Socorro: mi psicólogo no me suelta
Pensaste que ya habías tomado la decisión de abandonar terapia, pero quedaste atrapada en sus garras. Cómo zafarte.
7 de abril de 2014
¿Por qué no me deja ir? - Créditos: Ilustración de Erivil
Por Soledad Simond
Se activó una alarma interna: empezás a calcular qué harías con la plata que invertís en terapia, te "demorás" y llegás tarde a sesión, sentís que tenés algo atragantado que no podés decirle a tu terapeuta, te da fiaca ir. Y vos, que tenés millas psicológicas acumuladas como para dar la vuelta a tu mundo, pensás: "¿Será resistencia?". Ese famoso coletazo inconsciente que impide la "curación" podría estar tentándonos a abandonar. Pero no. Hay algo distinto, te conocés y estás segura que esta terapia cumplió un ciclo. Entonces, decidís comunicárselo a tu terapeuta, no sin un dejo de duda. ¿Cómo se lo digo?, ¿a través de qué medio?, ¿le doy los verdaderos motivos? Pero tu psicólogo/a actúa sorprendido/a o, lo que es peor, ¡ofendido/a! Lejos de como supusiste que sería la despedida con quien te viene acompañando desde hace ya un largo tiempo, tu psico no acepta la decisión. ¿Cómo lo manifiesta?
Te dice que no estás preparada todavía para estar sola, que reveas tu decisión, y te hace un check list de temas que todavía "hay que trabajar".
Ningunea cualquier otro proyecto de desarrollo personal que estés haciendo y te hace sentir más segura.
Te posterga la decisión con la excusa de hacer un cierre, que finalmente ¡son dos meses más!
Se enoja y lo manifiesta con sutiles destratos que te hacen sentir culpa.
Todos estas situaciones se anclan en un precepto: "el que da el alta es el psicólogo". ¡¿Cómo se te ocurrió a vos –paciente– disponer cuándo estabas lista para "abandonar" terapia?! Lo curioso es que no estamos internadas en un neuropsiquiátrico y nuestra terapia es una de las tantas herramientas de las que disponemos para ser más felices. Entonces, ¿por qué no nos deja ir?
La vieja escuela
Los terapeutas más ortodoxos creen en la cura y el alta, términos más hospitalarios que de consultorio externo. No es casual, el psicoanálisis se desprendió de la medicina –Freud era neurólogo, por ejemplo–, entonces, su teoría se erige en la idea de "alcanzar la cura". Es decir, llegará un momento en que, después del tratamiento que delinee el profesional, el paciente se cure. Pero hoy, un siglo después de la creación de su teoría y con la terapia tan difundida, el conocimiento sobre la salud mental y psicológica ha evolucionado, y ya no es exclusivo de la psiquiatría. Se sabe que los conflictos humanos no son enfermedades infecciosas a las que uno puede dar el alta después de tratarlos, sino que la terapia es parte del aprendizaje de vida de cada uno. No existe un "ya está, me curé", sino que la evolución personal es compleja, única e infinita. Sin embargo, esta idea de "yo soy el profesional que determina cuando el paciente está listo" aun se imprime en los psicólogos en formación, porque es parte del corazón de la teoría psicoanalítica, y se repite luego en la práctica como un dogma inquebrantable.
La nueva escuela
Lo bueno es que la psicología , que no deja de ser una ciencia joven en pleno crecimiento y súper ramificada, hoy tiende a tomar lo mejor de cada corriente, a fusionar y a ablandarse, customizándose a la medida del paciente. Cada vez más se comulga con la idea de que no hay métodos únicos, ni el profesional tiene la verdad absoluta. Cada paciente requiere un tipo de vínculo especial que lo enriquezca, por eso algunas personas se sienten más cómodas con un coach ontológico y otras no cambiarían por nada a su psicoanalista.
Las teorías también evolucionan . Antes, era impensable que tu terapeuta te contara algún ejemplo de su vida, y en la actualidad, son muy comunes estas intervenciones más cercanas. Es por esto que las terapias modernas entienden la evolución humana como un ongoing process y comparten con sus pacientes los objetivos y plazos, y ponen el énfasis en los logros obtenidos para reafirmar la seguridad interna. De esta manera, la máxima psi por excelencia es: "Nuestro trabajo es el único trabajo en el que el objetivo es no tener más trabajo". Lejos de retener, la clave es empoderar y soltar.
