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Gisèle Pelicot, violada por más de 50 hombres durante 10 años, es un símbolo contra la violencia sexual

La francesa Gisèle Pelicot inició un megajuicio contra su marido y más de 50 hombres por violaciones múltiples durante casi diez años. La decisión que tomó de visibilizar el caso nos da fuerza a todas.


Gisele Pelicot

Gisèle Pelicot observa en el tribunal de Aviñón durante el juicio a su expareja Dominique Pelicot acusado de drogarla durante casi diez años e invitar a extraños a violarla en su casa en el sur de Francia. - Créditos: Archivo LN



Gisèle Pelicot, la mujer que fue violada por su marido y por más de 50 hombres, inició un megajuicio contra sus victimarios. Y tomó una decisión en el juicio que nos permite hoy estar hablando del tema en todo el mundo. Ella pidió que el juicio sea abierto. 

Podría haber cuidado su intimidad, la de su familia, la de los hombres acusados, pero no. Entendió que en este caso cuidarse era exponerse. 

Hay muchas razones que llevaron a Gisèle Pelicot a tomar esta decisión, que vamos descubriendo con sus palabras. La primera es la intención de que “la vergüenza cambie de bando”. Si el juicio se hubiera realizado a puertas cerradas los medios no se habrían enterado de lo que estaba sucediendo, y ella podría haberse sentido menos señalada. Cuando ella se preguntó: ¿Por qué siento esta vergüenza?, identificó que al hacerlo público obligaba a que sean vistos y reconocidos quienes participaron de esto, y los ponía en una posición en que ellos debían esconderse y no ella.

 

Afrontar este temor, Gisèle Pelicot nos da una lección al resto de la sociedad: quien sufrió una agresión sexual no debe ni tiene por qué cargar con la verguenza y la culpa. Quien debe cargar con esto es quien lo hizo. En ese caso su marido, Dominique Pellicot y los 51 hombres hasta ahora reconocidos en los videos.

Otra razón por la cual decidió hacerlo público es que se volvió la voz de cada mujer que fue drogada sin saberlo, que intuyen que algo pasó pero no tienen pruebas. Gracias a su valentía es que podemos debatir sobre violación conyugal y el tan frecuente uso de drogas como práctica que habilita la violación. 

Y trae un tema importantísimo sobre la mesa: el consentimiento. Este debe ser libre, informado, reversible (si en un momento se dice que sí, en otro se puede decir que no), entusiasta (ganar por cansancio no es un sí) y concreto (el silencio no es sí). Es imposible que ella dé un consentimiento libre, entusiasta, concreto e informado si estaba inconsciente. La sumisión química anula toda autonomía. Y el consentimiento no se transfiere, algo que en este juicio aparece mucho: algunos hombres se justifican diciendo que como el marido estaba de acuerdo asumían que ella también. El cuerpo de la mujer es de ella para decidir qué hacer con él. 

 

También podemos hablar de los estereotipos que tenemos cuando pensamos en quiénes son las personas que pueden ser violadas y quiénes son sus agresores. Es probable que no nos imaginemos a una señora de 70 años, a una abuela. Es probable que no imaginemos a un padre de familia. Es probable que no imaginemos al bombero, o al periodista, o al panadero. En nuestras mentes la persona que atraviesa la agresión es joven y quien agrede es alguien que nos da miedo, lo que sea que eso signifique. 
  
También podemos hablar del encubrimiento que sucedió durante estos 10 años entre todos los hombres que entraron en contacto con Dominique, hayan aceptado o no a participar de esta agresión. Porque hubo hombres que dijeron que no. Pero ninguno alertó a la policía. Ninguno. 

Les invito a reflexionar sobre las veces que hemos sido testigos de situaciones injustas o de algún tipo de violencia y no dijimos nada. A veces, es por temor; a veces, por duda y, a veces, es simplemente para no pasar por problemáticas. Nos pasa en cosas pequeñas, y asusta que en este caso esta costumbre esté tan naturalizada que llegó a estos extremos.

 

Pero también Gisèle Pelicot les dedica esta lucha “a todas las personas que son víctimas de violencia sexual. A todas estas personas les digo: miren alrededor, no están solas”. Hay un entorno que escucha y acompaña, que es más grande que sus pueblos, ciudades, que se extiende más allá de las fronteras. 

Por todo esto, es que Gisèle Pelicot se convirtió en un símbolo muy importante. En palabras de Hélène Devynck, escritora y periodista francesa: "La fuerza de Gisèle nos devolvió la fuerza a todas".

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