas y estar listos para lo inesperado”, explica Julio.  

Saber cuál es tu misión

Así como no son tan importantes los nortes fijos y únicos, sí facilita saber por qué hacemos lo que hacemos. ¿Qué nos mueve?, ¿qué nos enciende de la tarea? Los propósitos hoy no tienen tanto que ver con los objetivos, sino con los valores. Seguramente te encontraste en tu empresa con un choque generacional. En general, los centennials y millennials piden “más libertad y sentido en la tarea”; y la generación X reclama “más compromiso de los más jóvenes y poder llegar temprano a casa”. Es interesante, porque la libertad, el propósito y el compromiso aseguran el éxito en cualquier tarea que emprendas, pero todavía estamos viendo cómo unir las piezas. Sin embargo, hay un lugar común que nos reúne a todos: la misión. El desafío será que la misión personal se encuentre con la laboral, y viceversa.  

No des nada por sentado

Parte de abrazar lo impredecible tiene que ver con ir paso a paso, con no subirte al poni ni creer que algo está escrito en piedra. Esta nueva era nos invita a habitar la humildad y el asombro. Lo que hoy es un éxito, mañana, si cambia el algoritmo, puede ser un resultado más que no es suficiente para llegar a los objetivos. Entonces, repensarnos como modo de vida puede ser una danza acorde a los tiempos que cambian, acompañar este ritmo vertiginoso y en movimiento constante. Y, en cambio, soltar la resistencia. No hay tiempo para la trinchera, cada día es algo nuevo, y gana el que actúa a conciencia en vez de reaccionar.   

Delegá y hace equipo

Ya no existen los lonely players. Ni Messi puede ganar el mundial solo. Entonces, el gran trabajo que tenemos que hacer como líderes, o en cargos medios o como parte de un equipo, es construir red. Hoy el desarrollo y la innovación dependen de muchas variables y no hay manera de que una sola persona pueda atajar tantos frentes. La única dinámica es el liderazgo colaborativo, que entiende que necesitamos de los talentos de todos para llegar a la meta. Y a veces no es tarea fácil, requiere desoír al ego, estar dispuesta a derrumbar creencias y abrir mesas de diálogo cotidianas. A mí me gusta llamarlo “liderazgo circular”: ya no es una línea de montaje, tampoco una organización vertical, sino la capacidad de organizar las tareas según el valor agregado que puede dejar cada uno. Y, además, pedir ayuda como modo de vida, no solo a un par, a alguien de otra área, a un amigo que trabaja en otra empresa.  

Divertite y confiá en tu intuición

Como nadie tiene la verdad y todo es muy efímero y cambiante, la intuición juega un rol fundamental. ¿Cómo se entrena la intuición? Meditando, descansando lo suficiente, habitando espacios lúdicos, creyendo en vos. Me gusta decir que “nadie trabaja en la Nasa”..., bueno, algunos sí..., ja, pero ninguna de nosotras puede mandar un cohete a la luna por error. Por eso, me sirve tomarme un poco las cosas con soda. Nada es tan terrible. Y para que las cosas fluyan y sucedan, se necesita de un espíritu liviano y una mente tranquila y clara, que facilitan la acción. 

Así que inhalá y exhalá, porque ¿sabés qué?, despegamos... Buen viaje, ohlalera.