¿Cómo dejo a mi terapeuta?
La decisión de dejar de ir al psicólogo es muy personal y cobra un papel fundamental tu autoobservación. Por eso, las nuevas terapias empoderan al paciente para que pueda chequearse cotidianamente. ¿Quién tiene la autoridad moral, salvo vos, para saber qué es lo que necesitás? El termómetro personal podría ser cómo me voy de cada sesión. Lo ideal sería irse de cada encuentro sintiendo que una profundiza en temas importantes y con nuevos puntos de vista. Cuando eso deja de suceder, quizá puedas darle una chance, y luego otra, pero llega un punto en que el famoso closure, como en cualquier relación que expiró, se avecina. Y decidís dejar.
Es muy interesante ver cómo te despedís del profesional. No es lo mismo mandarle un mail que ir trabajándolo juntos. Cuando una tiene que interrumpir un espacio con mentiras, porque no quiere herir o desilusionar al otro, es porque no se generó una buena alianza terapéutica. Pero sabé también que no es nuestra responsabilidad generar un vínculo sano. Si bien no deja de ser una relación entre dos personas, vos contrataste a un profesional que debe estar a tu servicio (por el cual pagás) y cuyo objetivo es siempre contener.
Lo más aconsejable es conversar cara a cara los motivos de la decisión durante las sesiones que sean necesarias. Entonces, está bueno aprovechar para enumerar juntos qué es lo que te llevás, repasar los logros, sentirte agradecida y acordar algunos encuentros durante el año como una suerte de ayudamemoria, para refrescar los temas fundamentales.
Sin embargo, a veces sucede que sentimos que no queremos charlarlo personalmente, porque algo se rompió en el vínculo y ya no te sentís más cómoda en ese espacio. Entonces, un buen argumento es: ¡¿para qué voy a pagar una sesión más para despedirme?! En ese caso, el teléfono o el mail dan muy buen resultado, y el mismo psicólogo puede ofrecerte una sesión para el cierre, que verás si querés aprovechar.
¿Por qué me retiene?
¡Descartando que seaamos un caso grave, claro! Ninguno escapa a los errores, y los psicólogos tampoco. Si no se comporta de la mejor manera en este cierre de ciclo, no significa necesariamente que sea un mal profesional, porque todos podemos equivocarnos. Por eso es muy importante la autoevaluación de los profesionales de la salud. Todos podemos tener un mal día, pero la responsabilidad de los que trabajan al servicio de otros es mayor, entonces deben observarse y estar atentos a los deslices humanos. Como así también, al igual que en cualquier rubro, hay malos psicólogos, y cada una debe estar atenta al feeling inicial y no avanzar si hay dudas sobre su desempeño. Más aún si sentís que te tiene "retenida", es el mejor indicio para confirmar que tenés que salir corriendo.
Por último, sirve ser consciente de algunas variables que condicionan al profesional y hacen que te sientas atrapada.
El dinero: no es una novedad, los psicólogos tienen vocación de servicio pero cobran por eso, es obvio, lo necesitan para vivir. Una paciente menos implica reducir su sueldo, y si están justos de ingresos, esto podría enturbiar su juicio. Pero ¡los buenos terapeutas tienen lista de espera!
El ego: como a cualquier persona, les gusta sentirse queridos, y que un paciente se vaya no deja de ser una suerte de rechazo que puede perturbar la seguridad profesional.
La razón: con los motivos de partida de un paciente, el psicólogo puede sentir que está en duda su capacidad, y el mejor remedio es enojarse porque ellos tienen razón. Pero como ya dijimos en OHLALÁ!, "tener razón ya fue". El espacio terapéutico es básicamente un diálogo donde no hay una única verdad, sino que se la va construyendo.
Sin embargo, más allá de lo que le pasa a tu terapeuta, vos no necesitás que nadie te retenga. Sentite libre para confiar en tus habilidades y saber que son tuyas, que no le pertenecen a nadie. El psicólogo sólo puso luz sobre ellas. Entonces, quizás el aprendizaje que reste sea animarte a poner un límite, a decir que "no". Incluso el logro será mayor si estás siendo víctima de una manipulación. Simplemente confiá en vos y, como puedas, como te salga, decile: "Chau, chau, adiós".
¿Hacés o hiciste terapia alguna vez? ¿Te pasó algo parecido?
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