De fábrica a casa-estudio con aires de Nueva York, pero en Palermo

En forma de loft, el depto tiene una onda muy industrial con sus vigas originales al descubierto –y pintadas de negro, por supuesto–. Posee ambientes integrados y sin cortes visuales: comedor, cocina y living comparten el espacio y más allá está el cuarto principal, que es muy protagonista. Bajo el concepto “llave en mano”, Elo llegó a una casa lista para mudarse, con muebles muy copados, textiles bien pensados y hasta una heladera total black que es parte de la atmósfera que generó el estudio de arquitectura e interiorismo Hanselmade (@hanselmade), que estuvo a cargo del proyecto.

“Lo transformaron todo, al detalle –cuenta Elo–. Y lograron un estilo muy particular, que me representa”. Si bien para ella (y para muchos) todo era perfecto, sumó su toque personal con objetos de deco, mucho arte en blanco y negro y una propuesta sensorial que incluye velitas (@casachic) siempre encendidas con aromas que relajan. Y suma música que acompaña cada mood: jazz para relajar y bandas como Polo & Pan, para esos momentos más arriba. Eso sí, en todas las juntadas –con novio, previas o amigas–, enseguida baja el proyector y aparecen los videoclips de la cantante y compositora británica Dua Lipa, “porque soy muy fan”, confiesa.

La casa siempre está lista para recibir; incluso, a Elo le encanta prestarla para festejos de amigos, con la única condición de que quede impecable, porque para ella, el orden y la estética son sagrados. Siempre fue así: cuando vivía con sus tres hermanas –sus “mejores amigas”, como las define–, su cuarto era distinto al resto. “¡No parecía parte del mismo departamento!”, se ríe.

Porque para Elo cada detalle cuenta. Como en este living, por ejemplo, donde todo tiene un sentido: desde las revistas abiertas en páginas bien visuales hasta el tubo de luz rosa (@bronx.concept) que suma color en un ambiente con una paleta única. Para la deco del baño, lo mismo: nada está librado al azar. Agregó cuadritos y aromas (@fueguia1833) que siempre suman.

“¡Es que le tengo tanto amor a mi casa...!”, asegura. Y su hogar le devuelve ese amor con rincones que disfruta sola y en compañía, porque en cada ambiente encuentra lo que necesita para esas rutinas diarias que no cambia, como el café de las mañanas, las producciones que ama hacer y los momentos con su novio y, también, con ella misma (“porque me encanta ocuparme de mí”). ¡Y lo bien que hace! Por las noches, ya en su cuarto, pone el celu en modo favoritos y apaga todas las pantallas para desconectarse. 

Su espacio de trabajo es su lugar favorito, el que más le gusta cómo quedó. Lo armó ella con un escritorio de líneas simples, una biblioteca con libros ordenados por color, un perchero para sus looks y una alfombra bien peludita, de esas que dan ganas de zambullir los pies descalzos. En este rincón, que balconea al sector social, organiza sus rutinas de trabajo, prepara sus outfits para las producciones y despliega su colección de revistas de moda, que, para ella, son pura inspiración. Es el espacio donde ganan el color y la creatividad frente a la arquitectura y deco industrial del resto de la casa.

Como dato no menor: Elo trabajó en producción de moda (¡incluso en OHLALÁ!) y, aunque su camino encontró nuevos rumbos, su vocación de productora nunca quedó atrás. Además de elegir la ropa, arma los espacios y piensa los contenidos. 

El tapado rosa chicle sobre la silla, por ejemplo, no es casual; tampoco el verde: “Elijo qué mostrar y en las perchas cuelgo la ropa más canchera, ¡es casi una exposición! –cuenta, y agrega–: Mi hermana dice que mi casa siempre está lista para hacer fotos, que es como un estudio de fotografía”. Y eso, a Elo, le encanta. Porque, como productora y modelo, se siente cómoda detrás y delante de la cámara. Y en este refugio, todo habla de ella.

Elo se acuesta y se levanta temprano. Le gusta desconectarse en su cuarto y usarlo como un espacio de puro relax; aunque, en general, edita los videos de sus producciones sobre la cama. Antes de dormir, casi siempre le dedica un rato a la lectura y se queda contemplando su casa, porque le da paz y, seguramente, orgullo. Después, cierra las cortinas hasta la mañana siguiente, cuando deja entrar el sol, su luz natural y buena energía. Y al abrir la ventana, se escuchan los pajaritos (¡placer!).

Otro de los rituales mañaneros es prender una velita, perfumar el ambiente, poner una playlist de jazz y empezar su día, siempre con café en mano. Se acuerda de que la primera noche no pudo dormir por la emoción que sentía: “Dejé abierto para mirar todo, porque estaba viviendo un sueño”, dice. Hoy, ese sueño ya cumplió tres años, y sigue creciendo. Porque este depto le dio más de lo que esperaba y se convirtió en un spot de vida, personal y profesional. “Mi casa –resume– es mi eje, donde vuelvo a mi raíz”.