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Así impacta la radiación en nuestra piel: cómo debemos cuidarnos

Con el verano y el sol más fuerte que nunca, le consultamos a la doctora Johanna Furlan (Cirujana estética - MN 122.975) sobre sus recomendaciones para cuidar nuestra piel de la radiación.


El impacto de la radiación en nuestra piel.

El impacto de la radiación en nuestra piel. - Créditos: Getty



"Es frecuente encontrarnos con pieles sensibilizadas, reactivas y deshidratadas porque muchos pacientes consideran que solo deben cuidar la piel cuando notan algunas eventualidades no deseadas y no, en cambio, antes, a modo de prevención", nos explica la doctora Johanna Furlan (irujana estética - MN 122.975) y suma: "Las radiaciones con las que convivimos están siempre presentes, y sumadas a los factores extrínsecos e intrínsecos de cada paciente, exacerban el inevitable envejecimiento cronológico diario".

Tipos de ondas y sus efectos

Nuestra piel, el órgano más extenso del cuerpo y está expuesta diariamente a diversas situaciones que, dentro de nuestras posibilidades, pueden ser objetos de cuidados para mejorar la salud cutánea y prevenir consecuencias futuras no deseadas tales como manchas (melasmas), arrugas, flaccidez, deshidratación y fotoenvejecimiento, entre otras.   Las diferentes longitudes de onda de las radiaciones que llegan a nuestro organismo alcanzan nuestra piel con distintas profundidades produciendo distintos efectos biológicos.
 
Luz azul: estas radiaciones están formadas por ondas cargadas de energía y pueden ser emitidas tanto a través del sol (UVB-UVA) como de dispositivos lumínicos portátiles (tablets, celulares, computadoras). Estos, al ser silenciosos en la mayoría de los casos, no se suele tener en cuenta los efectos nocivos que provocan. Sin embargo, no todo lo que recibe nuestra piel es siempre nocivo. El sol, fuente natural de vitamina D, proporciona vitalidad y energía.

 La importancia de la protección

La piel cuenta con sistemas de defensa ante la radiación como, por ejemplo, la producción de melanina o la liberación de sustancias antioxidantes. Sin embargo, no posee capacidad natural para filtrar todos los efectos que la sobreexposición puntual o acumulada tienen sobre el organismo. Una manera de prevenir estos efectos es utilizar protectores solares todos los días, todo el año. Ellos pueden absorber o filtrar hasta un 95% de las radiaciones.

Medidos en FPS (Factor de Protección Solar), se sugiere un mínimo de protección 30 a nivel universal. Por supuesto, esto irá modificándose de acuerdo a las condiciones particulares de cada persona (antecedentes, biotipo cutáneo, lugar de residencia, ocupación, etc.)

 Algunas consideraciones a tener en cuenta

1. El 90% de la radiación UV puede penetrar las nubes.

2. La nieve refleja la radiación UV hasta 80-90%.

3. La radiación UV aumenta con la altitud y por lo tanto aumenta el riesgo de sufrir daños en la piel (10% por cada 1000 m).

4. El 50% de la radiación UV se recibe entre las 11 y las 13 horas.

5. La arena refleja hasta el 25% de la radiación UV.

6. Incluso a dos metros de profundidad en el agua, hasta el 50% de los rayos UV llegan a la piel.

7. Tenemos que aplicarnos el FPS al menos 20 minutos antes de la exposición, sin olvidar las zonas expuestas (orejas, calvicie, manos, etc.) Su efectividad disminuye con el roce, el sudor y la inmersión al agua, por ese motivo hay que reaplicar cada dos horas.

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por Redacción OHLALÁ!


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